Del ars historica a la Monumenta historica: la historia restaurada ordena sus capítulos acorde al tránsito de 2 momentos historiográficos clave para entender lo que ha sido la historiografía de la Compañía de Jesús escrita por sus propios miembros. El primero —que abarca los primeros 3 capítulos— es el paso del ars historica a los Monumenta, y el segundo —que incluye los últimos 3 capítulos— es el de la emergencia de la historia científica. Ambos momentos son fundamentales para dar cuenta de los cambios y permanencias en esta escritura.
El capítulo de Alberto Cevolini se orienta en torno a la complejización del saber social que implicó la circulación de los textos impresos. Para ello utiliza los ejemplos de los jesuitas Francesco Sacchini y Jeremias Drexel. Esta complejización puede ser entendida a partir de la operación de selección y su consecuencia paradójica, la producción de más variedad, que supusieron las bibliothecas, bibliografías, compilaciones, ficheros y catálogos de los siglos xvi y xvii.
A través del análisis de la imagen impresa, Ralph Deconinck muestra en el segundo capítulo cómo se enfrentaron de manera inconsciente los jesuitas a la complejidad de la difusión masiva de lo impreso, y al riesgo de fijación que ésta implicaba. Sobre todo cuando se trataba de la escritura de la historia de la propia Orden, como muestra Dekoninck en su análisis de la Imago Primi Saeculi, impreso monumental conmemorativo del primer centenario de creación de la Compañía. Gracias a la imprenta, este trabajo de persuasión retórica alcanzó niveles de propagación impensables, provocándole a la Compañía el afecto de simpatizantes, así como la crítica de adversarios.
Por su parte, Michela Catto hace un estudio del controvertido libro De Suppressione, de Giulio Cesare Cordara, obra de propagación y reflexión para el gran público que vivió el hecho de la supresión de la Orden. Lo interesante es que Cordara llevó a cabo una lectura completamente distinta a la de la mayoría de sus compañeros ex-jesuitas acerca de las causas que habían llevado a la Compañía a su supresión. A través de la historia de las continuas acusaciones hechas a la Compañía desde su fundación, Cordara sostenía que la supresión no había sido «el triunfo de la irreligión», ni el de los philosophes, sino un justo castigo divino.
En los tiempos de la historia decimonónica no existió mayor impulso por parte de la Compañía de insertar a su cuerpo en el movimiento historiográfico moderno, que la creación de la Monumenta Historica Societatis Iesu, impulsada por el Prepósito General Luis Martín. A finales del siglo xix y principios del xx se imprimieron una serie de historias sobre las asistencias de la Compañía, las cuales tenían el fin de intentar dotar a esta Orden restaurada, pero fragmentada, de un horizonte de sentido donde poder colocar aquello que, según los tiempos, se señalarían como rupturas o continuidades. Esto es lo que Martín Morales nombra «la fábrica de la historia» de Luis Martín.
El aporte de Perla Chinchilla gira en torno al cuestionamiento sobre aquello que escribieron los jesuitas después de su restauración, en un momento en el que se empezaban a proclamar los dogmas de la historia científica. Esta autora sostiene que la historia de la historiografía de la Compañía no se puede pensar como un proceso lineal, sino que «se trata de vías paralelas que se entrecruzan e inscriben en los diversos contextos epistémicos del tránsito entre el Antiguo Régimen y la Modernidad. Este abigarrado cruce generó un producto híbrido que, según esta propuesta, ha de permanecer así —tal como un ajolote— ya que su función comunicativa se lo demanda» (pp. 160- 161).
En sus páginas, Alfonso Mendiola concluye el libro con la reflexión acerca de la propuesta historiográfica y epistemológica del pensador jesuita contemporáneo, Michel de Certeau. Planteando el problema de por qué al aplicar los métodos propios de la historia al estudio de temas religiosos se ponen estos últimos en cuestión, Mendiola explica la forma novedosa del quehacer historiográfico de Certeau. A este jesuita lo que le interesaba era «reflexionar sobre los límites que tiene la sociedad moderna para comprender las formas de sociedades distintas, por supuesto, dando énfasis a las representaciones de lo religioso» (p. 202).
El libro en su conjunto es valioso no solo por su aportación a los estudios sobre la Compañía de Jesús, sino porque sirve como puente de entrada a la reflexión de un problema historiográfico mayor: las formas de escritura de la historia desde el siglo xvi hasta el xx. Aunque probablemente no haya sido su objetivo, todos los autores brindan al lector herramientas de análisis y abstracción para repensar el quehacer historiográfico.