Posiblemente la combinación de una serie de factores protectores ligados al estilo de vida (colesterol de las lipoproteínas de alta densidad [cHDL] elevado, dieta cardioprotectora, índice de masa corporal más reducido y práctica regular de actividad física) sea la causa de las reducidas tasas de morbilidad-mortalidad observadas en la región mediterránea1. Está aceptado en la comunidad científica que la dieta mediterránea, dieta baja en ácidos grasos saturados (AGS), ácidos grasos trans y colesterol, está relacionada con un bajo riesgo cardiovascular2. Recientemente en el estudio PREDIMED (Efecto de la Dieta Mediterránea en la Prevención Primaria de la Enfermedad Cardiovascular), un estudio aleatorizado, controlado y multicéntrico de ámbito nacional, se han demostrado los beneficios en el perfil lipídico (un incremento en el cHDL), marcadores inflamatorios, sensibilidad a la insulina, presión arterial3 y oxidación lipídica4 en individuos con un alto riesgo cardiovascular. Por otra parte, la dieta rica en ácidos grasos monoinsaturados (AGMI) no produjo un incremento de peso en los pacientes diabéticos, asegurando un buen control del consumo energético3. Garg5 publicó un metaanálisis, que concluyó que la dieta rica en AGMI respecto a una dieta alta en carbohidratos, en pacientes diabéticos tipo 2, mejoraba el perfil lipoproteínico y el control glucémico, aunque no tenía efecto en las concentraciones de glucohemoglobina. Sin embargo, en un artículo de revisión posterior sobre estudios de intervención con dieta rica en AGMI respecto a una dieta alta en carbohidratos, pero con diferencias en la energía aportada por la grasa total del 15% o menos, se describió un control glucémico parecido en ambas intervenciones, aunque la dieta rica en AGMI mejoraba las concentraciones de triglicéridos y cHDL6. La sustitución en la dieta de AGS por AGMI produjo una disminución de la presión arterial en un estudio de intervención en sujetos sanos7; en pacientes hipertensos, una dieta con aceite de oliva era más efectiva en reducir la presión arterial y el tratamiento hipotensivo requerido, comparado con una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) en la que se utilizaba aceite de girasol8. Se ha descrito que una dieta enriquecida en AGMI mejora la función endotelial en pacientes con síndrome metabólico9 y en pacientes con hipercolesterolemia10.
La dieta mediterránea es rica en vegetales, frutas, legumbres, otros alimentos procedentes de plantas y se caracteriza por el consumo de aceite de oliva virgen como principal aporte de energía a través de la grasa. El aceite de oliva virgen es un zumo natural y una fuente saludable de AGMI y cientos de micronutrientes, especialmente antioxidantes, como los compuestos fenólicos, vitamina E y carotenoides. Los aceites de oliva existentes en el mercado son el de orujo, el común y el virgen, con un contenido en compuestos fenólicos nulo-bajo, medio y alto, respectivamente; cabe destacar que las cantidades de vitamina E y carotenoides aportadas por el consumo medio de aceite de oliva en nuestra población son inferiores a las concentraciones que han mostrado tener actividad antioxidante en estudios in vivo. Por lo tanto, los beneficios del consumo de aceite de oliva en la salud, en un principio, se pueden atribuir tanto a su alto contenido en ácido oleico como a los compuestos fenólicos en el aceite.
Está aceptado en la comunidad científica que el consumo tanto de AGMI como de AGPI disminuye las concentraciones de colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (cLDL). Por otra parte, no hay un consenso definido sobre los beneficios del consumo de AGMI y AGPI en el cHDL11. Existe una evidencia creciente de que no sólo los cambios cuantitativos del cLDL son un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular, sino que el riesgo está ligado al grado de oxidación de la partícula de LDL. Actualmente la hipótesis más aceptada considera la aterosclerosis como el resultado de una respuesta inflamatoria crónica de la pared vascular a distintas lesiones12. La disfunción endotelial facilita que las LDL penetren en el espacio subendotelial y se conviertan en LDL oxidadas (LDLox). Una vez las partículas de LDL se encuentran en el espacio subendotelial ya no están protegidas por los antioxidantes presentes en el torrente circulatorio, y son más susceptibles de ser oxidadas13,14; por ello la carga antioxidante ligada a las lipoproteínas, como pueden ser los compuestos fenólicos provenientes de la dieta15,16, tiene una gran importancia. Los monocitos circulantes, atraídos entre otros factores por las LDLox retenidas en la pared, se adhieren al endotelio y se activan en macrófagos. La acumulación en la íntima de células espumosas origina la estría grasa17. Entre las propiedades aterogénicas de la LDLox destaca la disfunción de la producción de óxido nítrico (NO) por las células endoteliales, contribuyendo al desarrollo aterosclerótico18. El NO contribuye a mantener el tono arterial, disminuye la adhesión de monocitos y preserva de la oxidación a las LDL, entre otras propiedades antiateroscleróticas. Por otra parte, al reaccionar el NO con el superóxido se forma el peroxinitrito, radical libre que puede desencadenar reacciones de nitración de tirosina. La nitrotirosina se encuentra en la placa ateromatosa humana19, y por ello puede ser un buen marcador del riesgo aterosclerótico. La apolipoproteína A1 (ApoA1), constituyente primordial de la HDL es una diana específica para la nitrotirosinación y cloración in vivo catalizada por la mieloperoxidasa, lo cual reduce la funcionalidad de la lipoproteína convirtiéndola en proinflamatoria y reduciendo su capacidad de eliminar colesterol de las células20. Bergt et al21 mostraron que la HDL de pacientes con enfermedad coronaria contiene concentraciones de 3-clorotirosina más elevadas que en sujetos sanos. No sólo las concentraciones de lipoproteínas, sino también las propiedades cualitativas, entre ellas el grado de oxidación de las partículas lipoproteínicas, pueden ser importantes en el riesgo cardiovascular.
Hasta el momento, los compuestos fenólicos han demostrado mejorar la función endotelial mediante la disminución de la expresión de moléculas de adhesión celular, incrementando la disponibilidad de NO y la captura intracelular de radicales libres22; por otra parte, se han descrito potentes propiedades antioxidantes de los compuestos fenólicos frente a la oxidación de lípidos y el ADN en estudios experimentales in vitro2. En estudios con animales, los compuestos fenólicos del aceite de oliva han demostrado retrasar la progresión de la arteriosclerosis y ejercer su acción antioxidante in vivo23-25. Por otra parte, es conocido que los compuestos fenólicos del aceite de oliva son biodisponibles en humanos26, punto clave por poder atribuir a su consumo efectos beneficiosos en la salud. Los compuestos fenólicos también tienen capacidad de inhibir la agregación plaquetaria y modificar la hemostasis, además tienen propiedades antitrombóticas y antioxidantes en estudios de intervención en humanos2,22,27-31. Está descrito que una intervención con una dieta rica en aceite de oliva reduce la presión arterial, mientras en otra intervención con una dieta rica en aceite de girasol, pero con un aporte de AGMI similar, no se observaron efectos27. Por ello se propuso que la causa de ese beneficio podría ser los compuestos fenólicos. Ruano et al28 describieron la importancia de los compuestos fenólicos y sus beneficios en la función endotelial, en un ensayo aleatorizado y cruzado con dos intervenciones con dos aceites de oliva, con la misma composición en macronutrientes y micronutrientes, pero en uno de ellos con un muy bajo contenido en compuestos fenólicos28; los autores atribuyeron tal beneficio a una reducción del estrés oxidativo y un aumento de la disponibilidad del NO28.
Los resultados sobre los beneficios de los compuestos fenólicos del aceite de oliva en una dosis habitual en nuestra población todavía son escasos y controvertidos. Hasta el momento actual, los efectos protectores frente a la oxidación lipídica en ensayos clínicos han sido más aparentes en pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio29 o una enfermedad vascular periférica y, por tanto, que están sometidos a condiciones de estrés oxidativo30. Recientemente, han sido publicados los resultados del proyecto europeo multicéntrico EUROLIVE (The Effect of Olive Oil Consumption on Oxidative Damage in European Populations) sobre el consumo (25ml/día) de tres tipos de aceite de oliva en crudo con diferente contenido fenólico31. El diseño del estudio era cruzado, controlado, a doble ciego y con una asignación aleatoria del grupo de intervención. El consumo de los tres tipos de aceite de oliva produjo un beneficio en el perfil lipídico, las defensas antioxidantes endógenas y la oxidación del ADN. Pero cabe destacar que se observó un incremento del cHDL y un descenso de marcadores de oxidación lipídica, especialmente de los marcadores directamente asociados a la oxidación de la partícula de LDL, en relación directa con el contenido fenólico del aceite de oliva. El consumo de aceite de oliva virgen, rico en compuestos fenólicos, comportaría un incremento del contenido total de compuestos fenólicos ligados a la LDL (y a otras lipoproteínas), hecho que protegería a la partícula de LDL en el espacio subendotelial donde se inician las placas ateroscleróticas. La concentración de LDLox muestra una asociación positiva con la severidad del síndrome coronario32 y se ha descrito como marcador de riesgo cardiovascular, tanto en sujetos sanos33,34 como en aquellos con afección cardiovascular35. Los resultados del estudio EUROLIVE proporcionan evidencia científica para recomendar el uso de aceite de oliva rico en compuestos fenólicos como fuente de grasa cruda, de cara a conseguir beneficios adicionales en la prevención de los factores de riesgo cardiovascular. Los mecanismos implicados en estos efectos pueden estar relacionados con las propiedades antioxidantes de los compuestos fenólicos del aceite de oliva y/o el efecto protector en general de éstos y el contenido en AGMI del aceite de oliva31.
Fruto del estudio EUROLIVE, la comunidad europea ha apoyado las siguientes recomendaciones a la población: a) la mejor elección entre los aceites de oliva, siempre entre aquellos que sean del gusto personal del consumidor, es escoger los de más alto contenido en compuestos fenólicos; b) como política de salud, el contenido fenólico de un aceite de oliva tiene que aparecer en el etiquetado de las botellas.
Proyecto QLK1-CT-2001-00287 concedido por la Comisión Europea (Quality of Life and Management of Living Resources Progam). Contrato SNS CP06/00100 del Instituto de Salud Carlos III.