La higiene de manos es el procedimiento más importante y eficaz para la prevención y control de las infecciones. Derivada de ella, la antisepsia por medio de soluciones de base alcohólica (SBA) ha marcado la diferencia dentro de la práctica clínica asistencial dada su fácil accesibilidad, rapidez de acción y escasa necesidad de un prolongado secado; a pesar de que la adhesión a su uso puede decirse que es aún muy baja1. Sin embargo, a pesar de su indiscutible eficacia y universalización, su aplicación no está exenta de riesgos asociados, en ocasiones poco conocidos, relacionados con su naturaleza inflamable. Describimos a continuación un caso de deflagración espontánea por este aspecto en un profesional sanitario.
Se trata de una diplomada universitaria en enfermería perteneciente al Servicio de Cuidados Intensivos de nuestro hospital, que en el desempeño de su actuación frente al enfermo, habiéndose aplicado SBA en forma de gel, presentó flama en palma de ambas manos y pelo de cuero cabelludo, tras salida y cierre de puerta metálica del box de aislamiento. En ese momento, la profesional era portadora de bata impermeable de polipropileno no tejido para la protección de contacto y había denotado chispa ambiental. Tras apagar el fuego de manera inmediata con ayuda, la profesional queda con enrojecimiento local, sin abrasión o quemadura, que recupera en 2 semanas (fig. 1).
Los incendios espontáneos acaecidos en los quirófanos durante los actos quirúrgicos, en los que las preparaciones cutáneas antisépticas de naturaleza alcohólica están implicadas, son un hecho bien conocido que supone un verdadero riesgo para la seguridad del enfermo. Solo en EE. UU., se estima que suceden unos 600 casos anuales por esta causa, lo cual ha conllevado incluso el establecimiento reciente de protocolos de prevención2. Sin embargo, los incidentes por fuego asociados al frotamiento de manos con SBA por el personal sanitario no pasan de ser anecdóticos3–5, y en España hasta, donde se ha podido contrastar por búsqueda bibliográfica, no se han encontrado descritos.
En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud recomienda que estas soluciones estén manufacturadas en un 75% con isopropanol o un 80% por etanol. El potencial riesgo de incendio de estas y otras de carácter similar antiséptico condiciona que en el producto siempre se especifiquen las recomendaciones de uso. Por lo general, en el caso de las soluciones antisépticas para preparación cutánea quirúrgica, la precipitación de la deflagración está en relación con la utilización de equipos electroquirúrgicos en un ambiente enriquecido en oxígeno6. Sin embargo, en las SBA de manos, como en nuestro caso, el detonante parece ser una elevada carga electroestática. Hay que pensar que el polipropileno, con trazas de poliéster, tiene gran capacidad de captación acumulativa de electricidad que se activa en el roce. La presencia de marquetería metálica, una superficie cutánea humedecida y seguramente no bien secada, sirvieron de precipitante. Bastan solo 3.000 voltios de electricidad para iniciar el proceso7. Se debe recordar la conveniencia de dejar secar la solución una vez aplicada al menos 10s8 y el cumplimiento normativo arquitectónico de prevención de riesgo en las instituciones sanitarias ante descargas eléctricas9.
En resumen, a pesar de lo escasamente frecuente de este tipo de incidencias debemos ser conocedores y transmisores de los potenciales riesgos y consecuencias. Todo ello, tanto para el personal sanitario como para nuestros enfermos y sus familiares, máxime cuando el uso de este tipo de productos parece sobrepasar cada día más las fronteras del ámbito estrictamente sanitario.