Paciente varón de 19 años, español y residente en Navalmoral de la Mata (Cáceres) acude al Servicio de Urgencias de nuestro hospital aquejado de molestias en su ojo derecho. No refiere haber padecido ninguna enfermedad relevante.
En la exploración física se aprecia en la parte superior externa de la conjuntiva bulbar una lesión nodular de 4 mm de diámetro, aspecto granulomatoso, vascularizada y no adherida. Se le pauta un colirio a base de tobramicina y dexametasona y se le cita seis días más tarde en la consulta de oftalmología para valorar la evolución de la lesión.
EvoluciónTranscurrido este tiempo el aspecto de la lesión no había variado, por lo que se indicó su extirpación quirúrgica con la sospecha de papiloma.
En el examen histológico de la pieza, el estroma conjuntival presenta un denso infiltrado inflamatorio crónico, con focos abscesificados y numerosos organismos esféricos de tamaño y aspecto diversos (fig. 1). Las esferas de menor tamaño muestran en su interior un material grumoso laxo y ocasionales núcleos centrales con nucléolo prominente (fig. 2). Las esferas mayores contienen numerosas células redondeadas, cuyo tamaño aumenta progresivamente desde la periferia hacia el centro de la esfera (fig. 3). En el interior de las células centrales son visibles estructuras globulares eosinófilas. Llama la atención en la figura 1 (punta de flecha) una esfera de tamaño intermedio y contenido laxo, similar al de las esferas pequeñas, pero con numerosas condensaciones basófilas en su interior.
Las distintas esferas (esporangios) presentes en la mucosa de nuestro paciente corresponden a distintos estadios madurativos de un mismo microorganismo: Rhinosporidium seeberi, agente causal de la rinosporidiosis.
La rinosporidiosis es una infección de las mucosas y, con menor frecuencia, de la piel, que afecta tanto al hombre como a diversos mamíferos y aves. La presencia de R. seeberi origina una reacción inflamatoria crónica caracterizada por la formación de pólipos muy vascularizados y friables cuya localización más común es la mucosa nasal, seguida de la conjuntiva como la segunda localización más frecuente. La rinosporidiosis es endémica en el sur de la India y Sri Lanka, aunque se han comunicado infecciones ocasionales en zonas de clima cálido o templado de casi todo el mundo. Afecta fundamentalmente a individuos jóvenes, con un claro predominio en los varones. El baño en aguas dulces (charcas, lagos, ríos, etc.) parece ser el principal factor epidemiológico relacionado con la adquisición de esta infección1,2. Preguntado por este aspecto, nuestro paciente nos comunicó que era muy aficionado a bañarse en los ríos de la zona.
R. seeberi es un microorganismo enigmático, del que se desconoce su hábitat natural y que no ha podido ser cultivado ni transmitido a animales de experimentación2,3. Recientes estudios filogenéticos4,5 lo han relacionado con un grupo de protistas, parásitos de animales de vida acuática, situados evolutivamente en un punto cercano a la frontera entre los hongos y los animales y que actualmente constituyen la clase Mesomycetozoea6.
El diagnóstico se basa en la histología de las lesiones, que es prácticamente patognomónica. Únicamente las formas parasíticas de Coccidioides spp. pueden presentar cierta semejanza con los esporangios maduros de R. seeberi. Sin embargo, los esporangios de Coccididioides spp. son más pequeños, contienen menos células (endosporas) y éstas son todas del mismo tamaño, sin mostrar el gradiente de tamaño característico de R. seeberi. Por otra parte, las características clínicas y epidemiológicas de la coccidioidomicosis, así como el hecho de que Coccidioides spp. sean fácilmente cultivables, hacen difícil la confusión entre estas dos infecciones.
Son muy pocos los casos autóctonos de rinosporidiosis publicados en Europa7, si bien se describe en Serbia el único brote conocido de esta enfermedad en humanos8. En España se han comunicado 10 casos9–13 y llama poderosamente la atención que, al igual que nuestro paciente, la mayoría de ellos residieran en la zona suroeste del país: 6 en la provincia de Cáceres11,12, 1 en Badajoz10 y 2 en Ciudad Real13. El décimo paciente, el primero publicado en España, se diagnosticó en Logroño9.