Las luces del bicentenario, y su abrumadora producción historiográfica, siguieron haciendo presencia aún después de concluido 2010, pues apenas comenzando el postrero año, no tardó en aparecer un volumen, me atrevo a decir, único en su especie, dedicado enteramente al estudio de ciertos comandantes militares que defendieron entre 1810 y 1821 el dominio español en la Nueva España. Biografías político-militares de los elementos (todos españoles, al menos jurídicamente) que hicieron frente a los movimientos encabezados por Hidalgo, Rayón, Morelos y Mina, sorteando un sinfín de problemáticas que el experimento contrainsurgente les planteó.
El tomo Los comandantes realistas y la guerra de Independencia (2011), coordinado por Jaime Olveda y que edita la Universidad de Jalisco (con auspicios de al menos una decena de prestigiosas instituciones académicas y universitarias), se sitúa al centro de un par de directrices historiográficas que en la actualidad comienzan a dar frutos inestimables: la historia regional y la historia de los grupos que sirvieron en las fuerzas reales españolas.
La primera de estas corrientes, la local o regional, tiene una larga y nutrida tradición, pues obras como las de John Tutino, Brian Hamnett y Eric Van Young (por citar las más clásicas),1 y las de Carlos Juárez Nieto, Virginia Guedea, Juan Ortiz, Jesús Hernández Jaimes y José Antonio Serrano (por referirnos a algunas de las más recientes)2 han descubierto, detrás de la historia de México, las regiones locales, que a nivel de las provincias, ciudades y pueblos, complementan todas las atribuciones que hasta ahora ha hecho la historia tradicionalista.
Por la otra parte, una de las perspectivas que también ha sido parcialmente rescatada en esta última etapa de la historiografía mexicana y mexicanista, que unos han dado en llamar revisionista, es la que tiene como actores principales a los hombres que defendieron la causa del rey en las posesiones americanas, ya como militares, como gobernantes o como ambas cosas (no huelga acotar que la necesidad de la reivindicación de estos héroes comenzó en el mismo siglo xix por los propios escritores españoles). Este tipo de relatos apareció con el mencionado Hamnett, con Archer (para el caso puramente militar), McFarlane3 y otros pioneros. Otra aportación digna de notar es la obra publicada a mediados del siglo xix por Manuel Rivera Cambas, quien bosquejaría en su obra Los gobernantes de México las biografías de algunos de los virreyes españoles; a más de la obra precursora de Romeo Flores Caballero, La contrarrevolución en la Independencia, primera especializada en la temática de la política real. Esta obra, pues, no responde a otra cosa que a la preocupación que los historiadores del periodo han tenido de acceder a una explicación mucho más integral, dejando la unilateralidad del estudio excluyente de los insurgentes que primó hasta hace al menos tres décadas.
El volumen del que hablamos aborda las acciones políticas y militares de cinco comandantes peninsulares que estuvieron antes y durante el proceso de independencia mexicano. Se trata de una compilación de artículos que, si bien disímiles en cuanto a profundidad e investigación, representan la explotación de una de las vetas más ricas de la actual historiografía. Cinco autores procedentes de diversas instituciones mexicanas llegan a una conclusión común: las condiciones de la guerra y la necesidad de inventar un mecanismo eficaz para contrarrestar una revolución sin precedentes hicieron que los militares de alto rango tuvieran que ensayar y corregir sobre la marcha sus estrategias, siendo a veces arbitrarios, por cometer abusos y excesos contra las poblaciones, provocando ciertas rencillas.
El primer capítulo, en el que Cuauhtémoc Hernández, de la Universidad Autónoma Metropolitana, presenta el comportamiento del militar y virrey Félix Calleja desde la explosión de la crisis de la monarquía española hasta su salida del virreinato en 1816, representa una síntesis historiográfica del personaje más estudiado de los cinco que se tratan en el libro.4 Basado casi a totalidad en las Campañas del general don Félix María Calleja de Carlos María de Bustamante, el autor se nutre fundamentalmente de las obras anteriores a la primera mitad del siglo pasado.
En el segundo apartado, Jaime Olveda, coordinador del libro, se dedica al estudio mayoritariamente documental del salamanquino José de la Cruz, abordando su presencia en tierras americanas desde su desembarco en noviembre de 1810, a escasos días del estallido de la rebelión de Dolores, su actuación como hombre fuerte de la Nueva Galicia, donde acumuló todas las potestades políticas y militares, concluyendo con su apresurada salida en 1821 luego de que sus oficiales más cercanos se pronunciaran a favor del plan que proclamó Agustín de Iturbide en el que buscaba la independencia de Nueva España.
El tercero y más extenso capítulo, en que se ensaya la vida del catalán Joaquín de Arredondo, Octavio Herrera, del Museo de Historia Mexicana de Monterrey, es el que mayor parte dedica a la explicación del contexto en el que hace su aparición el militar que tuvo que lidiar con el amague independentista de Bernardo Gutiérrez de Lara en Texas en 1813 y con la incursión del oficial español Xavier Mina en 1817. Este personaje, al igual que De la Cruz, tuvo que abandonar precipitadamente el virreinato, ya independizado, ante el arrasador avance de las tropas trigarantes en 1821, sobre todo por las inminentes represalias que la población regiomontana hubiera podido tomar en su contra por la conducta que presentó durante el tiempo que tuvo su cuartel en esa ciudad.5
En el siguiente capítulo, Marcos Medina Bustos, de El Colegio de Sonora, analiza la actuación militar de Alejo García Conde, siendo este uno de los primeros ensayos dedicados específicamente a su estudio. En él, particularmente el autor tiene que echar mano de la historia regional para explicar las complicaciones que trajo consigo gobernar las Provincias Internas occidentales, donde una parte estaba militarizada previamente a la guerra civil, como era Sonora, vigilada totalmente por presidios, y otra (como Sinaloa) en que esas necesidades de prevención no existían, pero justamente donde la amenaza de una invasión insurgente estuvo mucho más presente, sobre todo antes de la derrota de Puente de Calderón.
El capítulo que cierra la secuencia lo escriben en conjunto Luis Alberto Arrioja (de la Universidad Autónoma Metropolitana) y Carlos Sánchez Silva (del Instituto de Investigaciones en Humanidades de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca), y en él se analiza el también poco estudiado caso de Melchor Álvarez, quien ya contaba con un breve estudio previo.6 Los autores tienen la necesidad de explicar más ampliamente el contexto en el que su personaje llega a encajarse, pues su aparición es bastante tardía, ya que la primera parte de la crisis de la monarquía la enfrenta, con las armas, en la península, llegando a combatir en Nueva España hacia abril de 1813, cuando ya el primer caudillo de la revolución de septiembre había muerto.
En un balance general no puede dejarse de reconocer el aporte al estudio global de la independencia mexicana, pues obras como estas se han publicado con décadas de separación. Su virtud es que pareciera tratarse de una obra colectiva, escrita a doce manos, pues en ciertos momentos los autores evocan a los otros personajes con claro conocimiento de las interpretaciones que se hacen en el resto de apartados. Ahora, como toda obra, es perfectible, pues una pequeña laguna se encuentra en cuanto a un cuerpo documental firme que guíe los relatos, que son principalmente descriptivos. A veces, incluso, la biografía de algún personaje, como Calleja y Arredondo, se torna en apología, sustituyendo el análisis por la glorificación de sus campañas.
Al final, la imprecisión más notable de la obra, y que refleja una deficiencia generalizada en la historiografía independentista, es la de definir a las huestes que se empeñaron en defender el dominio colonial con el nombre genérico de realistas. La inexactitud tiene su origen en el título mismo, y se repite invariablemente a lo largo y ancho de toda la obra;7 se habla indiscriminadamente de comandantes realistas, economizando en la explicación, por demás pertinente, de que los realistas, más precisamente fieles realistas defensores de Fernando VII, eran un cuerpo armado específico, parte de los cuerpos al servicio de la causa del rey.
François Dosse asegura en sus reflexiones acerca de la biografía que “se reescriben constantemente las mismas vidas, vuelven a analizarse las mismas figuras, porque siempre surgen lagunas documentarias, nuevas preguntas y nuevos enfoques”.8 De ese modo, esta obra se enmarca en las pautas historiográficas actuales, donde enfoques y preguntas nuevas nos obligan a hacer una revisión de los mismos temas, tratando de satisfacerlas de un modo innovador. Al fin “no se trata de regresar a los viejos temas con los viejos enfoques, simplemente hay que completar el panorama”,9 donde estén las mayores lagunas, y esta obra abona a ese fin.
John Tutino, De la insurrección a la revolución en México. Las bases sociales de la violencia agraria, 1750-1940, trad. de Julio Colón, México, Era, 1999; Brian R. Hamnett, Raíces de la insurgencia en México. Historia regional 1750-1824, México, Fondo de Cultura Económica, 1990; y Eric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo xviii. La economía rural de la región de Guadalajara, 1675-1820, trad. de Eduardo L. Suárez, México, Fondo de Cultura Económica, 1989.
Carlos Juárez Nieto, El proceso político de la independencia en Valladolid de Michoacán 1808-1821, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2008; Virginia Guedea, “Autonomía e independencia. La Junta de Gobierno insurgente de San Antonio de Béjar, 1813”, en Virginia Guedea (coord.), La independencia de México y el proceso autonomista novohispano, 1808-1824, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora/Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, p. 135-183; Juan Ortiz Escamilla, El teatro de la guerra. Veracruz, 1750-1825, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 2008; Jesús Hernández Jaimes, “Crisis de subsistencia e insurgencia popular en la Nueva España: entre la infidencia y la lealtad”, en Alicia Mayer (coord.), México en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana Retos y perspectivas, 2 v., México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2007, t. i, p. 61-74; y José Antonio Serrano Ortega, Jerarquía territorial y transición política. Guanajuato 1790-1836, Zamora, El Colegio de Michoacán/Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, 2001.
Brian R. Hamnett, Revolución y contrarrevolución en México y el Perú. Liberalismo, realeza y separatismo: 1800-1824, 1a. reimp., trad. de Roberto Gómez Ciriza, México, Fondo de Cultura Económica, 2011; Christon I. Archer, El ejército en el México borbónico, 1760-1810, trad. de Carlos Valdés, México, Fondo de Cultura Económica, 1983; y Anthony McFarlane, “Los ejércitos coloniales y la crisis del imperio español, 1808-1810”, Historia Mexicana, 229, v. lviii, n. 1, julio-septiembre 2008, p. 229-285.
Véanse Christon I. Archer, “New wars and old: Félix Calleja and the Independence Wars of Mexico, 1810-1816”, en B. J. C. McKercher y A. Hamishion (ed.), Military herectics: the unorthodox in policy and strategy, Westport Connecticut, Praeger, 1994, p. 33-56; y Juan Ortiz Escamilla, “Calleja, el gobierno de la Nueva España y la Constitución de 1812”, Revista de Investigaciones Jurídicas, n. 20, 1996, p. 405-447.
Otro estudio sobre este personaje se puede encontrar en Luis Jáuregui, “Las tareas y tribulaciones de Joaquín de Arredondo en las Provincias Internas de Oriente, 1811-1815”, en Ana Carolina Ibarra (coord.), La Independencia en el septentrión de la Nueva España. Provincias Internas e intendencias norteñas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2010, p. 271-302.
Christon I. Archer, “Soldados en la escena continental: los expedicionarios españoles y la guerra de la Nueva España, 1810-1825”, en Juan Ortiz Escamilla (coord.), Fuerzas militares en Iberoamérica, siglos xviii y xix, México, El Colegio de México/El Colegio de Michoacán/ Universidad Veracruzana, 2005, p. 139-156.
Esta repetida generalización está presente en la inmensa mayoría de la historiografía al respecto. Un ejemplo puede verse en la frase siguiente, donde el autor está refiriéndose a problemas económicos: “la reimposición de un tributo tan poco político provocaría un aumento en las deserciones de los ejército realistas, cuyas filas estaban integradas por los antiguos causantes de este tributo, y de los realistas fieles, que eran voluntarios de las provincias”. Hamnett, Revolución y contrarrevolución, p. 114 (cursivas del autor).
François Dosse, El arte de la biografía, México, Universidad Iberoamericana, 2007, p. 15 (las cursivas son mías).
Alfredo Ávila y Virginia Guedea, “De la Independencia nacional a los procesos autonomistas novohispanos: balance de la historiografía reciente”, en Manuel Chust y José Antonio Serrano (ed.), Debates sobre las independencias iberoamericanas, Madrid/Frankfurt am Main, Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos/Iberoamericana/Vervuert, 2007, p. 276.