Hace unos once mil años, con la implantación de la agricultura, el ser humano modificó radicalmente su modo de vida1. Pasó de la remota y muy primitiva organización de cazador-recolector hacia una nueva forma de convivencia más sedentaria. En paralelo, tuvo lugar otro fenómeno de importancia: la domesticación de los animales. De este modo, a numerosos microorganismos se les presentó la oportunidad única de alcanzar la diana más alta en la escala zoológica: el Homo sapiens sapiens. El nuevo escenario epidemiológico permitió la convivencia, a veces pacífica y a veces mórbida o letal, de los microorganismos, los animales salvajes y domésticos y el propio animal humano. Así comenzó, diluido en el tiempo, el origen –la historia− de las enfermedades infecciosas humanas. El proceso es muy antiguo pero no ha acabado aún, ni parece que vaya a acabar en mucho tiempo. Todavía hoy se describen «nuevas» enfermedades infecciosas y enfermedades infecciosas «emergentes». La presión provocada por el uso masivo de antimicrobianos (en los animales y en los humanos) ha provocado la respuesta adaptativa de los microorganismos, en forma de mutaciones que confieren resistencias; por si fuera poco, el progreso de la medicina ha generado nuevos problemas (inmunodepresión, prótesis y artilugios, técnicas diagnósticas y terapéuticas agresivas, patología nosocomial, infecciones asociadas a determinados hábitos). Finalmente, la masificación y los movimientos poblacionales, favorecidos por la facilidad y rapidez de los movimientos de las personas, los animales y los microorganismos, pueden convertir un problema infeccioso local en una grave y temida agresión pandémica en solo cuestión de días o de semanas. Un aspecto más de la llamada globalización.
Contar la historia de las enfermedades infecciosas equivale a relatar los avatares de la humanidad. Un reto de alcance. No abundan las obras de solvencia dedicadas a esta importante tarea. Existen aproximaciones, algunas muy valiosas, desde disciplinas no relacionadas con la infectología (demografía, economía, historia, biografías) o cercanas (epidemiología, microbiología). Las historias microbiológicas y epidemiológicas, sobre todo de enfermedades concretas (tuberculosis, lepra, sífilis) y de grandes epidemias (peste, viruela, gripe, sida), son abundantes y algunas de referencia internacional. Pero escasean las puramente infectológicas, es decir, las relatadas desde la óptica de la patología infecciosa. Esta carencia es aún mayor en la literatura en castellano si bien algunas de las obras originales en inglés han sido traducidas a nuestra lengua. Un problema nada intrascendente, a la hora de encarar esta tarea, es el peligro de caer en lo que la historiografía moderna denomina presentismo2: el error de interpretar con criterios actuales las descripciones (muchas realizadas por historiadores no médicos) de las enfermedades infecciosas que ocurrieron en los tiempos prebacteriológicos.
En virtud de este panorama, resulta bienvenida una nueva aportación en forma de libro que, con el título de Historia de las enfermedades infecciosas (Ediciones de la Universidad de Oviedo, 2010; 398 páginas), relata la interesante y compleja evolución de las enfermedades infecciosas humanas. Tal es la intención del libro del doctor José Antonio Maradona Hidalgo (Riello, León, 1937), profesor de la Universidad de Oviedo, académico numerario de la Real Academia de Medicina del principado de Asturias y anterior jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Central de Oviedo. El autor expone su historia en nueve capítulos siguiendo un orden cronológico desde Las infecciones en la prehistoria y en la antigüedad hasta Las infecciones parasitarias durante los siglos XIX y XX, que se complementan con cuatro capítulos más sobre inmunología, virus (dos capítulos) y enfermedades emergentes. Una abreviatura de publicaciones, un índice onomástico y una bibliografía de 267 citas completan la obra.
La historia de Maradona es muy informativa. En ciertos aspectos recuerda a Cazadores de microbios −Microbes Hunters, 1926− de Paul de Kruif, lo cual no es malo pues se debe recordar que Claudio Galeno (130-200 d.C.) describió la epidemia antonina, una probable viruela, siguiendo el estilo plasmado por Tucídides (460-c.396 a.C.) en su extraordinario relato sobre la plaga de Atenas, cuya etiología no se ha aclarado aún. En el libro del profesor Maradona, cuyo esfuerzo sintetizador es encomiable, se echa en falta un capítulo específico (o un apéndice) dedicado a la historia de la infectología española, la cual tiene excelentes precursores (padres fundadores) entre los médicos de los siglos xv-xvii (Lérida, Guadalupe, Salamanca, Valencia, Sevilla y Madrid); un muy prestigioso padrino, casi contemporáneo nuestro: don Gregorio Marañón, quien tuvo un gran protagonismo infectológico (visita a Paul Erlich y el salvarsán, pandemia de gripe de 1919, trato con Fleming) desde el Servicio de Infecciosas del Hospital General de Madrid (1911-1913)3, servicio que puede ser considerado el primero o uno de los primeros de rango científico en España; y, finalmente, la consolidación como disciplina hospitalaria de alto nivel científico en el último cuarto del siglo xx4. No obstante, el libro es una excelente aportación a la escasa literatura en castellano sobre la historia verdadera de la infectología, una acreditada disciplina muy asentada en España a pesar del desprecio secular mostrado por las autoridades y por algunos colegas de otras especialidades hospitalarias.
La Historia de las enfermedades infecciosas de Maradona puede ser muy útil para los estudiantes de medicina y de otras ramas de las ciencias de la salud y afines, para los médicos residentes y especialistas, y para el público culto con afanes humanísticos. En el año en que se celebra el treinta aniversario de la pandemia del sida, cuando varios y prestigiosos servicios españoles de patología infecciosa de adultos cumplen su primer cuarto de siglo de vida legal y cuando el Ministerio de Sanidad se ha comprometido públicamente a implantar −¡por fin!− la especialidad de enfermedades infecciosas en el sistema formativo MIR español, resulta muy oportuna la llegada de un libro que cuenta los antecedentes de esta importante y maltratada disciplina médica, una jovencísima anciana dotada de un bello cuerpo doctrinal propio. Y de una densa y muy larga historia. Una historia interminable.