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Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica
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Vol. 29. Núm. 4.
Páginas 321-322 (abril 2011)
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José Elías García-Sáncheza,b,
Autor para correspondencia
joegas@usal.es

Autor para correspondencia.
, Enrique Garcíaa, María Lucila Merinoc
a Departamento de Medicina Preventiva, Salud Pública y Microbiología Médica, Facultad de Medicina, Universidad de Salamanca, Salamanca, España
b Servicio deMicrobiología, Hospital Universitario de Salamanca, Salamanca, España
c Departamento de Pediatría, Hospital Universitario de Salamanca, Salamanca, España
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Enferm Infecc Microbiol Clin. 2011;29:32110.1016/j.eimc.2010.09.015
Elisabet Serés, Fèlix Bosch
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Sr. Editor:

Las numerosísimas aportaciones científicas de Paul Ehrlich pueden, y deben, ser analizadas desde una perspectiva profesional y desde un ángulo social.

Desde un punto de vista biosanitario, los logros de Ehrlich, tanto en el momento de producirse como en la actualidad, han gozado de una alta consideración. Dos hechos lo avalan, la literatura científica que a lo largo de cien años los han citado y valorado, y el Premio Nobel en Fisiología o Medicina logrado en 1908 en “reconocimiento a su trabajo sobre la inmunidad”1. Sin olvidar, que fue nominado a este galardón año tras año desde 1901 a 1909, en 1912 y 1913, en estos dos últimos años, por el descubrimiento del 606 (http://nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/nomination/database.html). Las calificaciones de fundador de la quimioterapia y pionero de la hematología, inmunología y oncología y de Magister Mundi no hacen más que manifestar, sin excesos, la realidad1.

En el presente número de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, se analiza el impacto que tuvo el científico alemán en la prensa, escudriñando su presencia en noticias del The New York Times publicadas entre 1908 a 19492. La prensa era el principal medio de comunicación social en aquella época. Una excelente revisión que da pie a hacer algunas reflexiones.

¿Estos 80 artículos reflejaron la importancia real del científico? Aparentemente sí, los medios de comunicación en aquella época estaban a años luz de lo que son en la actualidad y el número de menciones es importante. La realidad posiblemente es que no se le diera el relieve merecido ya que el grueso de las columnas se referían al Salvarsan. Las aportaciones de Ehrlich fueron “muy profesionales” salvo en el caso del Arsfenamina. La sífilis era bien conocida y el poder disponer de un tratamiento eficaz era una noticia que sin ninguna duda interesaba a la población. Por eso, es lógico que lo que más llamara la atención de las aportaciones de Ehrlich fuera el 606.

¿Decía algo el nombre de Paul Ehrlich en la población? Casi seguro que no. Hoy ocurre otro tanto incluyendo, probablemente, a muchos estudiantes y profesionales sanitarios. ¿Qué ocurriría si en una encuesta se preguntara quien es Luc Montagnier? Henry Dale, Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1936, en la introducción de la biografía que Martha Marquardt escribió sobre Paul Ehrlich en 1951, se extrañaba que hasta ese momento no se hubiera escrito una biografía documentada de Ehrlich3.

A principios de 2010 Nicholas Bakalar ha analizado algunas de las menciones que sobre Paul Ehrlich hizo el The New Times entre 1808 y 1915. Su contenido completa, en parte, lo referido en el artículo que se comenta. La primera referencia a Ehrlich es del 11 de diciembre de 1908, en ella se decía que: “un científico alemán relativamente desconocido había sido galardonado con el Premio Nobel de Medicina”. El 3 de agosto de 1910 el periódico informó del descubrimiento del 606 y el día 10 del mismo mes que se había empleado en Berlín en el tratamiento de 503 casos, incluyendo varias formas de lúes, y el corresponsal señalaba que el tiempo se encargaría de demostrar si las curaciones eran o no definitivas. El 11 de septiembre de 1911 el periódico publicó una noticia sobre una reunión que la American Medical Association celebró en Berlín y en la que uno de los discípulos de Ehrlich defendió a su jefe de las acusaciones de quererse enriquecer con su descubrimiento. La American Medical Association, como no podía ser menos, le reconoció su derecho a las patentes internacionales. El 27 de noviembre de 1910 el diario informó que el fármaco se administraría por vía venosa y que se comercializaría con el nombre de Salvarsan. Ehrlich murió en Hamburgo, el 20 de agosto de 1915, un día después, en un obituario el The New Times señaló que había sido “uno de los científicos médicos más célebres del mundo”4.

Dr. Ehrlich Magic Bullet (1940) de William, a pesar de sus imprecisiones y falsedades, es una excelente cinta y sin duda contribuyó a que la biografía del personaje llegara al gran público. Es una lástima que nunca haya sido estrenada en España. En los porqués que justifican su realización no hay que olvidar que se realza a un judío en una población alemana que en absoluto le fue propicia. Algo que sí han pretendido hacer los artículos que se están publicando en esta revista.

Bibliografía
[1]
J.E. García-Sánchez, E. García, M.L. Merino.
Cien años de la bala mágica del Dr. Ehrlich (1909-2009).
Enferm Infecc Microbiol Clin., 28 (2010), pp. 521-533
[2]
Serés E, Bosch F. La bala mágica en la prensa. Enferm Infecc Microbiol Clin. 2011. doi:10.1016/j.eimc.2010.09.015.
[3]
M. Marquardt.
PaulEhrlich.
HenrySchuman, (1951),
[4]
Bakalar N. First mention Paul Ehrlish, 1008. The New York Times [Periódico electrónico]: 1/2/10 [consultado 1/12/2010]. Disponible en: http://www.nytimes.com/2010/02/02/health/02first.html?_r=1
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