Entre los efectos adversos del tratamiento antirretroviral, probablemente el más trascendente sea la toxicidad metabólica y sobre el tejido adiposo por sus eventuales consecuencias a largo plazo en términos de riesgo cadiovascular. Dado que no todos los pacientes tratados con fármacos antirretrovirales la presentan, se ha postulado que debe existir una predisposición genética. La información actualmente disponible es, a menudo, no concordante.
Se ha demostrado de forma consistente que los polimorfismos en los genes que codifican para las apolipoproteínas A5, C3 y E, para las proteínas transportadoras de ésteres de colesterol (CETP), y en el cassette de enlace a ATP tipo A1 (ABCA1), modulan la generación de la dislipidemia secundaria al tratamiento antirretroviral, especialmente si éste contiene inhibidores de la proteasa (IP). En cuanto a los polimorfismos de la proteína de unión al elemento regulador de esteroles tipo 1 (SREBP1), no existen evidencias concordantes. En el caso de la redistribución de la grasa corporal o lipodistrofia, se ha estudiado si mutaciones en el ADN mitocondrial modulan el riesgo de aparición, con resultados no concluyentes. Se ha descartado de forma rotunda la existencia de mutaciones en el gen de la lamina. Se han investigado los polimorfismos de genes que codifican para citocinas proinflamatorias, incluyendo el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), la interleucina 1 beta (IL-1β) y la interleucina 6 (IL-6), con evidencias contradictorias en el caso del TNF-α, negativas en el caso de la IL-6 y datos que sugieren una asociación positiva en el caso de la IL-1β. Por otra parte, los polimorfismos en el gen que codifica el factor derivado de células de la estroma-1 (SDF-1) y la proteína quimioatractiva de monocitos-1 (MCP-1) se han relacionado con la presencia de arteriosclerosis subclínica en pacientes infectados por el VIH-1 que reciben tratamiento antirretroviral.
Among the adverse effects attributed to antiretroviral therapy, one of the most striking is probably the appearance of the lipodystrophy syndrome and its associated metabolic derangements, given its potential long-term effect as a cardiovascular risk factor. Since not all patients who receive antiretroviral drugs experience these adverse effects, a host genetic predisposition has been postulated. However, currently available data on this issue is inconclusive and preliminary.
It has been consistently demonstrated that polymorphisms in the genes that encode for apolipoproteins A5, C3 and E, for the cholesterol ester transporter proteins (CETP), and in the ATP binding cassette type A1 (ABCA1) influence the development of dyslipidemia in patients treated with antiretroviral drugs, particularly if the therapeutic regimen includes protease inhibitors. Data on the effect of polymorphisms in the sterol regulatory ester binding protein type 1 (SREBP1) are inconsistent.
The effect of mitochondrial DNA mutations on the risk of lipodystrophy has been assessed, with inconclusive data. No polymorphisms in the lamin A gene have been detected. Investigations have assessed the effect of diverse polymorphisms in the genes that encode for several proinflammatory cytokines such as tumour necrosis factor alpha (TNF-α), interleukin-1-beta (IL-1β) and interleukin-6 (IL-6). The results show inconsistent data in the case of TNF-α, no association in the case of IL-6, and preliminary positive associations in IL-1β.
In contrast, polymorphisms in the genes encoding for stromal derived factor 1 (SDF-1) and for monocyte chemoattractant protein 1 (MCP-1) have been shown to influence the development of subclinical atherosclerosis in HIV-1-infected patients treated with antiretroviral drugs.