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Vol. 52.
Páginas 88-107 (julio - diciembre 2016)
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El discurso patriótico y el aparato propagandístico que sustentaron a la expropiación petrolera durante el cardenismo
The patriotic speech and the propaganda apparatus that support the oil's expropriation during the cardenism
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Omar Fabián González Salinas
Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
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Resumen

El artículo demuestra que una vez decretada la expropiación de la industria petrolera, el gobierno presidencial de Lázaro Cárdenas recurrió al despliegue de un discurso patriótico y un aparato propagandístico como estrategias para movilizar a la población en favor de dicha medida. Por ende, el estudio se aleja de la idea de que la expropiación haya gozado de un respaldo popular totalmente espontáneo, pues dicha movilización en buena medida fue promovida y dirigida por el gobierno cardenista desde 1938 y hasta el final del sexenio. Asimismo, se busca ahondar en el momento en que se comenzó a vincular el petróleo con la identidad nacional de los mexicanos.

Palabras clave:
Cardenismo
Expropiación petrolera
Discurso nacionalista
Propaganda
Movilización social
Abstract

This article shows that once that Lázaro Cárdenas’ government ordered the oil industry's expropriation, it turns to disseminate a patriotic speech and propaganda as strategies to mobilize the population on supporting this action. Therefore this article moves away from the idea in which the expropriation had only a spontaneous social support. It shows that the mobilization was promoted and leaded by the State since 1938 until 1940, when Cárdenas’ government ended. Also, the arguments deepen the beginning of the bond between the oil and the national identity from Mexicans.

Keywords:
Cardenism
Oil expropriation
Patriotic speech
Propaganda
Social movilization
Texto completo
Introducción

En los últimos años ha quedado claro que el petróleo es el recurso natural que mayor interés y movilización genera entre los mexicanos. Baste recordar las intensas protestas provocadas por la propuesta de reforma petrolera del gobierno de Felipe Calderón. Más reciente está el caso de las movilizaciones sociales en contra de la apertura económica de Petróleos Mexicanos (PEMEX) promovida por la administración de Enrique Peña Nieto. Un aspecto interesante en ambos casos es que las confrontaciones han estado provistas de un marcado discurso patriótico. Los argumentos esgrimidos por los opositores a la apertura bien pueden resumirse en frases como: «La patria no se vende. ¡PEMEX es de México!»1. Por su parte, los representantes del Estado defendieron su proyecto recurriendo también a una retórica patriótica, a sesgadas interpretaciones de la historia nacional, e incluso a un muy manipulado recuerdo de Lázaro Cárdenas2.

Es evidente que en México el tema petrolero no solo tiene una importancia económica, sino que también se encuentra vinculado a la identidad nacional. Así lo han señalado mandatarios como Vicente Fox, quien en una declaración un tanto desatinada por el añadido religioso, mencionó que «PEMEX, como la Virgen de Guadalupe, es un símbolo que debe manejarse con cuidado»3. Lo mismo —pero de forma más inteligente— ha sido sugerido por algunos académicos. Lorenzo Meyer, autor de cuantiosos estudios sobre la historia de la industria petrolera en México, y Ricardo Pérez Montfort, especialista en temas de identidad nacional, coinciden en que el petróleo goza de una dimensión simbólica que lo ha posicionado como elemento formador de la identidad nacional de los mexicanos4.

Pero a pesar de esta íntima relación entre el petróleo y el nacionalismo mexicano, son pocos los estudios que analicen cómo la expropiación petrolera y la posterior explotación del petróleo en manos del Estado han sido procesos donde el nacionalismo económico (movimiento orientado a la nacionalización de los recursos económicos para que sean dirigidos por el Estado para beneficio de la nación) se ha fusionado con el nacionalismo cultural y político (proceso de «imaginar» la nación y forjar una identidad colectiva que se traduzca en una lealtad al Estado)5, permitiendo que el petróleo y la expropiación del 38 se incrusten en la mitología nacionalista de México6.

¿Acaso desde que se nacionalizó la industria petrolera la población dio su apoyo incondicional pensando que dicho recurso no solo tenía un valor económico, sino que también formaba parte de la simbología nacional? Todavía sigue siendo un lugar común creer que tras la expropiación el gobierno de Lázaro Cárdenas gozó de un espontáneo, absoluto e incondicional respaldo popular. No obstante, como ha sugerido Alan Knight, gran parte de ese apoyo fue dirigido y manipulado por el gobierno cardenista empeñado en vencer la apatía de la población7.

Knight señala que una vez decretada la expropiación, el gobierno cardenista intentó justificarla recurriendo a una retórica patriótica y, en menor medida, apelando al beneficio económico que esta traería para el país8. A mi parecer, esto fue así debido al alto componente emocional, de orgullo y de compromiso que encierra el discurso nacionalista, el cual puede llegar a convencer a las masas de matar o morir por su nación9. No es fortuito que el nacionalismo sea un instrumento político empleado para obtener legitimidad o conseguir el cumplimiento de decisiones tomadas10.

En las siguientes páginas retomo la propuesta de Alan Knight para demostrar que durante el cardenismo11 la reacción positiva que la población tuvo hacia la expropiación petrolera fue promovida en gran medida por el gobierno mediante un hábil manejo de un discurso patriótico y una maquinaria propagandística que abarcó desde manifestaciones públicas, discursos, imágenes, rituales celebratorios, organizaciones de masas, e inclusive hasta la labor de profesores dentro y fuera de las escuelas12. No niego que hubo importantes actos espontáneos de adhesión, pero aun existiendo estos, el gobierno de Cárdenas sabía que debía trabajar en mantener e incrementar el entusiasmo y acallar las críticas para que el respaldo poblacional fuera constante y mantuviera a flote la nacionalización de la industria petrolera, incluso llegadas las consecuencias más críticas, como la presión extranjera, los boicots económicos o las protestas internas provenientes de los opositores al gobierno.

El artículo busca un doble objetivo: abordar los recursos propagandísticos que ayudaron a concretar la nacionalización de la industria petrolera, e intentar esclarecer qué tanto esta propaganda de cuño patriótico contribuyó a la dimensión simbólica que en México se ha creado en torno al petróleo y la expropiación de marzo de 1938.

Pero antes de desarrollar el tema es necesario hacer tres aclaraciones. Primero, que el uso de una maquinaria propagandística y del discurso patriótico no fue exclusivo de la coyuntura petrolera, ni del cardenismo. Si buscamos antecedentes en el contexto de la Revolución mexicana, tenemos que Venustiano Carranza movilizó una propaganda que abarcó periódicos, conmemoraciones históricas, desfiles, discursos, imágenes y arte efímero. Tanto en el periodo bélico como de reconstrucción del país fue común que los líderes revolucionarios emplearan estas y otras estrategias con fines de legitimación política y movilización social. Claro ejemplo de ello se vivió durante el proyecto cultural de la Revolución que buscaba crear un «hombre nuevo» que fuera nacionalista, instruido, trabajador, con valores cívicos, de higiene, sin vicios y anticlerical13. Como segunda aclaración es preciso señalar que este aparato propagandístico no estuvo estrictamente dirigido por Lázaro Cárdenas. El presidente quería e incitaba al apoyo y él mismo criticó a los opositores de la expropiación, pero lo que buscaba era el convencimiento y no la obligación. Respecto al apoyo popular, «no quiero nada que no sea espontáneo», fue su petición ante algunos gobernadores14. Sin embargo, cuando la estructura del Estado entró en acción, en el camino de la movilización social se emplearon otras estrategias, como el acarreo forzoso. Por último, aclaro que pese al enfoque utilizado, de ninguna manera se trata aquí de defender una estrecha visión que presente a la sociedad como una masa manipulable a merced de lo que marca el Estado. Se aborda, sí, la lucha por la opinión pública, un esfuerzo al que recurre todo gobierno —del signo ideológico que sea—, pero para tener un estudio balanceado también se incluyen miradas «desde abajo» para precisar que no todo el apoyo a la expropiación fue resultado de la labor de convencimiento y acarreo, pues también lo hubo espontáneo y, en el extremo opuesto, también surgió una crítica y oposición a la medida expropiatoria15.

Discurso nacionalista y aparato propagandístico en torno a la expropiación petrolera, 1938

El gobierno de Lázaro Cárdenas retomó muchas de las estrategias persuasivas empleadas por sus antecesores. Desde su campaña presidencial el jiquilpense supo aprovechar la prensa, la radio y el cine para difundir sus propuestas; su propaganda proselitista lo presentaba como fiel seguidor de los líderes revolucionarios, soldado leal, «depositario de la confianza nacional», entre otros añadidos. Ya en la presidencia, se emplearon medios como las estampillas postales —cuyo contenido y circulación eran controlados por el gobierno— para difundir valores cívicos y programas gubernamentales. Algunas estampillas mezclaron imagen y palabra para incluir extractos de mensajes presidenciales. Pero sobre todo destacó la creación en 1936 del Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad (DAPP), organismo oficial que facilitaba la comunicación entre el gobierno y la sociedad, así como la difusión de asuntos cívicos y morales a través de medios impresos, radiofónicos, conferencias, etcétera. Antes de la expropiación, el DAPP produjo documentales para difundir y legitimar las políticas del sexenio, como la escuela socialista y la ayuda humanitaria prestada a los niños del exilio español16. Esta institución y una bien aceitada maquinaria propagandística entraron en acción durante la coyuntura petrolera.

Entender el conflicto que derivó en la expropiación implica remontarse a 1936, cuando surgieron diferencias entre las empresas extranjeras (norteamericanas y británicas) que dominaban la explotación del petróleo en México y sus trabajadores, agrupados en el recién creado Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM). Las compañías rechazaban satisfacer el aumento salarial y las mejoras laborales exigidos por sus obreros, problema que creció al grado de llegar a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y después a la Suprema Corte de Justicia. Así, el conflicto pasó a convertirse en una confrontación directa con el Estado mexicano. Mientras tanto, el gobierno se encargó de informar a la población del desarrollo de la situación. Cárdenas declaró públicamente que las compañías petroleras se aferraban a no reconocer salarios y condiciones de trabajo que no fueran las que ellas imponían. Asimismo, las acusó de extraer fondos bancarios y difundir propaganda en contra del gobierno para inquietar a los inversionistas y presionar para que la Suprema Corte las favoreciera17.

En esta labor de información el magisterio jugó un papel importante como agente del Estado encargado de difundir la versión oficial del problema y sumar apoyos entre la sociedad18. Muchos maestros pensaban que «sea lo que sea tenemos que estar con el gobierno»19. Dentro y fuera de la escuela se dieron a la tarea de «hacer amplia conciencia en todos los sectores sociales» para formar una sólida base de apoyo en favor de Cárdenas. Algunos ejidatarios escribieron al presidente para darle su «voto de adhesión», pues decían que el profesor de la localidad ya les había puesto al tanto de la situación con las petroleras20. El fallo de la Suprema Corte llegó el 1 de marzo de 1938. Se estipulaba que las demandas de los trabajadores eran legítimas y las compañías debían satisfacerlas. No obstante, las petroleras se mantuvieron en la negativa a acatar lo ordenado, tomando así ya una posición de franco desacato a las leyes mexicanas21. Por su parte, los líderes de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organización masiva muy cercana al gobierno, despacharon de inmediato telegramas a federaciones y sindicatos adheridos a la CTM para que movilizaran contingentes por las calles pronunciándose en favor de la resolución de la Corte22.

Finalmente, el 18 de marzo de 1938, en cadena radiofónica, Cárdenas anunció que ante la rebeldía de las compañías, su administración resolvía hacer valer la ley de expropiación de 1936 y nacionalizar la industria petrolera. Si bien desde que se conoció el laudo de la Corte el gobierno había recibido múltiples muestras de apoyo popular en las que le felicitaban, repudiaban la actitud de las compañías y ofrecían su ayuda para enfrentarlas23, Cárdenas tenía presente que para concretar la obra expropiatoria necesitaría mantener y acrecentar ese respaldo. Cuando encargó a Francisco J. Múgica, secretario de comunicaciones y obras públicas, la redacción de un manifiesto a la nación para informar sobre la expropiación, le encomendó que fuera un documento que llegara «al alma de todo el pueblo»24. El presidente confiaba en que si contaba con el apoyo de la sociedad, eso bastaría para convencer a los dudosos y contener las amenazas que vinieran de fuera25.

Después de anunciarse la expropiación creció el espontáneo respaldo poblacional hacia el gobierno. Destaca el caso de los trabajadores petroleros de Tampico que, al enterarse del decreto de nacionalización, sintieron tal entusiasmo que tomaron una bandera nacional y se dirigieron a la refinería de la región para tomarla en nombre de la expropiación. Acto seguido, izaron la bandera en el asta del Club Inglés de las instalaciones26. El 19 de marzo, obreros de Pijijiapan, Chiapas, telegrafiaron a Cárdenas para informarle de que escucharon su mensaje radiofónico y para enviarle felicitaciones y frases de respaldo27. A escasos diez días de aquel 18 de marzo, en California, Estados Unidos, el Partido Liberal «Benito Juárez» ya tenía organizado el «Ejército de la Independencia Económica de México» para enviar remesas que ayudaran a indemnizar a las compañías y así concretar la «obra revolucionaria y mexicanista»28. En los días siguientes fue constante la llegada de mensajes de felicitaciones y adhesiones provenientes de distintas regiones y de parte de diferentes grupos sociales. Este entusiasmo espontáneo fue canalizado, potencializado y dirigido por los mecanismos oficiales. Gracias a ello el apoyo no se perdió; por el contrario, se pudo hacer aún más grande. Y es comprensible que el gobierno cardenista necesitara aglutinar un amplio respaldo social, pues bien se sabía que existía una importante oposición que podía aprovechar una crisis para conspirar en su contra (las clases medias y empresariales, sectores universitarios, católicos y simpatizantes del fascismo fueron constantes críticos que rechazaban la política educativa, anticlerical, laboral, agraria e internacional)29.

El gobierno decidió esparcir con prontitud el mensaje por todo rincón del país y así seguir sumando adhesiones. El DAPP puso en marcha mensajes radiofónicos cortos y constantemente repetidos para incrementar el impacto en la población. Sobre los poblados, sus aviones arrojaron impresos que anunciaban la expropiación. Miles de carteles en apoyo a la nacionalización fueron distribuidos entre particulares y organizaciones de trabajadores, campesinos y estudiantes. El escritor británico Graham Green dejó testimonio de cómo a lomo de mula el correo llevó el mensaje presidencial a los territorios de difícil acceso; ahí se pegaba en la pared una hoja con la información y se leía en voz alta para que no quedara nadie sin enterarse del suceso. En lejanas tierras los profesores también pronunciaban apasionados discursos informando del conflicto petrolero30.

En la ciudad de México, para el día 22 un sector universitario hizo un llamado a la primera marcha pública para demostrar el apoyo al presidente. Se congregó un magno contingente que arribó al zócalo después de desfilar por importantes vialidades. Al día siguiente se realizó otra manifestación masiva organizada por la CTM. Durante la marcha universitaria se cargaron en hombros cajas que simulaban ataúdes en los que se colocaron envases de artículos producidos por las petroleras extranjeras31. El mensaje era claro y contundente: se declaraba la muerte de los intereses extranjeros sobre el petróleo mexicano. Los manifestantes llevaban pancartas en las que expresaban un incondicional apoyo al presidente y un tono patriótico («Cárdenas adelante con la Revolución para seguir con la liberación de México»; «70,000 ferrocarrileros dispuestos en cualquier momento a respaldar a Cárdenas para que México sea solo de los mexicanos»). Otras más incluían mensajes de rechazo al imperialismo («El pueblo de México no tolerará más humillaciones del imperialismo insolente»; «Contra los zarpazos del imperialismo, la unidad del pueblo mexicano»)32. No obstante, como señala Alan Knight, la discursiva antiimperialista no siempre significó un radicalismo, simplemente se mezcló con una retórica patriótica de amplias referencias a la historia oficial y en repetidas ocasiones terminó por convertirse en «un epíteto adicional dentro de la larga letanía de las tradicionales invectivas patrióticas»33.

Las manifestaciones públicas de apoyo a la expropiación también se realizaron en distintas ciudades del país. La información señala que las marchas fueron las más grandes que algunas ciudades hayan visto. Los contingentes abarrotaron las calles principales cargando banderas nacionales e insignias sindicales y cantando el himno nacional. Los aviones del gobierno sobrevolaron algunas de estas marchas y sobre sus contingentes arrojaron impresos con mensajes de apoyo al presidente y su gobierno. Todos los oradores, sin excepción, expresaron su adhesión a la expropiación y a Cárdenas34. Pero a pesar del entusiasmo generalizado que señalan los diarios, en realidad estas marchas de respaldo se caracterizaron tanto por el acarreo forzoso, como por el apoyo espontáneo. En una manifestación en Durango se observó una falta de entusiasmo contra la cual los oradores de la CTM no pudieron hacer nada. En Morelos los cetemistas fueron obligados a desfilar en las manifestaciones de apoyo o de lo contrario perderían su empleo. Amenazas similares fueron dirigidas a burócratas. En regiones como Torreón y Agua Prieta, los ejidatarios y oficiales de aduanas fueron acarreados en camiones pagados por el gobierno para que tomaran parte en los desfiles. Algunos trabajadores declaraban con cierto descontento: «si mi sindicato me ha mandado que yo vaya [a las marchas], ¿y qué voy a hacer35. Fueron también ejidatarios de Torreón, los que denunciaron acarreos:

cualquier ferrocarrilero, cualquier empleado federal, cualquier agremiado sabe que se giraron circulaciones en los que se expresaba clara y terminantemente que el que no asistiera a la manifestación sería multado con quince días de sueldo y que se amenazó a los trabajadores en otras formas más convincentes36.

Por otra parte, la enorme cantidad de asistentes y el entusiasmo demostrado en varias marchas indican que hubo personas cuya presencia no fue en absoluto forzada. En el caso de las manifestaciones del 22 y 23 de marzo en Ciudad de México, se mostró un desbordante y genuino apoyo a Cárdenas. Sin embargo, no deja de ser revelador que esta segunda marcha fue planeada por líderes de la CTM días antes del 18 de marzo. Desde el día 17 los dirigentes cetemistas ya giraban invitaciones para participar en esta manifestación que tenían planeada para movilizar la población y formar la imagen de que el gobierno tenía el respaldo de todo el país37.

Miembros del gobierno también promovieron las adhesiones. Alfredo Delgado, gobernador de Sinaloa, declaró canceladas las diferencias contra su administración y llamó a colaborar juntos «para la realización de la Independencia económica a que nos lleva el señor presidente». Agustín Arroyo, jefe del DAPP, encomendó a poetas —entre ellos Alfonso Reyes— que escribieran versos alusivos a la expropiación. Los convocados respondieron con diversas aportaciones38. Francisco J. Múgica escribió a un campesino de Zamora, Michoacán, para agradecerle su aportación para la deuda petrolera y para pedirle que convenciera a otros agricultores de que también decidieran cooperar, pues así habría evidencia del «lazo de unión que existe entre el pueblo mexicano sin distinción y su gobierno […]»39. El régimen comenzó a suministrar una dosis de patriotismo para propiciar una sólida base de apoyo social que mantuviera la unidad y acrecentara el apoyo. Se desplegó una propaganda cargada de un discurso nacionalista que presentaba a la expropiación como una de las grandes epopeyas de la historia nacional. Un día después de declarada la nacionalización, en las sesgadas páginas de El Nacional —órgano oficial del gobierno— se publicó un «editorial histórico» titulado «Dos Independencias: 1810-1938». En él se podía leer:

Si hubiera habido prensa moderna el 16 de septiembre de 1810, no habría saludado la declaración de independencia con el vehemente y razonado entusiasmo que en este día toma la palabra escrita por el rotativo para enaltecer el nacimiento de la autonomía económica de México […] para construir una patria es preciso emanciparla del poderío que, sin fuero ni justicia, le dictan quienes en ella no han sido sino explotadores de su riqueza y lastres de su soberanía. La obra de los autores de la nacionalidad había quedado inconclusa, y hoy se la completa expulsando del suelo mexicano el poderío de las empresas que habían soñado con la omnipotencia política […]40.

La clase política también recurrió al uso del relato histórico. El senador José María Dávila mencionó que gracias a la expropiación la siguiente generación sería «la primera en disfrutar su nacionalidad completa» tal como lo «soñaron los próceres de la Independencia, Hidalgo, Guerrero y Morelos». Tanto el senador Vicente Benéitez, como Genaro Vázquez, procurador general de la república, se refirieron a la expropiación como «la Independencia económica de México»41. Es difícil saber el origen de esta idea de la Independencia económica, pero tuvo tal importancia que permitió vincular la expropiación con el mito nacional fundacional de la Independencia de 181042. En Ciudad Juárez, durante un mitin, Juan González, líder de mexicanos residentes en Estados Unidos, declaró: «Muchas gentes creían que México había sido liberado por la declaración de Independencia. Eso no es verdad. Hasta hoy fue liberado». En las marchas había cartelones con el mensaje: «Hidalgo: 1810, Independencia. Cárdenas: 1938». En Morelia, los oradores de una manifestación pidieron que el 18 de marzo se declarara fiesta nacional por significar el «Día de la Independencia Económica de México»43.

En la tarea de incrementar el apoyo popular, el sistema educativo tuvo un papel relevante. Centenares de profesores aceptaron participar en «la distribución nutridísima de propaganda» en favor del acto expropiatorio. Algunos exámenes de primaria incluyeron preguntas relacionadas con temas del petróleo. La Secretaría de Educación Pública (SEP) organizó la «semana nacional del petróleo», proyecto que contempló festivales y charlas para justificar la nacionalización ante el alumnado44. Los maestros fueron de los principales gestores para aglutinar a la población en mítines y desfiles de celebración y solidaridad con la expropiación. Durante estos eventos los profesores informaban a los asistentes sobre el desarrollo del conflicto petrolero y las ventajas de la nacionalización proclamada, se leía el manifiesto del 18 de marzo, había discursos y, para que el tono patriótico estuviera presente, se juraba la bandera, se entonaba el himno nacional y se recorrían las calles ondeando banderas tricolores45.

El llamado a participar en el pago de indemnización de las compañías expropiadas

Junto con la decisión de expropiar la industria petrolera, el gobierno mexicano se comprometió a indemnizar a las compañías afectadas. Para tal efecto se requirió el apoyo económico de la población mediante un plan de recaudación de fondos. La tarea fue promovida desde una maquinaria propagandística que entre sus características tuvo el presentar la aportación económica como una forma en que los ciudadanos podían demostrar su patriotismo. Constantemente el gobierno recurrió a la identidad nacional —un elemento subjetivo, pero de alta eficacia social, que influye sobre el comportamiento de los individuos—46 como una de las justificaciones para obtener de los ciudadanos la reacción esperada, recalcando que el acto expropiatorio se trataba de una cuestión de orgullo nacional y no de una decisión tomada por un gobierno en particular. Así lo expresaban los elocuentes encabezados publicados por el oficialista diario El Nacional: «Pagar a las empresas petroleras es salvar el honor de la nación. La aportación económica deber ser un deber patriótico»; «La cooperación para pagar a las empresas petroleras asegura el porvenir de nuestra nacionalidad y la libertad de la nación»47.

En los siguientes días se recibieron múltiples donaciones. Distintos periódicos informaban de ello exaltando el patriotismo de la acción. Detrás de esta adhesión de varios medios impresos bien pudo estar la mano del gobierno, pues como declaró el embajador norteamericano Josephus Daniels, el DAPP «ejercita una estrecha supervisión de lo que se publica en los periódicos en estos días»48.

Hubo diversas estrategias para incrementar las colaboraciones. En Chiapas se colocaron pizarrones en los que permanecía el recordatorio: «¡Mexicanos! Preparaos a entregar vuestro óbolo patriótico para la reducción de la deuda petrolera». Los maestros organizaron festivales de recaudación, además de hacer labor de colecta entre sindicatos. La revista infantil La Palomilla, editada por el DAPP, empleó dibujos y problemas aritméticos para abordar temas relacionados al petróleo. Asimismo, exhortaba a los niños a que participaran en el pago de la deuda petrolera49.

En la prensa se difundieron anuncios con imágenes y mensajes de contenido patriótico. La estrategia persuasiva incluía evocaciones al relato de nación y su repertorio de pasajes sobre las luchas del pueblo mexicano contra sus enemigos e invasores. En esta interpretación, la expropiación era igual de importante que las batallas militares en las que, según la historia oficial, los mexicanos se jugaron la vida por su nación. Ahora, al igual que esos patriotas, México ocupaba que sus ciudadanos enfrentaran al enemigo, quizás no con las armas, pero sí con su incondicional apoyo a la expropiación (fig. 1). El Nacional publicó otro anuncio en el que se añadió la bandera nacional (símbolo patrio más importante para una nación) y nuevamente se vinculaba la expropiación con el mito fundacional de la Independencia nacional. Se incluyeron las fechas 1810 y 1938; la primera identificada como el momento en que se alcanzó la «liberación política», mientras que la segunda significaba la «liberación económica» (fig. 2).

Figura 1.

¡Ellos murieron por la patria! El Nacional, 2 de abril de 1938, segunda sección, p. 1.

(0.6MB).
Figura 2.

Liberación política - Liberación económica. El Nacional, 6 de abril de 1938, segunda sección, p. 2.

(0.23MB).

También tuvo lugar la organización de contingentes femeniles, mismos que en primera instancia fueron movilizados por el Comité de Redención Económica Nacional como recolectores de donativos. Para tal tarea, el Departamento de Educación Física aportó 5.000 muchachas que recorrerían las calles de la ciudad en búsqueda de aportaciones. Para remarcar el sentido patriótico de la labor, vestirían listones tricolores, marcharían con banda de guerra y una bandera. También se estipuló que montaran guardia en la Columna («el ángel») de Independencia50. Así, se reiteraba el mensaje de que la expropiación petrolera era salvaguarda de la Independencia nacional —en su aspecto económico—.

Asimismo, se creó el Comité Nacional Femenino Pro-Recaudación Económica, presidido por Amalia Solórzano, esposa del presidente. La entonces primera dama recuerda la forma en que Cárdenas le sugirió organizar a las mujeres para la recaudación: «Chula, creo se debe invitar a la mujer a una participación directa y motivarla en este momento en que es urgente la presencia de todos los mexicanos. Hay que hacer labor en las escuelas, en las familias, en fin, en un llamado nacional»51. Claramente las palabras del mandatario denotaban que el momento exigía trabajar en sumar adhesiones.

El Comité se encargó de organizar una colecta pública entre el público femenino, teniendo como sede el Palacio de Bellas Artes los días 12 y 13 de abril. A través de «La hora nacional» —programa radiofónico creado por el DAPP— se invitó a las mujeres a que participaran en el evento. Para ello se recurrió tanto a un discurso «tradicional» sobre la mujer, como a una retórica patriótica. Se les asignaba un rol «pasivo» como consejeras del varón para que este fuera el que actuara: las féminas debían animar «a sus padres, esposos, hermanos e hijos, a trabajar con más ahínco que nunca para hacer más grande y próspera a la Patria Mexicana, que hoy se reafirma en el camino de su Independencia»52. Pero también se remarcaba un compromiso activo que debían tener hacia su nación: «en la obra de reconstrucción económica del país no debe estar ajena la mujer mexicana, que en más de una ocasión ha demostrado su fuerza de organización y su amor a la patria»53. En la colecta participaron mujeres con todo tipo de donativos: desde joyas, máquinas de coser hasta animales de crianza54. No obstante, en general las recaudaciones no fueron de gran utilidad, aunque la participación popular —y la difusión de sus imágenes a lo largo de las décadas— sí tuvo una importancia simbólica de tal magnitud que ha reforzado la idea de que el petróleo pertenece a todos los mexicanos.

Ante la coyuntura, la Iglesia católica mexicana también apoyó a Cárdenas exhortando a sus fieles creyentes para que aportaran a la deuda petrolera. El arzobispo de México mencionó que no había impedimento para que los católicos cooperaran con la indemnización, ya que se trataba de un asunto patriótico55. En Guadalajara, en los templos se hizo leer una pastoral que invitaba a los católicos a mostrarse patriotas y cooperar para el pago petrolero56. Esta actitud de decidido apoyo fue posible gracias a que Cárdenas envió a emisarios para que se reunieran con representantes del clero para pedirles su apoyo moral hacia la política petrolera. Los jerarcas eclesiásticos aprovecharon la petición del presidente para negociar que a cambio del apoyo el gobierno ablandara sus políticas anticlericales. A Cárdenas no le quedó más que aceptar, pues se trataba de una condición necesaria para acrecentar el respaldo popular y evitar conflictos internos57.

El uso del discurso patriótico para atacar a los críticos de la expropiación

Como se ha explicado, es indiscutible que hubo adhesiones espontáneas y que el gobierno trabajó en mantenerlas; sin embargo, no se pudo evitar que surgieran críticos. Por los informes del aparato diplomático norteamericano se sabe que hubo miembros de la clase más acomodada que desaprobaron totalmente la expropiación58.

Los opositores no hicieron ningún serio llamado para derrocar al gobierno de Cárdenas, pero sí difundieron sus fuertes críticas a través de impresos en los que dudaban del supuesto futuro promisorio de la expropiación, además de ningunear el apoyo económico otorgado por la clase más humilde, a la que calificaron de «no muy boyante ni muy pensante»59. Algunos señalaban que la expropiación era una estrategia para expulsar inversionistas europeos y entregar toda la riqueza a los Estados Unidos: «el triunfo que forzadamente festejamos es, pues, no el de nuestra patria, sino el del gobierno yanqui»60. Un grupo de ejidatarios de La Laguna hizo circular la idea de que la expropiación era mera distracción para desviar la opinión pública de la crisis administrativa y social que, decían ellos, imperaba en el país. Añadían que el reparto agrario realizado en La Laguna y en Yucatán solo convirtió tierras prósperas en «campos desolados y cuadros de dolor». Para ellos Cárdenas era un comunista, cuyo gobierno utilizaba una «falsa patriotería» para engañar al pueblo, además de que obligaban a los trabajadores a asistir a las manifestaciones de apoyo61.

Podemos especular que hubo otros sectores a quienes la expropiación no debió agradarles porque no vieron beneficio de ella, por el contrario, se convirtió en obstáculo para satisfacer sus exigencias. Es el caso de mujeres de Santiago Undameo, Michoacán, que escribieron a Francisco Múgica solicitándole ayuda para formar una cooperativa con la que se pudieran superar sus precarias condiciones. La respuesta de Múgica fue negativa, argumentando que en esos momentos todos los esfuerzos del gobierno debían concentrarse en resolver la crisis petrolera62. También está el caso de policías que decididamente aportaron su donativo para el pago petrolero, pero días después se quejaron amargamente en la residencia presidencial porque, a pesar de su previa colaboración, se les habían descontado tres días de sueldo para destinarlos a la misma causa63.

En este contexto, la situación económica no ayudaba mucho. Algunas de las compañías expropiadas iniciaron un boicot económico para paralizar la explotación y comercialización del petróleo por parte del gobierno mexicano. Si las petroleras extranjeras no controlaban el hidrocarburo, entonces condenarían a México a morir «ahogado en su propio petróleo». Por su parte, el gobierno norteamericano sí reconoció el derecho de México a expropiar, pero ante la postura mexicana de no indemnizar inmediatamente a las petroleras sino en periodo de diez años —como marcaba la ley mexicana de expropiación—, los norteamericanos decidieron apoyar la presión económica paralizando la compra de plata mexicana. A estos factores se sumaron el retiro de fondos de las compañías y una falla en la inversión privada64. El surgimiento de críticos, la presión internacional y la crisis económica formaron un escenario peligroso para el futuro de la expropiación, ante lo cual el gobierno se apresuró a deslegitimar a los opositores y mantener un ambiente patriótico que conservara la unidad.

Vicente Lombardo Toledano hizo un llamado a delatar a los enemigos de la expropiación para así «hacer invencible el espíritu patriótico que vela por los intereses de la nación mexicana»65. Por su parte, Cárdenas atacó a estos críticos mediante la evocación del patriótico relato de nación. Argumentaba que los escépticos de que la expropiación llegaría a buen puerto olvidaban «que los hombres que proclamaron la Independencia de la tutela colonial sabían de antemano que en tal demanda perderían la vida y no vacilaron un momento en lanzarse a la lucha de emancipación […]». Asimismo, declaraba que «el pueblo en masa» respaldaba la política petrolera de México, y si surgían «algunos traidores», sobre de ellos caería «la sanción de la ley y la condena nacional»66. Para posicionar la expropiación como el tema más apremiante, el mandatario también apeló al argumento nacionalista por excelencia: declarar que los intereses de la Nación —sujeto abstracto— estaban por encima de los intereses de cualquier grupo o individuo67.

Esta propaganda patriótica tuvo su efecto logrando desmovilizar a los críticos de la política petrolera. Según lo explicó el embajador Daniels, los opositores se contuvieron de actuar abiertamente por temor a «ser recordados por haberse alineado en contra del país en un momento en que se corre el riesgo de ser llamados traidores y amigos de los explotadores extranjeros»68. Ligado a esto, en un informe que semanas después de marzo le hicieron llegar a Francisco Múgica desde Tampico, se le comunicaba que entre los trabajadores petroleros de dicha zona había tensiones, pues pensaban que el gobierno los utilizó para expulsar a los extranjeros para después dejarlos en peores condiciones. Lo interesante aquí es que, según el informante, el aspecto patriótico que rodeaba a la expropiación era lo que impedía que los trabajadores criticaran abiertamente al gobierno. El informe le recalcaba a Múgica que el gobierno tenía «en sus manos la carta formidable del patriotismo», la cual debía «jugarla bien»69.

Retórica nacionalista y usos políticos en los primeros aniversarios de la expropiación, 1939-1940

Para 1939 el gobierno cardenista se mantenía firme en su decisión de seguir adelante con la expropiación, y para ello benefició el resolver algunas dificultades. Por ejemplo, desde el inicio Cárdenas tuvo una lectura correcta del contexto internacional y supo manejarlo a su favor. Días antes de declarar la expropiación, escribió en sus apuntes: «hoy […] que está en puerta una nueva guerra mundial, y que Inglaterra y Estados Unidos hablan frecuentemente en favor de las democracias y de respeto a la soberanía de los países, es oportuno ver si los gobiernos que así se manifiestan cumplen al hacer México uso de sus derechos de soberanía»70. Tal como lo había calculado el presidente, el gobierno norteamericano rehusó invadir México para no romper con la política del «buen vecino» y evitar que un régimen fascista reemplazara a Cárdenas si este era derrocado; un escenario que los norteamericanos no permitirían, aun si para ello era necesario ser condescendiente con que se afectaran a las compañías petroleras. Aunado a esto, el gobierno mexicano logró romper el bloqueo económico y comerciar petróleo en Latinoamérica71 y países fascistas, incluida la Alemania nazi.

Este comercio de petróleo con países totalitarios no se debió a simpatías ideológicas, pues en realidad fue producto de las restricciones de mercado que le imponían, no quedándole a México otra opción que buscar comercio con países que sí aceptaran su petróleo. Sin embargo, esta situación terminó convirtiéndose en una ventaja para el gobierno mexicano, pues sirvió como una forma de presionar a los norteamericanos a reconocer totalmente la expropiación. Cárdenas sabía que los estadounidenses tratarían de impedir que el energético mexicano favoreciera a potencias fascistas; por ello, la postura mexicana era comprometerse a dejar de proveerles petróleo y conformar un bloque unido contra el fascismo si a cambio Estados Unidos terminaba con el bloqueo72. Finalmente, la estrategia funcionó.

Pero al interior del país las cosas no eran muy alentadoras. Hubo devaluación, y el último año y medio del gobierno terminó siendo un periodo de racionalización fiscal e incertidumbre económica. Aunado a esto, la política internacional de Cárdenas (el apoyo a la República española y el asilo a Trotzky) disgustó aún más a la derecha del país, la cual comenzó a organizarse en torno a partidos conservadores y fascistas73. La expropiación acarreó crisis financiera y el gobierno tuvo que ablandar el radicalismo para enfocarse en consolidar lo logrado hasta entonces. Paradójicamente, la nacionalización de la industria petrolera significó el ápice del cardenismo, pero también precipitó la caída del proyecto revolucionario74.

Con este adverso contexto fue necesario mantener un discurso patriótico y optimista para no perder el respaldo social que hasta entonces había permitido seguir adelante con la expropiación del 38. Cárdenas sostenía que la nacionalización petrolera ya formaba parte «de la historia de nuestra Independencia económica, y no se debe tocar […] está fuertemente enraizada en el corazón del pueblo, que la estima como una reivindicación legítima de los derechos de la nación al subsuelo»75.

Las conmemoraciones del 18 de marzo se convirtieron en fecha clave para reactivar el nacionalismo y una retórica de triunfos revolucionarios que pudiera disimular el efecto de la crisis económica y política. Así, cuando en 1939 llegó el primer aniversario de la expropiación, se estipuló que se celebrara con el mayor realce posible. En la ciudad de México las dependencias gubernamentales suspendieron labores y algunas organizaron festejos, mientras que en el Estadio Nacional se efectuó un festival deportivo76. Desde esa primera conmemoración la propaganda oficial se encargó de que las celebraciones no pasaran desapercibidas en ningún rincón del país, propiciando que la expropiación comenzara a consolidarse como fecha de culto cívico. El gobierno ordenó que desde las ocho de la mañana hasta la media noche algunas cadenas radiodifusoras mantuvieran transmisiones especiales con fines conmemorativos. El DAPP, a través de su emisión radiofónica la «hora nacional», difundió por toda la república discursos y reseñas de las festividades capitalinas77. Así, las tecnologías de comunicación tomaron importancia para masificar un relato de nación que pudiera unir las regiones más remotas arraigando la noción de pertenecer a una misma comunidad nacional, además de propiciar que la presencia del Estado fuera palpable por todo el territorio78.

Tanto en 1939 como en 1940, las organizaciones masivas como la CTM y el STPRM dirigieron marchas públicas para festejar el aniversario de la expropiación. Las celebraciones estuvieron empapadas de un discurso patriótico que insistía en vincular la nacionalización del 38 con los mitos fundacionales del relato de nación. Una interpretación sesgada y claramente derivada de la visión teleológica que las ideas nacionalistas suelen imponer a la historia. El representante del sector militar del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) mencionó que antes de 1938 México ya contaba con la Independencia política, pero faltaba complementarla con la Independencia económica79. En algunas de las pancartas usadas se podían leer ideas similares: «La revolución en sus dos etapas culminantes: ayer Hidalgo, hoy Cárdenas»80. Ignacio García Téllez, secretario de gobernación, justificaba la medida expropiatoria arguyendo que esta significaba «la vitalización de los preceptos constitucionales vigentes y el proceso integrativo de nuestra nacionalidad que en la Independencia proclamó la autonomía política, en la Reforma la autonomía espiritual y en 1910 la recuperación de la tierra y de la riqueza del pueblo para el pueblo»81. También surgió la propuesta para que en el «ángel» de Independencia se colocara una placa de bronce que recordara la expropiación82, y aunque la sugerencia no prosperó, muestra el persistente empeño por relacionar la nacionalización del 38 con la Independencia nacional.

La idea de una Independencia económica también fue evocada en el festejo patrio del «grito». En septiembre de 1939 el PRM organizó una manifestación pública en el zócalo capitalino; se invitaba a asistir para celebrar la Independencia y para demostrar solidaridad con el presidente para que siguiera adelante con su obra de «emancipación del pueblo mexicano»83. Durante el acto, en la fachada principal de la Catedral fueron puestas dos imágenes, una de Miguel Hidalgo y otra de Cárdenas. Según la prensa, la primera de ellas simbolizaba la «emancipación política de México en 1810», mientras que la segunda refería la «emancipación económica en 1938»84, estrategia que buscaba demostrar que Cárdenas ostentaba una «ascendencia política» que se remontaba al «Padre de la Patria». El presidente que lideró la expropiación figuraba como heredero del espíritu revolucionario y la misión libertaria que se ha querido ver en Hidalgo85.

De esta forma, y como era de esperar, los aniversarios del 18 de marzo no solo se enfocaron en rememorar la expropiación; la ocasión también se aprovechó para hacer apología de las instituciones y personajes que encabezaban el gobierno. Las manifestaciones conmemorativas solían incluir vivas a la CTM, al PRM, a Lombardo Toledano y, por supuesto, a Cárdenas86.

La propaganda comenzaba a posicionar al presidente entre los «héroes nacionales» más importantes. Se le comparaba con otros personajes históricos de la talla de Morelos, Juárez y Madero87. Hasta los miembros del Partido Comunista de México aplaudieron la expropiación como la «segunda Independencia» y consideraron a Cárdenas uno de los grandes héroes del país: «México está construyéndose con sus propios brazos. Y Morelos, Hidalgo, Juárez, Zapata y Cárdenas continuarán unidos al destino histórico de la Revolución mexicana»88. Si aplicamos el planteamiento de John Breuilly, con este tipo de estrategias se buscaba demostrar que los héroes del pasado estaban unidos a los hombres del presente y ese vínculo era garantía de que esos hombres eran «capaces de afrontar sus desafíos tal como lo hicieron sus antepasados»89.

Había quienes clamaban que Cárdenas había conquistado ya el título de «Benemérito de las Américas»90. Pronto vino la inauguración de monumentos dedicados a consagrar su memoria. En marzo de 1940, en el edificio de PEMEX de la ciudad de México fue develado un busto del presidente, junto con una placa en la que se leía: «Homenaje y gratitud al hombre que decretó la expropiación de las compañías petroleras e inició la Independencia económica de México. Marzo de 1940»91. El mandatario desaprobado por muchos, de trato burdo, soso y pobre oratoria, de pronto se transformaba en aguerrido patriota y se elevaba a un estatus mítico92. Elevar a Cárdenas al grado de héroe nacional también contribuía a cubrir la expropiación de un halo de mística patriótica que la convertía en suceso de culto.

El año 1940 fue también una fecha de intensa propaganda política, pues el sexenio cardenista estaba por concluir y la sucesión presidencial ya tocaba a la puerta. En la coyuntura electoral la celebración del 18 de marzo también se utilizó como espacio de proselitismo político en favor del partido y su candidato oficial: Manuel Ávila Camacho. Para los festejos, el PRM financió anuncios donde se felicitaba al país y al presidente por el segundo aniversario de la expropiación y se enfatizaba que solo con Cárdenas y Ávila Camacho se podría garantizar «la Independencia económica de la patria mexicana»93. En la celebración, Lombardo Toledano desprestigió a la oposición política, en especial al Partido de Acción Nacional, a cuyos miembros calificó de «intelectuales reaccionarios» que representaban un freno para México, pues querían regresar al país al tiempo del Virreinato94.

Durante una manifestación realizada el 17 de marzo en favor de la expropiación, destacó la forma en que se utilizó la fachada principal de la Catedral metropolitana para hacer proselitismo en favor del candidato oficial. Sobre una de las torres fue puesta una enorme manta con la imagen del presidente Cárdenas, mientras que en la otra se colocó una imagen de Ávila Camacho. En la parte central se posicionó un logotipo del PRM y por debajo un cartelón con la leyenda: «18 de marzo 1938-1940» (fig. 3). En el evento los oradores del partido hicieron un llamado a detener las fuerzas «reaccionarias», ya que el legado cardenista solo tenía un único continuador y ese solo podía ser Ávila Camacho95. Así, la celebración del 18 de marzo mantenía tintes patrióticos, pero también comenzaba a tomar nuevos usos a partir de los intereses políticos más inmediatos del gobierno en turno.

Figura 3.

18 de marzo 1938-1940. El Nacional, 18 de marzo de 1940, segunda sección, p. 1.

(0.44MB).

También es importante destacar la relevancia que tuvieron las manifestaciones públicas que desde 1938 promovieron las instituciones oficiales para expresar adhesión a la política petrolera. Estas marchas revelan algo más que solo contingentes de personas ocupando vialidades. En el recorrido de una manifestación se eligen las calles, monumentos, plazas y demás espacios donde se representa el poder del Estado y se reproduce la sociedad «oficial»; con ello se espera obtener el mayor provecho del simbolismo que guarda cada uno de los lugares por los que se transita96. No es fortuito que estas marchas recorrieran importantes avenidas y monumentos y llegaran a su apogeo en un emblemático «escenario» que reunía a las máximas expresiones arquitectónicas de los poderes político y eclesiástico del país (el zócalo, junto a la catedral metropolitana y frente al palacio nacional, sede del gobierno federal). Eran una especie de «actuaciones» colectivas que mostraban júbilo y apoyo al presidente por la determinación tomada97. Así, la expropiación aparecía como el fiel cumplimiento de una aspiración de la nación.

Por otra parte, desde los primeros aniversarios de la expropiación se promovió que la celebración del 18 de marzo penetrara en el ámbito escolar como parte de la pedagogía cívica que se inculca a las jóvenes generaciones. La SEP organizó festivales en varias escuelas con motivos conmemorativos. En la ciudad de México se convocaba a los alumnos de escuelas a los actos oficiales donde rendían homenaje al pabellón nacional, entonaban corridos al petróleo y realizaban actos de destreza física para formar con sus cuerpos las iniciales «PEMEX». Se organizaban mítines infantiles en las instalaciones de la refinería de Azcapotzalco y se ordenaba que en todas las escuelas primarias se celebraran actos conmemorativos, a los que también se invitaba a los padres de familia. Los maestros rurales también encabezan celebraciones del 18 de marzo, eventos en los que se pronunciaban discursos sobre la relación del país con los recursos naturales y se entonaban cánticos sobre el petróleo mexicano98.

Los textos de educación también fueron modelados para fungir como portavoces del Estado para divulgar las políticas implementadas. Hacia el año 1940 el libro de texto del cuarto grado de las escuelas nocturnas para trabajadores ya incluía el tema petrolero. Se concluía la lección señalando que, debido a la rebeldía de las compañías, Lázaro Cárdenas, representando las aspiraciones populares, «decretó el 18 de marzo de 1938 la expropiación de la industria petrolera, iniciando de esta manera la etapa de la Independencia económica mexicana con el apoyo unánime de todos los sectores de nuestra población»99.

En esta relación entre nacionalismo, petróleo y educación cobra importancia la fundación de planteles educativos dotados con nombres que hacían alusión a la expropiación. Tal fue el caso de la escuela inaugurada por el mismo Cárdenas en Gómez Palacio, Durango, y a la cual se la dotó del nombre de «18 de marzo». Es de resaltar que en este nuevo centro educativo el artista Francisco Montoya de la Cruz pintó una obra mural alusiva a la expropiación petrolera. En ella destacaban las figuras de un obrero, un campesino y un militar (los tres sectores que fungieron como sostén del cardenismo) defendiendo la política petrolera, mientras que el águila mexicana devoraba a una serpiente que protegía a la industria petrolera extranjera. En otra imagen se observaba al presidente Cárdenas cerrando la llave que abastecía de petróleo mexicano a los extranjeros, mientras que abría una nueva que llenaría los tanques de PEMEX100.

Es poco conocida la obra mural de dicha institución, pero debe resaltarse que se trató de las primeras representaciones plásticas a gran escala que se realizaron sobre el acto expropiatorio. Además, téngase en cuenta que durante el cardenismo el muralismo tuvo estrechos vínculos con el poder. Incluso Diego Rivera, el pintor cuasi oficial, ofreció realizar uno o varios murales sobre la historia del petróleo y su nacionalización para que fueran exhibidos en el pabellón mexicano de la Feria universal de Nueva York en 1939101. Finalmente, estos no se realizaron, pero la obra mural del instituto «18 de marzo» permitió que generaciones tras generaciones de estudiantes que pasaron por ese recinto pudieran admirar dicha narrativa visual, facilitando así que la población considerase la expropiación como un suceso de gloria patriótica.

Tras los conflictos acarreados por la expropiación, el viraje hacia la derecha no se detuvo. Ejemplo de ello fue la elección de Ávila Camacho, representante del sector menos radical del régimen, como candidato a la presidencia102. Ante este cambio de rumbo, y quizás temiendo que la siguiente administración diera marcha atrás en lo logrado con la expropiación, en su último informe de gobierno Cárdenas fue claro en su deseo de que la explotación del petróleo bajo la dirección del gobierno mexicano era una tarea patriótica que había que mantener y consolidar como una «conquista definitiva para la Nación». El presidente confiaba en que si acaso futuras adversidades pusieran a prueba la «capacidad de sacrificio y resistencia» del pueblo mexicano, este respondería con la «firme voluntad de defender, bajo la dirección de su Gobierno, el valor más importante del patrimonio nacional»103.

Conclusiones

El artículo partió de dos objetivos. El primero de ellos fue el análisis de las estrategias propagandísticas y persuasivas con las que se buscó respaldar la expropiación petrolera durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. Al respecto, se demostró que el gobierno cardenista tenía claro lo necesario que era contar con una fuerte base social que sirviera como sostén para llevar a cabo la nacionalización de la industria petrolera y resistir las consecuencias que pudieran suscitarse. En consecuencia, se desplegó un aparato propagandístico para tener a la población del lado del gobierno. Hubo también movilizaciones forzadas, pero estas fueron mínimas, en comparación con la difusión de un discurso patriótico que llegara a las fibras emocionales, mismo que se convirtió en la estrategia más importante para inclinar la opinión pública en favor de la expropiación.

Esta táctica creó un hervidero de propaganda nacionalista que presentó a la expropiación como el fiel cumplimiento de las exigencias de la nación y por ello era respaldada de manera unánime por toda la población, y quienes no la aprobaron fue porque eran, simple y llanamente, traidores a la patria. Este discurso pudo contener a los opositores del régimen y de la expropiación, quienes no tuvieron gran margen de maniobra para actuar en contra del gobierno.

Es innegable que en este periodo también hubo apoyos más espontáneos y no necesariamente producto de la persuasión del Estado. Sin embargo, el discurso patriótico, el nacionalismo defensivo, la movilización del relato histórico nacional, la unidad pactada con la Iglesia, las magnas manifestaciones callejeras, los rituales conmemorativos, el uso del aparato educativo y el desprestigio y contención de los opositores, sin duda fueron elementos clave para crear el ambiente propicio para mantener y acrecentar el apoyo existente.

Marzo de 1939 y 1940 fueron los inicios de una «tradición inventada», es decir, las primeras conmemoraciones del 18 de marzo, «Día de la expropiación»; una fecha que inmediatamente pasó a engrosar el calendario cívico del Estado mexicano. Estas celebraciones no solo sirvieron para rememorar la expropiación, pues también fueron útiles para potenciar un discurso nacionalista y triunfalista que disimulaba la crisis que sufría el régimen revolucionario. Asimismo, la sucesión presidencial de 1940 fue un contexto en el que el festejo pasó a convertirse en una estrategia más para legitimar al partido y al candidato oficial.

El segundo objetivo propuesto en este artículo fue dimensionar la contribución del cardenismo a la conversión del petróleo y su explotación en manos del Estado en elementos importantes del nacionalismo mexicano. Al respecto, es de reconocer que la expropiación tuvo un impacto sobre el nacionalismo económico, pues si la Constitución de 1917 había declarado a la nación como propietaria de los recursos naturales del país, fueron los sucesos posteriores a marzo del 38 los que dieron ejemplo de qué significaba confrontar a intereses extranjeros y demostrar con orgullo que los mexicanos tenían la capacidad suficiente para hacerse cargo de la explotación de sus recursos.

Por otra parte, si bien se empleó una propaganda nacionalista con fines prácticos e inmediatos como era sostener la expropiación, el contenido de esta retórica (la idea de la segunda Independencia —la económica—, su vínculo con mitos fundacionales del relato de nación y el señalar la adhesión como muestra de lealtad a la nación) aportó sólidos cimientos para que la nacionalización del 38 se incrustara en la mitología nacionalista. El entramado simbólico y ritual de las primeras celebraciones del 18 marzo también contribuyó a que la expropiación no quedara como un suceso más dentro de un periodo presidencial, sino como un triunfo nacional que debía ser rememorado por todos los mexicanos.

Es de reconocer que en esta dimensión simbólica también intervino el sentimiento nacionalista espontáneo que la población mostró frente a la política petrolera cardenista y que se expresó en el apoyo entusiasta, la elaboración de corridos y otras propuestas104.

Así, desde 1938 se ha venido hilvanando el tema petrolero con la mitología y la identidad nacional de los mexicanos. No extrañe entonces que cuando aparecen propuestas para privatizar la explotación de este recurso, la población reaccione como si se mancillara uno de sus símbolos nacionales. En ese sentido, se perfilan dos temas que todavía hace falta estudiar. Primero, emprender una investigación que parta del cardenismo y contemple una periodización de largo aliento que permita obtener una visión más amplia sobre la dimensión cultural que el petróleo tomó en México. Y segundo, analizar los conflictos originados por el choque entre las políticas neoliberales y la fuerte cultura nacionalista con la que cuenta México.

FuentesArchivos

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Omar Fabián González Salinas es Maestro en Historia por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Licenciado en historia por la misma universidad. Sus investigaciones se insertan en dos líneas temáticas: «Nacionalismo, nación e identidad nacional» e «Historia política y cultural del México contemporáneo». Es autor de diversos artículos académicos, y entre sus últimas publicaciones se encuentran: «Historia, héroes y conmemoraciones como armas de lucha política. El culto a Miguel Hidalgo en tiempos de la intervención francesa en México», Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, vol. 21(2), 2016, pp. 101-124; «Fiesta cívica y culto al ‘Padre de la patria’ en el Estado revolucionario (1910-1940)», Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, núm. 93, sept.-dic. 2015, pp. 162-183.

La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La frase estaba plasmada en un cartel utilizado durante una manifestación en contra de las reformas energéticas. Véase Proceso, El petróleo como bien cultural, 25 de agosto de 2013, p. 59.

La Jornada, Usa Peña de aval al general Cárdenas, 13 de agosto de 2013.

La Jornada, Vicente Fox compara a Pemex con la virgen de Guadalupe, 11 de marzo de 2000.

Proceso, El petróleo como bien cultural, 25 de agosto de 2013, pp. 58-60.

Para una primera aproximación a los tipos de nacionalismo, véase Knight (2013b, pp. 15-17).

Algunas investigaciones que han tocado este tema son: Pérez Montfort (1994), Knight (2013d) y Sánchez Graillet (2011).

Eric Hobsbawm (2012, p. 50) recordaba que Thomas Hobbes alguna vez precisó que ningún Estado, ni siquiera el Leviatán, podía persuadir a la gente de matar o morir de forma tan entregada; un efecto que, señala Hobsbawm, el Estado moderno sí ha logrado, y en buena medida gracias a que ha propiciado que los individuos se identifiquen con una comunidad (la nación) a la que deben este grado de lealtad.

Consciente de que «cardenismo» es un concepto que puede abarcar una forma de hacer política y un imaginario político de arraigo popular, aclaro que utilizo el término únicamente para referirme al sexenio presidencial de Lázaro Cárdenas.

La expropiación fue un acto de nacionalismo económico que el gobierno cardenista legitimó apelando a un discurso patriótico o nacionalista; dos expresiones que utilizo indistintamente para referirme a lo que John Breuilly (1990, p. 13) llamó «argumento nacionalista», es decir, una ideología política compuesta por tres nociones: 1)que existe una nación; 2)que los valores e intereses de dicha nación están por encima de cualquier cosa, y 3)que dicha nación debe buscar ser independiente y soberana. Frecuentemente —como en el caso aquí estudiado—, un «argumento nacionalista» es respaldado por el nacionalismo que la teoría modernista del nation building concibe como una «ingeniería social» que recurre a una construcción ideológica del pasado para formar un imaginario colectivo que aporte pruebas de la existencia de la nación, refuerce la identidad colectiva y potencie una lealtad hacia el Estado que se erige representante de dicha nación (Pérez Vejo, 1999). Por otra parte, preciso que entiendo la propaganda política como las estrategias persuasivas a las que recurre un gobierno para orientar la opinión pública (Pilatowsky Goñi, 2014, p. 13).

Retomo el planteamiento de Philip Corrigan y Derek Sayer (1985), acerca de que lo que el Estado establece en términos de ideas, prácticas o símbolos, puede ser rechazado o interpretado y utilizado de distintas formas por la población. Por tanto, los análisis «desde arriba» (perspectiva enfocada en el Estado) deben ser complementados con miradas «desde abajo» (desde la sociedad).

Tal como señala Arnaldo Córdova (1989), durante el cardenismo los maestros —especialmente los de educación básica en el medio rural— se distinguieron por su papel como movilizadores de masas y propagandistas de las políticas del Estado.

Carta del Sindicato Orizabeño de Trabajadores de la Enseñanza a Cárdenas, 6 de marzo de 1938, en Desdeldiez. Boletín del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana «Lázaro Cárdenas» (1988, pp. 36-37); Knight (2013d, p. 405).

Sobre el desarrollo del conflicto petrolero, véase Meyer Cossío (2009).

AGN, Fondo Lázaro Cárdenas del Río (en adelante FLCR), caja 409, exp. 432.2/253.

Carta de Cárdenas a Mújica, 10 de marzo de 1938, en ACERMLC/UAER-UNAM, Fondo Francisco J. Múgica (en adelante FFJM), vol. 182, doc. 2.

ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 182, doc.178.

Gilly (2001, p. 197); Pilatowsky Goñi (2014, pp. 150-151, 228); Green (1996, p. 182); El Nacional, 200 mil carteles, 27 de marzo de 1938, p. 1.

El Nacional, Vibrantes manifestaciones de respaldo al Ejecutivo por la expropiación petrolera. La manifestación estudiantil, no tendrá igual, 23 de marzo de 1938, p. 1; Excélsior, Una manifestación, plena de entusiasmo, organizada por la juventud universitaria, 23 de marzo de 1938, pp. 1, 3; Excélsior, Todo el país hace patente su adhesión al Ejecutivo en la forma más absoluta, 24 de marzo de 1938, p. 3.

Excélsior, Todo el país hace patente su adhesión al Ejecutivo en la forma más absoluta, 24 de marzo de 1938, p. 3.

Excélsior, Hubo en toda la república regocijo, 24 de marzo de 1938, p. 4; ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 201, doc. 331.

Hoja volante: Alerta pueblo de México, Cárdenas y su camarilla de comunistas nos hunden, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 105, doc. 472.

Vicente Lombardo Toledano y Fidel Velázquez invitan a Francisco Múgica a asistir a la marcha organizada para el día 23, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 182, doc. 156.

ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 182, doc. 136.

El Nacional, Editorial: Dos Independencias: 1810-1938, 19 de marzo de 1938, p. 3.

Excélsior, Declaraciones personales de algunos senadores por la actitud del Ejecutivo, 20 de marzo de 1938, p. 4; El Nacional, Opiniones en torno a la manifestación, 24 de marzo de 1938, pp. 1-2.

Esta interpretación sobrevivió al final del cardenismo; en 1952 se inauguró el Monumento a la industria petrolera de México (mejor conocida como fuente de petróleos), mismo que sobre una de sus fachadas llevaba inscritas las fechas «1810» y «1821», evocando la Independencia nacional. Debajo de ellas estaba colocada la fecha «1938» en alusión a la «segunda Independencia» —la económica— lograda con la expropiación.

Excélsior, Hubo en toda la república regocijo, 24 de marzo de 1938, p. 4; Excélsior, Todo el país hace patente su adhesión al Ejecutivo en la forma más absoluta, 24 de marzo de 1938, p. 3.

El Nacional, Setenta mil maestros en apoyo de la campaña pro-semana nacional del petróleo, 21 de marzo de 1938, p. 1; El Nacional, Realización de la semana nacional del petróleo en las escuelas citadinas, 19 de marzo de 1938, pp. 2, 4; El Nacional, En todos los establecimientos educativos de la capital y de los estados principiaron los trabajos de esa semana, 29 de marzo de 1938, p. 2; El Nacional, Actos cívicos infantiles en los planteles, 6 de abril de 1938, segunda sección, p. 4; Knight (2013c, p. 301); Desdeldiez. Boletín del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana «Lázaro Cárdenas» (1988, pp. 187-189).

El Nacional, 24 de marzo de 1938, primera plana; El Nacional, 13 de abril de 1938, p. 8.

Excélsior, Bellas mujeres y fogosos oradores para exaltar el entusiasmo en la capital, 2 de abril de 1938, p. 3.

Excélsior, Toda mujer mexicana debe dar su óbolo a la patria, 11 de abril de 1938, pp. 1, 3.

Excélsior, Las mujeres mexicanas en la redención de la patria, 5 de abril de 1938, pp. 1, 7.

Excélsior, Florece el patriotismo de la mujer mexicana como promesa de redención. Ricas y pobres acudieron al llamamiento de México, 13 de abril de 1938, pp. 1, 10.

Recortes del periódico La Prensa, 30 de marzo y 1 de abril de 1938, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 184, doc. 117; vol. 185, doc. 5.

Hoja volante: ¿Es cierta y patriótica nuestra liberación económica-petrolera?, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 183, doc. 36.

Hoja volante: Alerta pueblo de México, Cárdenas y su camarilla de comunistas nos hunden, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 105, doc. 472.

ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 197, docs. 301-302.

Recorte de periódico Excélsior, 30 de marzo de 1938, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 184, doc. 110.

Discurso del presidente de la república en el Día del soldado, México, D.F, 27 de abril de 1938, en Palabras (1978, p. 297).

Recorte de periódico El Universal, 28 de marzo de 1938, ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 184, doc. 96.

ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 196, doc. 63.

En este punto habría que resaltar que el gobierno cardenista también desplegó en América Latina un aparato propagandístico en favor de la expropiación. En Sudamérica las instancias diplomáticas promovieron una adhesión internacional a la nacionalización del 38, además de asegurar posibles mercados para los productos de la industria petrolera una vez que esta pasara a manos del Estado mexicano. Entre julio y septiembre de 1938 se emplearon estaciones radiofónicas sudamericanas para informar de la experiencia histórica y de los logros de la Revolución mexicana. Por su parte, la CTM hizo uso de un discurso antiimperialista para convocar a una reunión o congreso que diera forma a una organización obrera latinoamericana. Véase Zuleta (2013, pp. 62-66; 2014, p. 122). Cabe mencionar que estas estrategias no partieron de cero, pues como ha demostrado Pablo Yankelevich (1998, 1999), Carranza, Obregón y Calles ya habían sentado un importante precedente en cuanto a conformar en otros países una red de propaganda en favor de la Revolución y de cada uno de sus gobiernos. Respecto a Latinoamérica frente a la expropiación, un efecto que tuvo esta medida fue la conversión del caso mexicano como un ejemplo libertador. Esto se muestra en una carta dirigida a Cárdenas procedente de Venezuela en la que se le pedía que apoyara a expropiar la industria petrolera de dicho país. El documento, firmado el 19 de junio de 1938, felicitaba a Cárdenas por la expropiación y le informaba que en Maracaibo ansiaban «libertarse del dominio extranjero», para lo cual le preguntaban: «¿quiere usted ayudarnos a libertarnos y evitar entonces que los petróleos venezolanos […] sirvan para compensar por los que no pueden seguir robando de México?» (AGN, FLCR, caja 670, exp. 527/38). Al respecto, Cecilia Zuleta y Amelia Kiddle están próximas a publicar La expropiación petrolera mexicana en la prensa latinoamericana, una antología documental que será clave para estudiar la expropiación vista desde América Latina.

Informe presidencial, 1939, en La Industria (1993, p. 147).

El Universal, Celebración del aniversario de la expropiación, 18 de marzo de 1939, pp. 1, 7.

El Nacional, El Partido de la Revolución Mexicana invita al pueblo de México, al gran mitin de masas, 16 de marzo de 1939, segunda sección, p. 1.

El Universal, Gran manifestación por el aniversario de la expropiación, 20 de marzo de 1939, p. 11.

El Universal, Una gran manifestación, 18 de marzo de 1940, p. 8.

El Universal, Las riquezas naturales del suelo de México, para México, 20 de marzo de 1939, p. 11.

El Universal, Celebración del aniversario de la expropiación, 18 de marzo de 1939, pp. 1, 7.

Excélsior, 16 de septiembre de 1939, p. 15.

El Universal, Manifestación de solidaridad al presidente de la república, 18 de septiembre de 1939, p. 1.

Excélsior, La expropiación petrolera fue celebrada, 18 de marzo de 1940, pp. 1, 4.

Excélsior, Patriótico llamado a los petroleros en la celebración nacional, 17 de marzo de 1940, pp. 1, 9.

Para los comunistas era importante apoyar a Cárdenas, pues lo veían como parte de una revolución burguesa, misma que consideraban como el eslabón necesario antes de formar una revolución socialista. Jiménez Martínez (2007, pp. 98, 111).

AGN, Fondo Secretaría de Gobernación siglo xx, Investigaciones Políticas y Sociales, Asuntos Generales, caja 18, exp. 27.

El Nacional, Fue descubierto ayer un busto en honor del señor presiente Lázaro Cárdenas, 19 de marzo de 1940, p. 14.

El Nacional, 18 de marzo de 1940, segunda sección, p. 7.

Excélsior, Patriótico llamado a los petroleros en la celebración nacional, 17 de marzo de 1940, pp. 1, 9. Soledad Loaeza (2003, pp. 87-88) refiere que Lombardo fue el artífice del mito de la oposición como fuerza política reaccionaria, conspirativa y sin sentido de patriotismo. Una pesada losa que al PAN le fue impuesta durante décadas.

Excélsior, Patriótico llamado a los petroleros en la celebración nacional, 17 de marzo de 1940, pp. 1, 9

Peter Burke (2011b, pp. 25-45.) propone que las manifestaciones y celebraciones oficiales pueden ser analizadas como «actuaciones» que se desarrollan en «escenarios» públicos, mientras que el Estado toma el papel de «guionista» y «director».

El Nacional, Se clausura hoy la semana del petróleo, 18 de marzo de 1939, pp. 1, 3; El Nacional, Festividades hechas ayer, 19 de marzo de 1939, pp. 1, 3; El Universal, Celebración del aniversario de la expropiación, 18 de marzo de 1939, p. 1; Excélsior, Con entusiasmo verdaderamente enorme fue celebrado ayer en Morelos el segundo aniversario de la expropiación petrolera, 18 de marzo de 1940, p. 6; Calderón Mólgora (2006, p. 51).

El Siglo de Torreón, Dos magníficas escuelas inauguradas en G. Palacio por el señor presidente, 24 de junio de 1940, p. 4; El Siglo de Torreón, Inauguración de la gran escuela 18 de marzo de Gómez Palacio, 25 de junio de 1940, p. 5; El Siglo de Torreón, Los murales del Instituto 18 de marzo, 2 de junio de 2013 (https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/877077.los-murales-del-instituto-18-de-marzo.html).

Carta de Diego Rivera a Francisco Múgica, julio de 1938, en ACERMLC/UAER-UNAM, FFJM, vol. 182, doc. 137. La causa del petróleo también fue abrazada por otras organizaciones artísticas de izquierda. La Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) comunicó al presidente su «firme y entusiasta adhesión» a la política nacionalizadora de la industria petrolera. El Taller de Gráfica Popular (TGP) plasmó el tema petrolero en distintas imágenes. Una de ellas fue la linografía titulada «El petróleo es nuestro», fechada en 1939 y de autoría de Isidoro Campo. En ella se representaba la mano del pueblo mexicano sujetando las torres petroleras sobre las cuales ondeaba la bandera nacional. Desdeldiez. Boletín del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana «Lázaro Cárdenas» (1988, p. 132); Linografía «El petróleo es nuestro», 1939, en Archivo Taller de Gráfica Popular (ATGP), carpeta 153.

Informe presidencial de Lázaro Cárdenas, 1940, en La Industria (1993, p. 162).

Entre las iniciativas de la propia sociedad destaca el caso de los habitantes de Los Gordos, Guanajuato, que en agosto de 1938 escribieron a Cárdenas para comunicarle que habían decidido que su población tomara el nombre de «Colonia 18 de Marzo» para conmemorar el día de la expropiación. AGN, FLCR, caja 824, exp. 543-3/187.

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