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Si bien durante décadas hemos estado sometidos a largos silencios políticos como respuesta a nuestros meritorios y justos requerimientos, por un natural crecimiento académico y profesional de la enfermería española, ahora se nos presenta un amplio abanico de proyectos legislativos que deberemos poder desentrañar con juicio crítico y con las miras puestas en la mayor altura que merece, muy por encima de quedar contentos porque "ya tenemos legisladas las especialidades que tanto hemos deseado". Cabe preguntarse ahora por qué no se regularon entonces las especialidades que quedaron abolidas en 1987 y por qué se ha obviado un debate de política sanitaria tan necesario como es todo lo referente a la educación y la cualificación de los profesionales de la salud y, en particular, de las enfermeras, que suponen alrededor del 70% del total de los recursos de profesionales con que cuenta el sistema de salud. La calidad del servicio, la calidad de la atención personalizada y la capacidad de resolución de problemas en la sanidad española que atienden las enfermeras hoy pasa incuestionablemente por la mayor y mejor educación académica y profesional.</p><p class="elsevierStylePara">Pero nos encontramos ante un dilema complejo: hoy las enfermeras nos estamos formando a iniciativa propia en contenidos de otras disciplinas, en el desarrollo de segundos ciclos y doctorados, en programas de posgrado especializados y a través de convenios internacionales con instituciones acreditadas y universidades extrajeras. Esta realidad, que indudablemente está enriqueciendo nuestro capital humano y profesional, no tiene cabida ni referente en el contexto de la regulación de la ordenación de las profesiones sanitarias ni, por lo tanto, en la evaluación del impacto que ello supone en la calidad de las prestaciones ofrecidas por las enfermeras en los servicios de salud. La Ley 44/2003 de 21 de noviembre de Ordenación de la Profesiones Sanitarias limita la función de la enfermera al marco de la legislación hasta entonces existente, como no puede ser de otra manera. Por lo tanto, no estoy cuestionando el contenido de la Ley, aunque nazca limitada según criterios consolidados hace más de 4 décadas, sino la oportunidad de su promulgación en el tiempo y en el espacio en el que nace, cuando ya se están generando nuevos contextos que, de forma incuestionable, habrán de modificarla. Y éste es el mismo argumento que traslado a la actual propuesta de Real Decreto sobre Especialidades de Enfermería. Considero que es necesario un debate conjunto en la profesión para poder poner sobre la mesa el diálogo de la oportunidad de esta legislación en términos de rédito, y no así del oportunismo que en su caso pueda surgir para que se promulgue concretamente ahora.</p><p class="elsevierStylePara">El desarrollo de las especialidades actuales nace por imperativo europeo, y así se puso de manifiesto en la regulación de la especialidad de enfermería obstétrico-ginecológica (matrona) y, posteriormente, en la de enfermería de salud mental. Pero de la misma manera, ahora asistimos a las prisas por una regulación que, inevitablemente, está determinada por el contexto de la apertura del espacio europeo de educación superior, en el que se nos brinda la posibilidad de estructurar el desarrollo académico en todos los niveles de grado. Entonces vemos de nuevo cómo los diferentes grupos de poder se apresuran a acotar todos los campos y frentes que tenemos abiertos en la profesión con una legislación que, más que intentar resolver los problemas genéricos que tenemos, pretende resolver los problemas parciales de cada uno de los sectores de la profesión. Una llamada a la calma no nos vendría mal.</p><p class="elsevierStylePara">El debate de la especialización se halla en este momento en dos planos diferentes. Por una parte, el proyecto de Real Decreto por el que se regulan los estudios universitarios de posgrado, que parece de inminente promulgación y que postula la profundización y el desarrollo de determinados campos de la actividad profesional, con lo que se configura una propuesta académica de contenidos abiertos al quedar a iniciativa de las universidades el diseño de los programas docentes de contenido curricular para las diferentes titulaciones de máster de grado académico. Ésta es una vía de regulación de las especialidades que deberemos contemplar en el futuro de la profesión, y otra distinta es la que en la actualidad se está tramitando y que está refrendada por la más ancestral de las tradiciones, con dependencia del Consejo de Especialidades del Ministerio de Sanidad y Consumo. Tenemos, por lo tanto, la vía académica y la vía profesional. ¿No sería éste el momento de hablar ya de una cooperación real y efectiva? Como todo está por debatir, mi consideración aquí no es que nada sea mejor que otra cosa, sino que "todo está por debatir"; pues hagámoslo.</p><p class="elsevierStylePara">Ante este panorama, nos encontramos en pleno mes de diciembre de 2004 y tenemos que afrontar, por una parte, el Real Decreto que regula la formación de posgrado, que contempla todas las disciplinas de educación superior, y, por otra, el proyecto de Real Decreto sobre Especialidades de Enfermería, que nos compete de forma particular a nosotros. Me pregunto: ¿son complementarios o se superponen? Es bueno para la profesión que, después de llevar décadas reivindicando un estatuto marco para las profesiones sanitarias, nos hayamos acomodado a la Ley de Ordenación de la Profesiones Sanitarias, y que, después de llevar las mismas décadas sin regulación de las especialidades, ahora, precisamente ahora que podemos compartir un proyecto común de regulación de las especialidades por la vía académica con tantas disciplinas de otras ramas y con Europa, estemos discutiendo un Real Decreto sobre Especialidades de Enfermería sin valorar el contexto en el que nace. Una vez más me reitero en lo que ya es una constante en mis debates, y es que "el desarrollo de proyectos fuera de su contexto no hace sino generar esfuerzos estériles para el desarrollo de la profesión".</p><p class="elsevierStylePara">Algo está fallando, algo no hemos comprendido, o algo está sucediendo en algunos sectores que promueven una estructura profesional que, al menos a primera vista, pide prudencia, cautela y valoración antes de tomar una decisión que en vez de situarnos a la altura de los tiempos vuelva a hacer de nuestro colectivo lo que podemos denominar "esa extraña rareza" en el universo de los mortales. Me atrevo a reivindicar la "normalidad" para el desarrollo de la enfermería española. Y me atrevo porque aún tenemos muy reciente la argumentación que se nos dio en su día para no aprobar la homologación a título oficial de licenciatura en enfermería el título propio de segundo ciclo. En este caso se utilizó el mismísimo argumento que estoy utilizando ahora. En julio de 2002, después de 4 años de gestación de un proyecto de licenciatura, desde el entorno político se pidió a las enfermeras sensatez y paciencia para no aprobar un proyecto que pudiera nacer muerto a las puertas de la regulación académica, que venía de la mano de nuestra incorporación al espacio europeo de educación superior. Lo comprendimos, lo quisimos comprender quienes en aquel momento podíamos liderar el proyecto, lo defendieron como argumento quienes desde la profesión no estaban de acuerdo con este proyecto concreto, lo entendieron los más de 6.000 titulados y alumnos que tienen el título superior, y lo entendieron todos los políticos y técnicos; porque parecía lo prudente, parecía que daba respuesta a un sentido común y a un común sentir. Por lo tanto, mi pretensión ahora no es entrar a debatir los problemas técnicos que me sugieren cada uno de los borradores del Real Decreto sobre Especialidades, sino ir a la cuestión de fondo. Las alegaciones hechas desde las asociaciones, sindicatos y comunidades autónomas están en los Anales de la Comisión de Recursos Humanos del Ministerio de Sanidad y Consumo.</p><p class="elsevierStylePara">De esta manera, me permito lanzar algunas preguntas para los lectores de la revista. ¿Las enfermeras queremos seguir estudiando y seguir especializándonos en enfermería médico-quirúrgica? ¿Queremos seguir estudiando enfermería maternal por un lado y enfermería pediátrica por otro? Si desde hace años hemos desterrado de la enfermería profesional los contenidos técnicos como finalidad de nuestra enseñanza, ¿se corresponden especialidades en campos que ya no están comprendidos en el currículo básico? Éste es mi planteamiento de fondo.</p><p class="elsevierStylePara">Creo que las especialidades no deberían ser otra cosa que el desarrollo de los contenidos que nos permita profundizar en la naturaleza de la disciplina y, cuando hablo de disciplina, voy algo más lejos de los límites que determinan tareas concretas de un aprendizaje instrumental. Hablo de la naturaleza y del ser de la enfermería, hablo de lo que sustenta el conocimiento del ser, del pensar y del hacer en el cuidado enfermero. Para que las especialidades puedan desarrollar contenidos disciplinarios, parece evidente que el proyecto de la titulación de grado académico deberá estar de igual manera previamente orientado desde la estructura y el pensamiento disciplinario. Por ello, dejo al aire algunas ideas que quizá puedan orientarnos para el debate en el seno de la profesión, para que las futuras legislaciones que se promueven sean realmente promotoras de un desarrollo profesional.</p><p class="elsevierStylePara">Los contenidos de una materia o de una especialidad que se denomina "enfermería médico-quirúrgica" en el Plan de Estudios resulta hoy anacrónica con la evolución del cuerpo disciplinario. El concepto "enfermería" delimita el campo de la educación y de la actividad enfermera, y el concepto "médico-quirúrgico" hace referencia a un saber de la medicina. Parece más oportuno entonces hablar de una enfermería que desarrolle campos definidos a partir de la naturaleza misma del cuidado y que, desde mi consideración, éstos deberían estar determinados por la situación de salud y de vida que tienen las personas y su entorno, y por el crecimiento y desarrollo humano. Hablaríamos entonces de cuidados en la promoción de la salud, cuidados por déficit de salud, cuidados en edades avanzadas, cuidados en situación crítica, cuidados dependientes y ante nuevas demandas de salud, etc. No es el diagnóstico médico o quirúrgico el que determina un cuidado concreto; lo es la situación de autonomía para el cuidado en la que se encuentra la persona y su entorno. No es que yo crea que las enfermeras no deben conocer y aprender sobre ciertos contenidos de la medicina, como de tantas otras disciplinas. Es que considero que esos contenidos no son el eje y la esencia del saber enfermero, son tan sólo conocimientos complementarios y, por lo tanto, no son causa de especialización. Por otra parte, separar el aprendizaje del cuidado de la madre y del niño, cuando por su misma naturaleza se determina el cuidado del niño como un cuidado dependiente que se constituye a partir del binomio madre-hijo, no parece lo más apropiado.</p><p class="elsevierStylePara">De otra manera, no cabe otra interpretación sobre el lugar que ocupan las técnicas del cuidado que la consideración de un mero instrumento para garantizar la calidad de los procedimientos del cuidado (que es el fin). La tecnología del cuidado, así expresada y así comprendida, se concibe como un medio que posibilita el avance y el desarrollo de la calidad de vida y de la calidez humana. No cabe, por tanto, en esta interpretación hablar de especialización técnica, y menos de especialización en técnicas diagnósticas y terapéuticas cuya finalidad no está en el cuidado de la vida, sino en la colaboración en el diagnóstico médico, y para ello habrá que considerar como recursos el perfil de los técnicos sanitarios especialistas. La tecnología del cuidado es el desarrollo de procedimientos que mejoran la autonomía en el cuidado de la vida y la salud de las personas y que se aplican en todas las situaciones y formas del cuidado.</p><p class="elsevierStylePara">Por ello, por todo lo expresado, considero que los resultados que surjan de la negociación de estos reales decretos serán aceptados, porque en cualquier caso habrán de estar argumentados por quienes los negocian en la primera fila, pero a partir de sus resultados seguiremos construyendo nuestra historia, y no olvidemos que los responsables de nuestra historia somos los que la construimos cada día.</p>" "pdfFichero" => "35v15n02a13073068pdf001.pdf" "tienePdf" => true ] "idiomaDefecto" => "es" "url" => "/11308621/0000001500000002/v0_201307151224/13073068/v0_201307151224/es/main.assets" "Apartado" => array:4 [ "identificador" => "15321" "tipo" => "SECCION" "es" => array:2 [ "titulo" => "Editorial" "idiomaDefecto" => true ] "idiomaDefecto" => "es" ] "PDF" => "https://static.elsevier.es/multimedia/11308621/0000001500000002/v0_201307151224/13073068/v0_201307151224/es/35v15n02a13073068pdf001.pdf?idApp=UINPBA00004N&text.app=https://www.elsevier.es/" "EPUB" => "https://multimedia.elsevier.es/PublicationsMultimediaV1/item/epub/13073068?idApp=UINPBA00004N" ]
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