Hemos leído con gran interés el documento de consenso publicado recientemente en su revista sobre profilaxis antibiótica en cirugía. Con relación a éste, en su apartado referente a la hernia, en el texto completo se hace referencia a los factores de riesgo de infección de sitio quirúrgico (ILQ), y se recomienda su uso «…si existen factores de riesgo como recidiva, edad avanzada, inmunosupresión, drenajes o se prevé un tiempo quirúrgico prolongado», sin embargo concluyen los autores que «…ante la dificultad de predecir alguno de los factores de riesgo en el período preoperatorio, se recomienda la profilaxis en herniorrafia y hernioplastia inguinal abierta»1.
Consideramos que los factores de riesgo relacionados con la hernia (que sea bilateral o recurrente) son diagnosticados en consulta mediante la exploración física y registrados en la historia clínica y, en concreto, el tipo de hernia debe codificarse en el Registro de Demanda Quirúrgica paso previo a la inclusión en lista de espera quirúrgica en los centros hospitalarios.
De acuerdo con la inmunodepresión o la diabetes, la última Guía Internacional del Manejo de la Hernia Inguinal considera que existen pocos datos para sacar conclusiones sobre la utilidad de la profilaxis antibiótica de acuerdo con estos aspectos; sin embargo, en aquellos ambientes/regiones donde la tasa de infección es elevada su uso es recomendado2.
Entre esas regiones2 España queda encuadrada como territorio de alto riesgo quirúrgico junto a países como Paquistán, Turquía, partes de la India y Japón. Esta asignación se fundamenta en el trabajo, inconcluso, desarrollado por Celdran et al.3 en 2004 con 100 pacientes y que fue suspendido por la elevada tasa de infección en el grupo placebo (8,1%) frente a la ausencia de infección en el grupo que recibió profilaxis con cefazolina, diferencias próximas a la significación (p = 0,059). Sin embargo, estudios como el de Morales et al.4 en el año 2000 empleando el mismo antibiótico en un ensayo clínico aleatorizado a doble ciego con un total de 524 pacientes, no pudieron demostrar que la administración profiláctica de antibióticos protegiese frente al desarrollo de ILQ, aunque consideraban necesario estratificar los pacientes según el riesgo quirúrgico y evitar el uso generalizado de antibióticos.
En el año 2003 Romero et al.5 realizaron un estudio de intervención sobre 425 pacientes no aleatorizados comparando cefuroxima 1,5 g frente a placebo en la cirugía de la hernia inguinal primaria o recurrente. El grupo control formado por 218 sujetos presentó una tasa de ILQ del 0,45% (n = 1) frente al grupo placebo (n = 207) con una incidencia del 0,48% (n = 1), no existiendo diferencias estadísticamente significativas. Pese a la no aleatorización concluyen que no hay suficiente evidencia para recomendar de manera sistemática la profilaxis antibiótica en pacientes sin factores de riesgos que van a ser sometidos a una hernioplastia.
Simultáneamente Oteiza et al.6 publicaron un estudio prospectivo aleatorizado comparando la administración de amoxicilina-ácido clavulánico 2 g prequirúrgicos frente a un grupo con placebo. Tan solo se produjo una ILQ en un paciente que había recibido profilaxis antibiótica sin evidenciar diferencias entre grupos, y por tanto no apoyaban la utilización de profilaxis antibiótica en la cirugía de la hernia inguinal cuando se usa material protésico.
La última revisión de la Cochrane, firmada por Orelio et al., concluye que la profilaxis antibiótica en la cirugía electiva de la hernia inguinal no puede ser recomendada universalmente; es probable que reduzca todo tipo de infecciones (superficial y profunda) en ambientes con alto riesgo de infección, pero no produce diferencias o estas son mínimas en los de bajo riesgo. Además, su efecto sobre la infección profunda no parece tener efecto preventivo, o es mínimo, independientemente del terreno en el que nos movamos7.
Por todo lo expuesto, consideramos que la generalización del uso de la profilaxis en la cirugía abierta de la hernia inguinal conllevará un exceso de uso de antibióticos. Dado que los factores de riesgo argumentados (hernia bilateral o recurrente, edad avanzada) son fácilmente identificables al realizar la historia clínica, es posible una reducción del empleo de los mismos, consiguiendo una disminución de los costes, riesgos al paciente (posibilidad de reacciones adversas o anafilaxia, infección por Clostridium difficile) y pudiendo disminuir la selección de microorganismos resistentes8,9.