Mujer de 64 años de edad, de raza negra, natural de Guinea Ecuatorial, y que residía en España desde hacía 18 meses. Consultó por prurito nocturno generalizado de varios meses de evolución, asociado a la presencia de máculas hipopigmentadas irregulares en el tercio distal de ambas piernas (fig. 1), y un nódulo subcutáneo e indoloro en el hombro izquierdo. Se solicitó un estudio complementario que incluyó hemograma, bioquímica y parásitos en heces y orina, y se halló una eosinofilia de 1.800 eosinófilos/l, niveles de IgE de 1.832 kU/l y velocidad de sedimentación globular (VSG) de 42 mm/h. Se realizaron varias biopsias superficiales de piel de las crestas ilíacas y de las escápulas mediante la técnica de exanguino-afeitado dérmico, y se procedió también a la búsqueda de filarias en sangre y orina; todos los resultados fueron negativos.
EvoluciónSe procedió a la extirpación del nódulo subcutáneo del hombro izquierdo, y el estudio histológico demostró un intenso infiltrado inflamatorio que rodeaba los restos de un gusano adulto, todo ello rodeado de una cápsula de tejido fibroso (figs. 2 y 3). Con el diagnóstico de oncocercoma, se instauró tratamiento con 150 μg/kg de ivermectina por vía oral, en dosis única cada 6 meses, y 100 mg/día de doxiciclina, durante 6 semanas. A los 3 meses de iniciar el tratamiento, el prurito mejoró considerablemente y la eosinofilia descendió a 700 céls./l.
La oncocercosis o ceguera de los ríos es una infección parasitaria humana causada por la filaria Onchocerca volvulus, que se transmite por la picadura de la mosca negra del género Simulium. Existen varias especies de simúlidos, de los cuales S. damnosum es el principal vector en África1. La oncocercosis constituye la segunda causa de ceguera infecciosa en el mundo, y es endémica en 30 países del África subsahariana, en 6 de Centroamérica y Sudamérica y en ciertas zonas de Yemen y Omán2. Los parásitos adultos de O. volvulus viven en el tejido subcutáneo de los humanos infectados, encapsulados en nódulos. La hembra produce microfilarias, las cuales son ingeridas de la piel por simúlidos hembra y maduran en su interior a larvas infectivas que, con la picadura de la mosca, pasan a la piel y se alojan en el tejido celular subcutáneo. Tras 12 meses aproximadamente, las larvas maduran a gusanos adultos, los cuales se aparean y producen microfilarias, completando así el ciclo3. Las primeras microfilarias no aparecen en la piel hasta que han transcurrido de 10 a 15 meses de la infección inicial1. Éstas se dirigen desde los nódulos hasta el tejido subcutáneo y las estructuras oculares, en los que originan las lesiones características4.
La mayoría de las manifestaciones clínicas de la oncocercosis se deben a la respuesta inflamatoria del huésped, originada por la muerte de las microfilarias5. La afectación ocular es la complicación más grave, pero la piel es el principal lugar de la infección6. Las formas clínicas de la oncodermatitis se dividen en cinco tipos: oncodermatitis papular aguda, crónica, liquenificada, atrófica e hipopigmentada1,4; otras lesiones que pueden aparecer son las adenopatías reactivas, el edema cutáneo y los oncocercomas. Estos últimos son nódulos fibrosos, palpables e indoloros que se encuentran en la dermis y tejido celular subcutáneo, y se localizan sobre prominencias óseas6.
El diagnóstico de oncocercosis se basa en la observación de las microfilarias en la cámara anterior del ojo o en la piel, o bien de las macrofilarias en las biopsias de los oncocercomas. El tratamiento de elección es la ivermectina por vía oral (150 μg/kg de peso, cada 6-12 meses). La administración debe repetirse de forma periódica, porque la ivermectina sólo elimina las microfilarias, pero no los gusanos adultos4. Recientemente, se ha descrito la posibilidad de conseguir una amicrofilaridermia prolongada asociando doxiciclina (100 mg/día durante 6 semanas) con el objetivo de eliminar la presencia de bacterias del género Wolbachia, endosimbiontes necesarias para la fertilidad de las hembras adultas de O. volvulus3.
En conclusión, nos parece interesante comunicar este caso, en el que la presencia de prurito, hipopigmentación cutánea, nódulos subcutáneos y eosinofilia en una persona procedente de un área endémica deben plantear el diagnóstico de oncocercosis.