Desde hace unos años me han ido llegado inputs desde diferentes canales, que sin ser demasiado claros en sí mismos, dejaban intuir atisbos de la celebración de congresos y la existencia de publicaciones cuya principal misión o finalidad no es la científica1,2. Incluso yo, que no vengo de una formación científica, he recibido algún que otro mail de reclamos provenientes de estos pseudo-congresos científicos. Ha sido entonces cuando este tema me ha llamado realmente la atención, para querer conocer más en profundidad este fenómeno y realmente, en qué consiste.
¿Qué son?Básicamente son congresos y publicaciones que no tienen rigor científico. Los contenidos publicados carecen de la revisión por pares, no se sabe bien qué entidad organizadora hay detrás y claramente, tras un primer análisis, se detecta que su principal motivación es la económica.
Y si se sabe que son de alguna manera un “fake”, ¿cómo puede ser que proliferen?
Hay varios motivos, pero sin duda el más importante es tan viejo como actual, y es el desmedido interés en ganar dinero que ciertas empresas y colectivos tienen, y que claramente desprecia el ingente y admirable trabajo que la comunidad científica lleva a cabo día a día desde hace ya muchos años.
Invitan a investigadores para que asistan como participantes en conferencias o congresos fraudulentos, donde las propuestas no reciben revisión alguna. Simplemente quién desee participar (y obtener el crédito correspondiente) ha de pagar una media de 1000 euros3.
Ciertos profesionales, que son una minoría y habitualmente se encuentran en los inicios de su carrera, en su afán de mejorar en su carrera profesional de forma rápida son atraídos por los títulos sugerentes y seductores de estos congresos y publicaciones. A este hecho, hay que añadir las promesas de lograr la publicación de los artículos en tiempo récord o con mayor facilidad de lo que suele ser habitual y sin ser del todo conscientes, contribuyen a éste fenómeno, generando precisamente el efecto contrario en su carrera.
Sobra decir que está en el interés de toda la comunidad científica y también del propio sector de la organización de congresos, no contribuir a este fenómeno y si es posible, denunciar (a través de redes sociales, bloqueando cuentas de email, etc.) todas las iniciativas que no respeten el rigor científico y la base del trabajo del colectivo científico que tan necesario es para el futuro de nuestra Sociedad.
¿Faltaba alguien más?Venimos de una crisis que en España se ha llevado por delante 3,6 millones de empleos (desde otoño de 2008)4, y que ha tenido una duración de más de 6 años (personalmente, creo que realmente no hemos salido del todo de ella). Además, desde el 2000, el salario medio pasó de 19.500 a 20.600 euros en 15 años, una subida de apenas el 6%5.
Los profesionales del sector salud ven remunerado su trabajo con sueldos por debajo de lo que verdaderamente les corresponde (sólo hay que compararlos con sus colegas en países del entorno para poner negro sobre blanco esta anormalidad)6, con condiciones laborales que también han empeorado en los últimos años y que, entre otras cosas, son causa de que cada vez sea más complicado poder asistir a congresos que les permitan formarse y mantenerse al día para atender mejor a los pacientes.
La industria farmacéutica, por su lado, también ha realizado recortes en la inversión de incentivos y congresos, aumentando a la misma vez el número de actividades propias que compiten con los congresos organizados por las propias Sociedades científicas.
Por si no tuviéramos suficiente con las dificultades que actualmente nos encontramos en el sector de la organización de congresos y reuniones, aparece esta nueva amenaza de los congresos depredadores.
Y dicho lo cual, ¿qué va a suceder en los próximos años?
Nadie conoce el futuro, y por supuesto yo tampoco, pero sí es cierto que hoy tenemos indicios y pistas sobre hacia dónde apunta dicho futuro.
1.- Por un lado, sabemos que la necesidad de formación por parte de los profesionales no ha menguado en los últimos años, sino más bien todo lo contrario, ha aumentado y con una intensidad muy relevante. Estamos en un momento donde la necesidad de investigación es mayor, donde muchas de las patologías generales buscan conocimiento más especializado para poder abordar mejor los retos que plantean desde el punto de vista de cuidados, tratamiento, e investigación7.
Observamos un aumento de los congresos que versan sobre temáticas específicas, y que generalmente llevan asociado un tamaño menor de participantes, en comparación con temáticas más generalistas.
Seguramente la hiperconectividad de nuestra Sociedad actual, junto con la velocidad a la que los cambios se suceden, muestran más que nunca que vivimos en un entorno de cambio continuo, y eso, sin lugar a dudas, lo cambia todo. Lo normal para estos tiempos, y los años que vienen, es y será vivir en una sensación de cambio constante. Lo que valía ayer, hoy es caduco y seguramente, no tendrá validez para mañana. Por tanto, haremos bien en acostumbrarnos a que cambiar es la nueva normalidad. De hecho, bien pensado, la vida misma ya es eso. Cada día es diferente al anterior y será diferente al siguiente pero ahora de alguna manera, se nos muestra con muchísima más claridad.
Déjenme aclarar, no obstante, que no reniego del conocimiento tradicional, todo lo contrario, considero que es la base sobre la que sustentar la capacidad para adquirir nuevos conocimientos y habilidades.
2.- Existen y existirán elementos en el ámbito de la administración pública que no ayudarán a que los profesionales puedan asistir a los congresos.
Con toda certeza, hemos dejado atrás y para siempre, aquellos años donde para un profesional era posible asistir a varios congresos a lo largo del año laboral. Los profesionales priorizarán aquellos congresos a los que realmente les interese asistir.
Otros factores como la evolución de la población, los sueldos medios y el entorno económico es muy posible que no mejoren en el futuro, por lo que estos elementos probablemente tiendan a tensionar esta tendencia.
3.- En contraposición al punto anterior, existe y existirá una industria farmacéutica que seguirá teniendo interés en que los profesionales estén formados y conozcan las ventajas de sus productos y servicios.
Esto se plasmará de varias maneras, por un lado continuará su contribución directa o indirecta a la celebración de los congresos, y por otro, la realización de actividades propias de formación seguirá en aumento.
Sin lugar a dudas, la exigencia de la industria para participar en los congresos será mucho más alta y toda inversión de la que no se vea un retorno claro y medible, sencillamente será descartada.
4.- La oferta formativa seguirá siendo amplia pero sólo aquella oferta de verdadero valor será la que prevalecerá en el tiempo.
Muchísimos congresos de cuestionable valor científico se han quedado en el camino durante los últimos años y esta es una realidad que seguirá sucediendo en los próximos años.
5.- La incorporación de nuevas generaciones de profesionales, junto con tecnologías actuales y futuras, permitirán la existencia de múltiples canales para proveer la formación.
El congreso presencial convive y convivirá con otras formas y maneras de acceder a la formación, aulas virtuales, webinares, etc. conformarán un mix de canales que proveerán la formación de forma personalizada a cada profesional, de manera que cada profesional podrá configurar su formación en función de sus propias necesidades e intereses.
Por todo lo anterior, el argumento fundamental tanto para los congresos como publicaciones futuras debe ser por encima de todo, su relevancia y potencia científica. Estos aspectos han de ser el eje fundamental sobre el que construir cualquier propuesta de congreso y/o publicación.
A partir de esta piedra angular, los retos se encuentran en cómo se va a proveer el conocimiento científico (en qué formato), cómo se van a organizar los congresos (replanteamiento del modelo tradicional) y en conocer verdaderamente las necesidades e inquietudes de los actores principales (profesionales sanitarios e industria).
Sin duda, estamos ante retos enormes que, por mi enorme admiración a los profesionales sanitarios y dicho desde la absoluta modestia, nuestras ganas de aportar un pequeño grano de arena al sector y a la Sociedad, trataremos de responder de la mejor manera posible.
Pongamos todo nuestro empeño en ello.
