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Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México
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Vol. 50.
Páginas 71-73 (julio - diciembre 2015)
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Páginas 71-73 (julio - diciembre 2015)
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Carlos Illades, Mario Barbosa, coords., Los trabajadores de la ciudad de México, 1860-1950. Textos en homenaje a Clara E. Lida, México, El Colegio de México, Universidad Autónoma Metropolitana Cuajimalpa, 2013, 259 pp.
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María Teresa Fernández Aceves
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Occidente, Guadalajara, Jalisco, México
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El libro es un homenaje a Clara E. Lida, historiadora social de El Colegio de México por los aportes sustantivos que ha hecho a la historia del anarquismo, el exilio español y las relaciones México y España. Los ocho autores de esta obra continúan con la perspectiva histórica y crítica de la Dra. Lida, al hacer visibles a actores olvidados o marginados en la historiografía mexicana y mostrar las complejidades de ellos. Los trabajadores de la ciudad de México va más allá de las investigaciones centradas en los obreros cualificados o semicualificados estudiados por la historia social, la antropología y la sociología del trabajo mexicano entre las décadas de 1970 y 1990, que desde una visión marxista o estructuralista resaltaban las características del mundo del trabajo, la cultura obrera y la cultura del trabajo.

Desde las historias social, cultural y urbana los ocho autores y la introducción de Carlos Illades nos presentan las diversas y cambiantes voces, miradas, prácticas y representaciones (visuales y textuales) de los y sobre los trabajadores. Asimismo nos puntualizan las cambiantes construcciones sociales de trabajo, calle y derechos laborales. A lo largo del libro los autores discuten y entretejen las categorías teóricas de clase social, generación, etnicidad, infancia, género, espacio, higiene y trabajo.

No solo analizan a los trabajadores en su lugar de trabajo, sino también en otros espacios, por ejemplo, Aréchiga Córdoba ilustra cómo trabajadores gestionaron, pidieron o demandaron habitar la ciudad; Sosenski, Gutiérrez y Gantús examinan cómo directores de cine, artistas y reporteros representaron a los niños que trabajaban en la calle en películas, fotografías, caricaturas, pinturas y en la prensa; Meneses rescata a las mujeres agentes del servicio secreto que realizaron investigaciones policíacas en las calles; Barbosa Cruz y Meneses investigan a secretarias y burócratas en general en oficinas gubernamentales.

Los autores recuperan a hombres, mujeres, niños y niñas como artesanos, trabajadores, empleados públicos, agentes que trabajaban del servicio secreto, voceadores, vendedores de boletos de lotería y migrantes españoles que laboraron en la ciudad de México. Por tanto, los autores de este libro colectivo se enfocan en aquellos empleados que actuaron en el trabajo formal, informal, semiinformal y en la burocracia federal.

Con base en un amplio abanico de fuentes documentales como censos, caricaturas, fotografías, pinturas, películas, periódicos, solicitudes de naturalización, quejas, cartas, informes, debates periodísticos, actas de cabildo, debates parlamentarios, entre otros, los autores reconstruyen las diversas ocupaciones, sus características, condiciones de trabajo, su distribución espacial y la cantidad numérica de estos a lo largo de casi un siglo. Como bien lo señalan los autores, dadas las características de estos trabajadores y de su oficio, les fue muy difícil reconstituir las trayectorias laborales de los billeteros, los niños voceadores de las calles, los españoles migrantes que se vieron fuertemente afectados por la Ley Federal del Trabajo de 1931, de los empleados públicos y de las mujeres en el servicio secreto.

Mario Barbosa sostiene que los empleados públicos no pueden categorizarse como un grupo monolítico a pesar de trabajar para el gobierno federal. Por el contrario, hubo y ha habido una gran diversidad de ocupaciones y condiciones de trabajo en la burocracia federal. Muchas veces los burócratas enfrentaron inseguridad laboral porque podían ser despedidos en cualquier momento, no siempre fueron atendidos ante enfermedades serias o no recibieron pensiones después de muchos años de servicio. Para contrarrestar la fuerza de sus quejas y demandas laborales, durante el auge de su sindicalización antes del cardenismo, el nuevo Estado mexicano prefirió concebirlos como «servidores leales», en vez de trabajadores. Como servidores públicos tuvieron un papel crucial en la estructura corporativa estatal y en las prácticas políticas clientelares del siglo xx mexicano.

Esta obra nos presenta una mirada de largo aliento que corrobora lo que la historia social del trabajo y del movimiento obrero en México ya había señalado sobre la politización de algunos trabajadores industriales y artesanos. Ahora en Los trabajadores de la ciudad de México los autores se enfocaron en hombres y mujeres artesanos, empleados públicos y trabajadores formales e informales, que en ciertas condiciones se movilizaron para protestar de manera colectiva por verse fuertemente afectados por políticas liberales del comercio en la década de 1860 (descritos por Teitelbaum) o por la falta de prestaciones laborales en la burocracia estatal en el siglo xx, como son los casos de los empleados públicos y los vendedores de billetes de lotería (examinados por Barbosa Cruz y Lorenzo Río).

Algunas de estas movilizaciones conllevaron intentos de huelga. Al igual que los trabajadores industriales y artesanos, los actores sociales de Los trabajadores de la ciudad de México enfrentaron altibajos en su organización y sindicalización. La obtención de sus prestaciones fue una lucha accidentada, por lo que las diversas quejas, demandas y peticiones laborales ilustran qué tan lento fue la construcción y la puesta en marcha de una política laboral y social en los siglos xix y xx.

A pesar de que Los trabajadores de la ciudad de México corrobora el difícil y largo camino que han enfrentado trabajadores para la obtención de derechos y justicia laboral que ya han señalado otros estudios, en esta obra los autores se apartan de los paradigmas marxistas y estructuralistas para incorporar el largo y cambiante proceso de modernización que provocó diferentes y desiguales cambios sociales en la capital del país. Las opiniones, prácticas y representaciones de los trabajadores, los autores las contrastan con las diversas voces de presidentes de la república, diputados, reporteros, directores de cine y representantes del Estado. Los discursos de todos estos actores sociales fueron multidimensionales y se dirigieron a diversas audiencias, pero no siempre dialogaron entre ellos.

Florencia Gutiérrez, Fausta Gantús y Susana Sosenski examinan las construcciones culturales del trabajo y las líneas móviles y borrosas entre trabajo y calle, donde se podía laboral y jugar como lo hicieron los voceadores de periódicos. Estas prácticas y representaciones se discutieron y construyeron en la prensa, en la gráfica (como la pintura, la fotografía, grabado y caricatura) y el cine. Estos excelentes capítulos ilustran muy bien cómo la cuestión social de la infancia a finales del siglo xix y en las décadas de 1940 y 1950 se entretejió con muchos prejuicios sociales, morales y católicos, dejándose de lado la discusión de los derechos civiles, laborales y sociales de los niños.

Meneses y Sosenski abordan las representaciones genéricas de clase social y de infancia. Meneses señala que las mujeres en la policía colaboraron en el servicio secreto recabando información policiaca porque ellas representaban a las madres protectoras, la decencia y la honestidad. Sin embargo, el ejercicio de su poder y su violencia solo lo podían realizar en la calle, no en el interior del hogar donde hubiera una figura masculina. Ahí se debía respetar el poder masculino y patriarcal. Por su parte Sosenski nos brinda un análisis fino de los matices de las representaciones del orden de género en 11 películas mexicanas que simbolizaron a los niños. A ellos se les vinculó con nociones tradicionales de las funciones sociales de los hombres; en estos, los niños asumían roles sociales de «hombrecitos», proveedores y protectores de las madres abandonadas, víctimas o encarceladas. Sosenski puntualiza que cuando se personificó a las niñas en las películas de la década de 1950, ellas también reproducían las funciones tradicionales culturalmente asignadas a las mujeres en la esfera doméstica.

Los autores y los coordinadores de este libro hacen aportes significativos a la historia social del trabajo, de la ciudad y de la infancia de trabajadores poco estudiados. Por ello recomiendo ampliamente este libro para los interesados en estos campos de estudio.

Copyright © 2015. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas
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