Como enfermera de cuidados críticos en adultos, muchas veces me planteo la necesidad de nuestros pacientes de tener la oportunidad de estar acompañados por sus seres queridos todo el tiempo que deseen. Lo que se conoce como las UCI de puertas abiertas o de visitas flexibles nos permitiría ir alejándonos de una normativa más restrictiva o cerrada que es a la que todavía estamos mayoritariamente acostumbrados. Aunque cada hospital tiene políticas distintas generalmente se basa en una o 2h de visita al día y en ocasiones también se restringe el número de acompañantes del paciente. Menos mal que ya quedaron prácticamente atrás los días en que las visitas se realizaban a través de un cristal, de manera que el paciente no podía ni abrazar ni tocar a su familia con la angustia que se generaba en ambas partes.
Si hablamos de visitas flexibles, la mayoría de las veces se centra esta atención en los deseos de los familiares o allegados del paciente. Está claro que para muchas familias lo ideal sería poder elegir cuándo y cuánto tiempo estar con su familiar no solo por el deseo y necesidad de estar con él, sino también para poder compatibilizar su vida laboral y familiar. Pero no debemos olvidar que el centro de los cuidados es el paciente, la familia también, por supuesto, pero siempre debe prevalecer el deseo y las necesidades de nuestros pacientes por encima de los de la familia.
Dicho lo anterior, es una realidad que cada vez más pacientes y familiares abogan por esta apertura de las unidades y que también poco a poco los profesionales somos conscientes de los beneficios que para pacientes y familiares acarrean1,2. Son cada vez más las UCI que flexibilizan sus políticas de visita, pero si hablamos de cuidados intensivos de adultos, la posibilidad de tener una visita abierta las 24h del día es todavía muy poco frecuente3.
Sí que es verdad que, en las unidades en que todavía esto no es una realidad, y aunque cada vez más profesionales estemos a favor, los cambios deben hacerse de forma progresiva y, en ocasiones se necesitará formación específica que ayude a hacer frente a esta transición y vencer los obstáculos o dificultades que podamos encontrarnos. A veces los profesionales somos reacios a las UCI abiertas porque consideramos que puede entorpecer la organización de los cuidados, retrasar la visita médica, crear dificultades de comunicación con las familias, extender la creencia de que la familia puede desestabilizar al paciente, restarle tiempo de cuidados, etc.4,5.
Los profesionales de cuidados intensivos debemos estar preparados para abrir las puertas de las UCI, y las enfermeras tenemos que hacer partícipes de los cuidados a las familias siempre que sea su deseo y el del paciente. Está en nuestras manos también crear un ambiente más cálido y humano que ayude a sobrellevar la alta tecnificación de nuestras unidades. ¿Estamos preparados entonces los profesionales para el cambio? Yo humildemente creo que sí, pero solo si trabajamos todos los profesionales en equipo e involucramos a pacientes y familia en el proceso, porque son ellos realmente el centro y motivo de nuestro trabajo.
