Nos complace leer la respuesta de Balbuena y Aranaz1, a nuestro artículo sobre S. aureus resistente a meticilina (SARM) con reservorio en un trabajador sanitario2 (este número), y deseamos responder a la misma.
En su réplica, los autores cuestionan la decisión de separar a un trabajador de su puesto de trabajo habitual, sin una evidencia firme. Coincidimos con ellos en que se trata de una decisión controvertida, complicada y no exenta de implicaciones éticas, legales y profesionales.
En nuestro caso la decisión de separar a la trabajadora de sus tareas habituales estuvo fundamentada no solo en el vínculo epidemiológico entre la trabajadora implicada y los pacientes, también en el hecho de que tuvieran el mismo clon (demostrado por campo pulsado), pues como dicen Albrich y Harbarth, es difícil dilucidar si el trabajador es fuente, vector o víctima3.
Nuestra hipótesis fue que la trabajadora era el reservorio del clon de SARM resistente a mupirocina y ácido fusídico, ya que fueron apareciendo casos en esa planta en distintos períodos, sin vínculo epidemiológico entre ellos. Por ello optamos por hacer una retirada provisional en la que la trabajadora fue sometida a descolonización, como se indica en el artículo; tras la reincorporación a sus tareas habituales, se le indicó que debía seguir unas medias básicas de control de infecciones, reforzadas con el uso de mascarilla en las tareas que implicaban manipulación de dispositivos invasivos y/o heridas4. No obstante, siguieron apareciendo casos y, ante la persistencia de la colonización en dicha trabajadora, se decidió apartarla de la atención directa a pacientes.
En nuestro artículo mencionábamos en el apartado discusión que la continuidad de una estrecha vigilancia del comportamiento del SARM en nuestro centro definiría si se ha realizado un control adecuado de la situación2. El hecho de que tras esta retirada definitiva no hayan parecido más casos, hasta la fecha, refuerza nuestra hipótesis inicial.