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Vol. 34. Núm. 10.
Páginas 685-686 (diciembre 2016)
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Infección cutánea por Gordonia araii
Skin infection due to Gordonia araii
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Cristina Muñoz-Peñaa,
Autor para correspondencia
cristinamupe@gmail.com

Autor para correspondencia.
, María José Ocaña-Canob, Carmen Amores-Antequerac, Purificación Cantudo-Muñozc
a Unidad de Gestión Clínica de Laboratorio, Hospital Universitario San Agustín, Linares, Jaén, España
b Unidad de Dermatología y Venereología, Hospital Universitario San Agustín, Linares, Jaén, España
c Unidad de Gestión Clínica de Laboratorio, Unidad de Microbiología, Hospital Universitario San Agustín, Linares, Jaén, España
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La mayoría de las especies de Gordonia se han aislado de fuentes ambientales, y presentan una gran diversidad metabólica, por lo que son potencialmente útiles para la biotecnología ambiental e industrial; sin embargo, debido a que algunas especies son patógenos oportunistas, su aplicación en el medio ambiente está restringida. Estos patógenos oportunistas son causa rara de enfermedad en humanos, y se describen con mayor frecuencia como agentes causantes de bacteriemia en pacientes inmunocomprometidos1. Los patógenos humanos más frecuentes son G. terrae, G. sputi y G. bronchialis2,3. G. araii fue identificado por primera vez en Japón, en el año 2006, en el esputo de un paciente con neumonía bacteriana4, y en el año 2010, en Nueva Jersey, se expuso un idéntico caso5. Además, en el año 2009 se presentó el primer caso de infección por G. araii asociada con un dispositivo ortopédico en un paciente inmunocompetente6. Nosotros describimos el primer caso de infección cutánea por G. araii.

Varón de 74 años, con antecedentes de hepatopatía crónica, EPOC moderado, reflujo gastroesofágico y osteoporosis, que acude a atención primaria tras herirse, un mes antes, con una palmera putrefacta, en cuyo interior se encontraba un gusano, en el tercio medio posterior del miembro inferior izquierdo, presentando una tumefacción en dicha zona. Se deriva al paciente a la consulta de cirugía general y se realiza exéresis del nódulo, enviándose muestra para estudio por el servicio de anatomía patológica, el cual informa de patrón histológico granulomatoso con presencia de granulomas de tipo tuberculoides y supurativo. Se decide remitir al paciente a la consulta de dermatología, para proseguir con el estudio, observándose, después de 4 meses del incidente, una tumoración nodular de más de 3cm, con centro necrótico sanguinolento y esfacelado, además de linfangitis con patrón esporotricoide y eritema alrededor del micetoma. Ante la sospecha de micobacteriosis vs. micosis, se realiza toma de biopsia en fresco, y se decide, como tratamiento, cura local con antiséptico y mupirocina tópica a la espera de los resultados microbiológicos.

La biopsia tomada se cultivó en los medios adecuados para cultivo de bacterias aerobias, anaerobias, hongos y micobacterias, realizándose también tinción de Gram, Ziehl-Neelsen y Giemsa. En la tinción de Gram, se observaron aislados leucocitos por campo, pero no se consiguió apreciar ningún microorganismo, al igual que en las tinciones de Giemsa y de Ziehl-Neelsen. Hasta las 48h no se empezó a observar un ligero crecimiento, únicamente en las placas de agar sangre y agar chocolate. Después de 5 días de incubación se observaban colonias en cultivo puro, de color crema, de aspecto seco, superficie rugosa y bordes irregulares (fig. 1). No creció en el medio MacConkey, ni tampoco en anaerobiosis. Sí hubo crecimiento en medio de Lowenstein-Jensen, presentando un aspecto similar a las micobacterias, aunque no fueron ácido-alcohol resistentes. En la tinción de Gram de las colonias, se observaron bacilos Gram-positivos irregulares. Se realizó un API® Coryne (bioMérieux), identificándose como Rhodococcus sp con el 97,9% de probabilidad (código 0150004). Ante la sospecha de un actinomiceto por la morfología de la colonia, el Gram y la imposibilidad de identificación completa, se envió el cultivo al laboratorio de taxonomía del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, donde se identificó como G. araii. La identificación se realizó mediante secuenciación parcial del gen 16SrRNA (fragmento de 1086pb). La secuencia obtenida mostró una homología del 99,2% con cepas de G. araii, con números de acceso a GenBank: NR118600 y NR041009.

Figura 1.

Colonias de Gordonia araii, de color gris claro, de aspecto seco, superficie rugosa y bordes irregulares, después de 5 días de incubación en agar sangre. La muestra cultivada procede de biopsia de tumoración nodular cutánea.

(0.1MB).

Se realizó antibiograma en agar Mueller-Hinton, por el método de difusión con discos, para tener una aproximación de la sensibilidad antibiótica, siendo resistente (sin halo de inhibición) a cotrimoxazol, rifampicina, eritromicina y clindamicina, y con halos de inhibición variables para ciprofloxacino, amikacina, amoxicilina+ácido clavulánico, cefotaxima y tetraciclina.

Con el informe preliminar de infección por un actinomiceto, se inició tratamiento con ciprofloxacino 750mg/día y cotrimoxazol 5mg/kg/día. La evolución del paciente fue favorable, desapareciendo la tumefacción a los 20 días de comenzar el tratamiento, con resolución completa del proceso en controles posteriores.

Actualmente existen 26 especies de Gordonia descritas, siendo la especie tipo del género G. bronchialis. El género Gordonia son actinomicetos aerobios pertenecientes al orden Corynebacteriales, familia Nocardiaceae7. El género incluye pequeños bacilos y formas cocáceas, Gram-positivos o Gram-variables, catalasa positivos y, normalmente, parcialmente ácido-alcohol resistentes. Las colonias son similares en apariencia a las colonias de Nocardia: secas, rugosas y, por lo general, de color blanco o amarillo; sin embargo algunas se pueden volver marronáceas, rosas, naranjas o rojas después de varios días en las placas de cultivo. Las distintas especies de Gordonia pueden ser de crecimiento lento, por lo que las placas deben incubarse al menos durante 5 días8.

En la bibliografía consultada, no hemos encontrado ningún caso descrito de infección cutánea por G. araii, aunque sí por G. terrae en un chico de 15 años, siendo la vía de entrada de la infección similar a nuestro caso, el pinchazo con una espina9.

En la literatura se expone que no existe un enfoque estándar para el tratamiento de Gordonia, y que en muchas ocasiones las infecciones provocadas por estas especies no son informadas, seguramente debido a que no es posible su completa identificación mediante métodos convencionales. Así, sería recomendable apoyarse en los laboratorios de referencia para lograr la identificación de Gordonia y disponer de paneles de sensibilidad antibiótica y duración del tratamiento, para promover el diagnóstico, tratamiento y manejo clínico de este tipo de infecciones.

Agradecimientos

Agradecemos al Dr. Juan Antonio Sáez Nieto y a la Dra. Gema Carrasco, del Laboratorio de Taxonomía Bacteriana del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, su colaboración en la identificación de la bacteria.

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