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Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México
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Inicio Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México Ana Rosa Suárez Argüello, El camino de Tehuantepec: de la visión a la quiebra...
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Vol. 50.
Páginas 73-75 (julio - diciembre 2015)
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Ana Rosa Suárez Argüello, El camino de Tehuantepec: de la visión a la quiebra, 1854-1861, México, Instituto Mora, 2013, 411 pp., mp
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Diana Irina Córdoba Ramírez
Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México
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La relación entre el Estado y los empresarios durante el siglo xixqueda expuesta a través de la importancia estratégica del istmo de Tehuantepec y la materialización de un camino transoceánico en esa región de la República Mexicana, asuntos insertos en una lógica de incertidumbre y precariedad institucional que constituyen el tema de la obra titulada El camino de Tehuantepec: de la visión a la quiebra, 1854-1861.

Un primer aspecto que merece la atención es el enfoque bajo el cual está realizado el estudio. Tehuantepec ha sido objeto del análisis histórico antes, pero en los 10 capítulos que integran la investigación aquí reseñada confluyen la historia política, la diplomática, la de la empresa y la de los empresarios.

El aporte original que realiza Suárez Argüello es el explicar el papel de gran peso que ciertos actores informales jugaron en la diplomacia de entonces: los empresarios. La diplomacia entre México y los Estados Unidos estuvo lejos de ser conducida exclusivamente por los ministros, embajadores y cónsules. ¿Qué quiere decir lo anterior? Como muestra la autora, las redes empresariales alentaron y frenaron, en más de una ocasión, los acuerdos diplomáticos entre ambas naciones. La ruta que uniera el Océano Atlántico con el Pacífico a través del istmo oaxaqueño —«un sueño largamente acariciado», según explica la autora— materializó tanto los afanes del recién creado Ministerio de Fomento como el espíritu de empresa de mexicanos y estadounidenses asociados y, en más de una ocasión, enfrentados para construir el camino.

Desde el Tratado de La Mesilla hasta el frustrado McLane-Ocampo, clanes empresariales y arrojados sujetos a título individual intervinieron y muchas veces moldearon la diplomacia. Entre ellos se encontraron los hermanos Peter Amédée, Louis Eugene y Louis Stanislaus Hargous, Judah P. Benjamin, Albert G. Sloo, Francis de P. Falconnet, Jean Baptiste Jecker, Émile La Sère, Alexander Bellangé, José Joaquín Pesado, Ramón Olarte, Manuel Escandón, Cornelius Vanderbilt y muchos otros. Estos personajes le permiten advertir a la autora, primero, que la clase política constituye un actor en el horizonte de modernidad que se vislumbró para Tehuantepec, muchas veces al aprovechar la información privilegiada a la que tuvo acceso —Manuel Payno e Ignacio Conmonfort serían un excelente ejemplo de lo anterior—; segundo, que son los empresarios, algunos con trayectorias en ambas esferas, los que ocuparon un lugar primordial en los acontecimientos, haciendo de la batalla por Tehuantepec un enfrentamiento feroz.

La Compañía Mixta-Tehuantepec Company, la Tehuantepec Railroad Company y la Louisiana Tehuantepec Company distinguieron un promisorio proyecto entre 1853 y 1861 para echar a andar el camino transoceánico y dar mayor realce a Nueva Orleans, frente al poderío hasta entonces ejercido por la ciudad de Nueva York en el Atlántico. El golfo de México constituía un nuevo espacio de expansión para los intereses estadounidenses que pretendían hacerlo un «lago nacional», lo que volvió más profundo el temor de la clase política al sur del Río Bravo ante una nueva intervención.

Especulación y falta de capitales son los elementos que explican el ajedrez que puso en jaque a algunos de los interesados en el desarrollo del istmo y que concedió triunfos parciales a otros. Así, desde el privilegio otorgado en 1842 por Antonio López de Santa Anna a José de Garay hasta la gestión de James Buchanan y su apoyo a la Louisiana Tehuantepec Company, la constante es la enorme dificultad que entrañó la construcción del paso. En la explicación de aquel escollo la autora expone un aporte más de la obra: los espacios de discusión en los que Tehuantepec se perfiló como un proyecto viable. En este afán muestra un aprovechamiento exhaustivo de las fuentes, sobre todo, de las digitales, lo que logra a partir de un conocimiento amplio de la historia de los Estados Unidos y de México.

La investigación plantea un problema de estudio regional —aquella Norteamérica a la que se refiere en sus reflexiones Mauricio Tenorio—, y logra destacar los claroscuros del contexto y de las figuras involucradas en los dos países. El camino de Tehuantepec contribuye a una historiografía que para explicar lo sucedido en México entrelaza la mirada local, la nacional y la internacional. De modo que el desenlace de la empresa tehuana se explica al precisar el contexto en que logró consolidarse, entre octubre de 1858 y noviembre de 1859.

Un tema difícil para la historiografía liberal, puesto en contexto con maestría por Suárez Argüello, es el del tratado McLane-Ocampo. Es claro el enorme riesgo que el gobierno constitucional corrió con la firma de este acuerdo, pues entrañó la materialización de una nueva merma territorial, pero también debe valorarse la capacidad de los diplomáticos mexicanos en su negociación para contener las ambiciones estadounidenses; así como, la habilidad de Juárez para servirse de un tratado, sin ratificación, en su enfrentamiento contra el ejército conservador. Ambos aspectos se entrelazan con la oportunidad que los empresarios involucrados en Tehuantepec encontraron en la firma de este documento para consolidar sus proyectos o, por lo menos, ganar tiempo y salvarlos.

Ahora bien, las complejidades del tema son expuestas por la autora con una prosa aguda y precisa. Las diversas fuentes empleadas exhiben una lectura acuciosa que agotó los niveles de la literacidad. La prosa está respaldada en apéndices, índices y un aparato crítico equilibrado. Cada capítulo muestra la habilidad de Suárez Argüello para recrear los escenarios en los que transitaron estos personajes, un hábil juego de perspectivas que genera la empatía necesaria para apreciar las tensiones a las que estuvieron sujetos los actores. Esto da por resultado la elaboración de hipótesis que invitan al lector a reflexionar sobre las dificultades que entraña historiar este episodio en ambas naciones; también le permite a la autora mostrar nuevas posibilidades de estudio.

Finalmente, si la Compañía Mixta-Tehuantepec Company recuperó el empeño en el proyecto tehuano con la firma del Tratado de La Mesilla, para la Louisiana Tehuantepec Company el aliento prometido por el tratado McLane-Ocampo nunca llegó. Entre las razones del desmoronamiento del camino, el estudio expone que la idea de hacer del Golfo de México un lago nacional, vía Tehuantepec, fracasó por la dinámica de los proyectos en disputa, es decir, la existencia de otros pasos en Panamá y Nicaragua, y el plan para levantar un ferrocarril transcontinental. Añade, la dificultad que encontraron los empresarios para reunir capitales, realidad que tocó a otros proyectos ferroviarios y que, en este caso, dio un peso invaluable a obtener —y a perder— la concesión para transportar el correo entre ambas costas oceánicas, en función del subsidio que conllevaba.

En otra línea de ideas, el proyecto tehuano se frustró por las tensiones que México atravesaba en medio de la Guerra de Reforma, y la necesidad de poblar un territorio que se desconocía, y sobre el que era débil la acción del gobierno; lo que permite a la autora afirmar que la injerencia de los problemas interiores marcó la pauta a la política exterior. Incidieron en las acciones de los empresarios interesados en el istmo, desarticulándolas, la Doctrina Monroe y las reclamaciones internacionales, tanto privadas como públicas, ancladas en los Tratados de La Mesilla y Mon-Almonte; la iniciativa Kansas-Nebraska y los conflictos entre el norte y el sur de los Estados Unidos que detonaron la Guerra de Secesión. Por último, la construcción del camino de Tehuantepec se malogró por las estrategias seguidas tanto por Benito Juárez y su gabinete, como por los planes expansionistas de un James Buchanan, que buscaba su reelección, en una tónica en la que, señala Suárez Argüello, ambas administraciones evitaban pagar el precio de lo que ansiaban.

Las razones del fracaso obligan a mirar a los involucrados en un contexto amplio, en el que confluyeron los aspectos enumerados —con objeto de invitar a la lectura de la obra— y analizados a detalle por la autora del estudio.

Copyright © 2015. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas
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