Hemos leído con interés el artículo de Salas et al1 que viene a remarcar la importancia de la migración internacional en la epidemiología de las enfermedades infecciosas2. Este es el caso de la infección por virus de la hepatitis B (VHB), del que no sólo han cambiado las frecuencias de infección en determinadas partes de Europa y Estados Unidos3,4, sino también los genotipos clásicamente aislados con más frecuencia5.
Salas et al manifiestan que apenas hay estudios que aporten información sobre la situación virológica y clínica de los pacientes inmigrantes infectados por VHB en España. En este sentido, consideramos que un artículo publicado por nuestro grupo6 podría dar respuesta a algunas de las cuestiones planteadas por Salas et al. De una muestra representativa de 436 pacientes tanto africanos subsaharianos (ASS) como latinoamericanos (LA) se obtuvo una prevalencia de infección crónica y de infección pasada por VHB entre los ASS de un 13,3% y de un 61,1%, respectivamente; mientras que entre los LA fue de un 3,6% y un 13,1%, respectivamente. Además, en el 15,2% de los casos analizados el AcHBc fue el único marcador serológico positivo. Al igual que en el artículo que nos ocupa, la mayoría de nuestros pacientes procedían de África Occidental, fundamentalmente varones (60,6%) y jóvenes (media de 31,5 años). Los resultados virológicos y bioquímicos se analizaron de tal manera que se pudiera dar respuesta de cuántos eran candidatos a biopsia hepática y cuántos a tratamiento sobre la base del documento de consenso de la Sociedad Europea para el Estudio del Hígado7. De los 88 pacientes en los que se tenían datos de la carga viral del VHB, un 27,3% presentaba niveles superiores a 2.000 U/ml y ALT <40 U/l y, por tanto, indicación de biopsia4. Por otro lado, de entre los pacientes con carga viral < 2.000 U/ml un 24% tenía niveles de ALT>40 U/l, y de aquéllos con ADN>2.000 U/ml, un 36,8% tenía niveles de ALT>40 U/l, por lo que un 29,5% tenía indicación de tratamiento.
Entre los aspectos mencionados en la discusión por Salas et al querríamos añadir algunos comentarios adicionales. Por un lado, ante pacientes con AcHBc positivo como único marcador de infección pasada por el VHB, los autores sugieren realizar determinación de ADN sólo en aquellos casos en los que las transaminasas estén elevadas. Si bien existe poca información sobre la relevancia clínica de este patrón serológico en la población inmigrante, en nuestra opinión también sería útil una cuantificación de ADN-VHB en aquellos pacientes con otros factores de riesgo para hepatopatía, aunque el perfil hepático fuera normal. Incluso la realización de biopsia hepática de aquellos con factores de riesgo de hepatopatía aun con ADN indetectable8. Por otro lado, no debemos olvidar que en los países del este de Europa, de donde proceden muchos de los inmigrantes en España9, la prevalencia de infección crónica por el VHB es alta. De hecho, países como Rumanía (colectivo inmigrante más numeroso en España) y Bulgaria tienen una prevalencia del 6 y el 4%, respectivamente. Finalmente, nos gustaría remarcar la importancia de realizar cribado del VHB entre aquellos inmigrantes procedentes de área endémica, no sólo como forma de realizar un diagnóstico precoz y eventual tratamiento, sino también como una medida de salud pública dirigida a evitar la transmisión en el país de acogida y a la vacunación de población susceptible, pues hasta la fecha ha resultado ser la medida preventiva más eficaz10.