Entre los tumores funcionales del ovario, los más frecuentes son los tumores estromales y de los cordones sexuales. Dependiendo de la variante histológica pueden secretar diversas hormonas como estrógenos, andrógenos, gonadotropina coriónica humana (hCG) y hormonas tiroideas. El ovario presenta un desarrollo embriológico complejo por lo que pueden aparecer tumores de muy variada histología1. El teratoma quístico maduro del ovario o quiste dermoide benigno es la neoplasia ovárica benigna más frecuente y deriva de las células germinales2. Puede estar constituido por una amplia variedad de tejidos maduros y desde el punto de vista hormonal puede comportarse como un tumor carcinoide o como una neoplasia secretora de hormonas tiroideas, lo que se conoce como estruma ovárico. El estruma ovárico representa el 3% de los teratomas benignos y puede conllevar una verdadera tirotoxicosis hasta en el 8% de las ocasiones3. Generalmente, el comportamiento es benigno. Se presenta con mayor frecuencia entre la 5.ª y la 6.ª década de la vida, siendo raro antes de la pubertad. En ocasiones puede palparse una masa tumoral anexial unilateral correspondiente al tumor ovárico4.
A continuación, presentamos el caso de una paciente con hallazgo incidental de estruma ovárico detectado en el seguimiento de un carcinoma folicular de tiroides. Se trata de una mujer de 32 años de edad que acudió a consulta de Endocrinología para estudio de bocio. La paciente refería la aparición de un bulto en la cara anterior del cuello desde 2 meses antes, sin clínica local ni general sugestiva de disfunción tiroidea. Interrogada, no tenía hábitos tóxicos ni tomaba medicación de forma habitual. Tampoco tenía familiares con bocio. En la exploración física se palpaba un nódulo tiroideo izquierdo de unos 3cm de diámetro y consistencia media, que ascendía con la deglución, y un lóbulo tiroideo derecho levemente aumentado de tamaño; no se palpaban adenopatías.
Se realizó analítica que mostraba el hemograma y el perfil bioquímico sin alteraciones, tirotropina (TSH) 1,3 mUI/ml (valor normal (VN): 0,2-3,5), tiroxina (T4l) 1,4ng/dl (VN: 0,8-2,1), y anticuerpos (Ac) antitiroideos y antitiroglobulina negativos ambos. En la gammagrafía se apreciaba un tiroides de situación normal, de tamaño aumentado, baja captación global y distribución irregular, presentando una zona de hipocaptación en el lóbulo izquierdo que coincidía con el nódulo palpable. La ecografía cervical describía un lóbulo tiroideo izquierdo de 25×32×58mm con ecogenicidad conservada, y en tercio medio e inferior se encontraba ocupado por un único nódulo hipoecoico de 24×26×30mm y vascularización mixta. El diámetro ántero-posterior del istmo era de 22mm y no presentaba lesiones parenquimatosas. El lóbulo tiroideo derecho medía 24×28×49mm y presentaba ecoestructura conservada. No se apreciaban adenopatías cervicales patológicas. Con tales hallazgos se solicitó una punción aspiración con aguja fina del nódulo. El diagnóstico citológico resultó de tumor folicular.
Se realizó hemitiroidectomía izquierda e istmectomía. El informe anatomopatológico indicaba que se trataba de un carcinoma folicular de 3cm con focales rasgos oncocitarios en la base del lóbulo izquierdo, por lo que se reintervino realizando tiroidectomía derecha. El informe anatomopatológico del hemitiroides derecho no informó de alteraciones.
Con el diagnóstico de carcinoma folicular de tiroides pT2N0Mx, la paciente recibió posteriormente una dosis ablativa de 100 milicurios (mCi) de I131 como tratamiento complementario. La analítica pre-I131 mostraba: TSH 58 mUI/ml, T4l 0,1ng/dl, tiroglobulina (Tg) 46ng/ml (VN: 2-16) y Ac-antitiroglobulina negativos. El rastreo corporal total realizada mostraba captación a nivel cervical y otra zona activa en pelvis menor, ligeramente desplazada hacia la derecha, sugestiva de captación ovárica (fig. 1).
Se solicitó valoración por Ginecología. En la ecografía ginecológica se observaba el útero de tamaño normal con un mioma en cara posterior y lateral de 25mm, ovario derecho con escaso estroma y abundantes folículos (poliquístico), y ovario izquierdo con predominio de tejido folicular. Fue intervenida por vía laparoscópica realizándose ooforectomía derecha. La pieza quirúrgica correspondía a ovario, con 2 pequeñas soluciones de continuidad, que medía 3cm. El diagnóstico anatomopatológico fue de ovario con notable riqueza folicular y con un fragmento de tejido tiroideo (2mm) sin alteraciones destacables (estruma ovárico) (fig. 2).
La analítica en la revisión 4 meses después de la dosis ablativa con I131 fue la siguiente: TSH 0,22 mUI/ml, T4l 1,34ng/dl, Tg<0,2ng/ml, con Ac-antitiroglobulina negativos.
Seis meses después se realizó rastreo corporal total tras supresión del tratamiento con levotiroxina, que resultó negativo, siendo la analítica en ese momento: TSH 38 mUI/ml, T4l 0,1ng/dl, Tg<0,2ng/ml, Ac-antitiroglobulina negativos. La paciente 2 y 4 años después de este rastreo presentó sendos embarazos, sin ninguna complicación. En las siguientes revisiones persistían datos de remisión completa con Tg<0,2ng/ml, Ac-antitiroglobulina negativos, y ecografías cervicales normales.
La capacidad para concentrar radioyodo depende de la expresión del transportador de yodo NIS en la membrana celular. Dicha expresión puede detectarse en tejidos extratiroideos como el ovario. Ante una captación ovárica de I131 debemos establecer diagnóstico diferencial entre estruma ovárico, metástasis ováricas de carcinoma tiroideo y carcinoma tiroideo sobre estruma ovárico5. La captación ovárica de I131ha sido descrita en pocas ocasiones en la literatura, probablemente porque el empleo del rastreo corporal total se reserva para carcinomas tiroideos y para hipertiroidismos con tiroidectomía total previa.
Revisando la literatura, hemos encontrado pocos casos descritos de hallazgo incidental de estruma ovárico detectado en el seguimiento de un carcinoma diferenciado de tiroides6–10. En 4 de los casos, al igual que en el nuestro, se detectaba el estruma ovárico en el rastreo corporal total tras la dosis ablativa de I131 por un carcinoma diferenciado de tiroides6,8–10.
En el presente caso, el estruma ovárico se halló incidentalmente en el seguimiento del carcinoma folicular. Debemos considerar la posibilidad de metástasis ovárica en el diagnóstico diferencial. Dicha posibilidad siempre debe considerarse, especialmente cuando en la pieza quirúrgica ovárica no se identifican otros elementos teratomatosos10. Las metástasis representan menos del 10% de los tumores malignos del ovario. En caso de metástasis el tumor primario raramente es tiroideo. El estudio anatomopatológico determina si se trata de patología benigna o maligna. En el caso actual, se descartó que se tratara de metástasis del carcinoma folicular. Después de realizar la ooforectomía la Tg basal siempre se ha mantenido indetectable y los posteriores rastreos han sido negativos.