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Vol. 18. Núm. 1.
Páginas 1 (enero 1999)
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¿Externalización de la microbiología clínica?
Out-sourcing microbiology laboratory?
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Juan J Picazoa
a Hospital Clínico San Carlos. Madrid.
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La microbiología clínica española ha experimentado una mejora considerable en los últimos años, que se demuestra con facilidad al examinar la producción científica. Basta con analizar las revistas nacionales e internacionales de la especialidad, los congresos de nuestra Sociedad o de otras europeas o americanas para comprobar la presencia ­bien merecida­ de centros españoles en campos de la máxima actualidad. Sin embargo, nuestra especialidad, entre otras, se encuentra atravesando momentos de crisis, y en algunos centros se plantea la conveniencia de contratar estos servicios fuera del hospital, consiguiendo una eventual reducción de los costes. En estos momentos, en los que nuestra especialidad alcanza un merecido prestigio, se plantea la «utilidad» de nuestra actividad. Parece conveniente que todos aportemos un análisis detenido de las circunstancias que nos han llevado a esta situación y de su posible enfoque adecuado.

En primer lugar, hay que afirmar que el análisis exclusivo de los datos económicos y el afán único del ahorro nos llevarían inexorablemente (y en un plazo bien corto de tiempo) a una penosa situación de retroceso, que debilitaría la especialidad ocasionando perjuicios irreparables en el cuidado de los enfermos. Las labores de investigación y docencia son inherentes a los hospitales públicos y un enfoque economicista daría lugar a un profundo deterioro de estas funciones consideradas «poco rentables» a corto plazo. No hace falta subrayar aquí el empobrecimiento al que se sometería una sociedad que, con un enfoque miope, descuide estos valores.

Se ha tratado de reducir el trabajo en microbiología clínica al procesamiento de unas muestras y a la elaboración (rápida y económica) de unos resultados. Siguiendo ese razonamiento, la concentración en un gran local de un enorme número de muestras, analizado por un personal reducido, con un sueldo basado fundamentalmente en la producción, reduciría notablemente el coste, conduciendo a una eficiencia en el servicio. A este enfoque, cabe añadir que esa estructura se beneficiaría de la unión en un todo compacto con otras especialidades como análisis clínicos, bioquímica clínica, hematología y hemoterapia e inmunología. Este «todo revuelto» utilizaría una misma instrumentación, basada en una robótica y una informática común. La situación es tal, que en ocasiones se tiene la sensación de que nos lidera el aparato y no el enfermo. Se trata, por tanto ­según este enfoque­ de contemplar la especialidad como una fábrica de resultados. ¿Creemos que esto es así? ¿Consideramos que la microbiología clínica se limita a la elaboración de unos datos precisos y de calidad técnica sobre unas muestras biológicas? Creo que no.

El microbiólogo clínico posee el conocimiento de la situación específica del paciente y los datos epidemiológicos generales del centro y de su entorno. Su proximidad al enfermo y al facultativo responsable le convierte en el consultor óptimo que puede y debe aportar la información necesaria para la curación del enfermo, colaborando en las medidas que eviten la infección y reduzcan el riesgo de resistencias a los antimicrobianos. Es indudable que este papel, que subraya el aspecto del microbiólogo clínico nos exige un esfuerzo suplementario a nuestras habilidades y conocimientos microbiológicos, y nos hace compartir responsabilidades con el médico encargado del enfermo. No se trata de suplir las responsabilidades indelegables del facultativo, sino de colaborar con él para el fin último de curar al enfermo.

En mi opinión, es imprescindible insistir en el desarrollo de estas actividades, que no invaden campos de otras especialidades médicas, sino aprovechar más adecuadamente la formación y la información del microbiólogo clínico. Nuestro valor añadido sobre esas posibles «fábricas de resultados» es precisamente esa proximidad al enfermo y al facultativo responsable, que nos permite matizar e informar del resultado. Los distintos servicios clínicos hospitalarios y extrahospitalarios nos están demandando ese trabajo. Todos, y especialmente aquellos con responsabilidades de formación, debemos aceptar el reto, impulsando a los especialistas y muy principalmente a los residentes en formación a desarrollar estas actividades, con el impulso de nuestra Sociedad. Se trata de un cambio de actitud que confío sea contagioso.

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