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Vol. 40.
Páginas 123-147 (enero - abril 2017)
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El buen vivir: La búsqueda de su comprensión a través de diferentes filosofías
Good living: The search for its understanding through different philosophies
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Elías Margolis Schweber1
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Resumen

En el presente texto, el autor señala que la búsqueda de aquello que nos complete como seres y nos haga felices, nos lleva a la comprensión y realización de la crítica a la modernidad con la finalidad de aterrizarlo en un aspecto más complejo: el Buen Vivir. Un “vivir y dejar vivir”, teniendo claro que no hay que dictar consignas para que quepan las formas de cambio que en las prácticas la gente en general busca para su existencia. Siendo así busca referencias a la idea del Buen Vivir, a través de textos de tres autores clásicos: Lao Tsé, Schopenhauer y Heidegger; referencias para entender de múltiples maneras su significado, máxime su riqueza y su utilidad: una forma de filosofía aplicada a la vida.

Palabras clave:
Buen vivir
Filosofía
Modernidad
Existencia
Felicidad
Abstract

In the present text, the author points out that in the search for that which completes us as beings and makes us happy, leads us to the understanding and realization of the critique of modernity in order to land it in a more complex aspect: The Good Living. A “live and let live”, were being clear that it is not necessary to dictate slogans to fit the forms of change that people in general practices seeking for their existence. In this way he seeks references to the idea of Good Living through the texts of three classical authors: Lao Tzu, Schopenhauer and Heidegger; references to understand in multiple ways its meaning, especially its wealth and its usefulness: a form of philosophy applied to life.

Keywords:
Good living
Philosophy
Modernity
Existence
Happiness
Texto completo
Introducción

No intentaré aquí entender el progreso como en el ámbito político y académico, con sus miradas estrechas y disciplinarias, sino con base en distintas filosofías que distinguen el vivir de la existencia. El existir tiene un camino más profundo y más largo que el vivir, ya que conlleva “un viaje interior”. Es un recorrido que algunas veces va del miedo al amor y nos ayuda a realizar el cambio o el progreso que buscamos y que depende de cada uno de nosotros.

Únicamente en soledad es donde cada uno se reduce a sí mismo. Es decir, ser consigo mismo como principio y no ser con los demás, puesto que la felicidad es una riqueza interior y, por tanto, a veces hay que alejarse de la mirada de los demás para liberarnos de la locura. Nada debe ser forzado del exterior: viene, como dice el Tao, del Gran Camino.

Lo anterior también nos lleva a la comprensión y realización de la crítica a la modernidad con la finalidad de aterrizarlo en un aspecto más complejo: el Buen Vivir. Un “vivir y dejar vivir” teniendo claro que no hay que dictar consignas para que quepan las formas de cambio que en las prácticas la gente busca para su existencia.

El concepto de Buen Vivir sobrepasa a todos: no es ni indígena, ni rural, ni urbano; es un mosaico filosófico que busca una nueva comunidad más consciente y decidida a seguir prácticas de vida que aclaran la vida misma. Se trata de un cambio de valores (compasión y humildad) que parten de una idea educativa de amplio rango, ya que se requiere de romper planteamientos estrechos o cuadrados de ver al mundo, para llegar al respeto de cualquier visión distinta a la propia. Hablamos, entonces, de nuevos lenguajes y nuevos contenidos que se interrelacionan en la práctica y que no acartonan la vida.

El Buen Vivir no se basa en ideas románticas: son ideas arrancadas de la vida misma que conllevan el sufrimiento de la existencia y las dificultades de la vida en todos los tonos que se presentan (sabemos, por ejemplo, que las categorías de amor y odio están presentes en toda actividad). Es un aprendizaje sin calificación del maestro, un reto para crear una comunidad diferente. Y tiene que ver con buscar felicidad en otra forma de ser, con aquella idea de que la felicidad es de los que se bastan a sí mismos (sin egoísmos ni intereses pasionales). A veces puede parecer anarquismo, porque son ideas sin dueño que buscan otra forma de comunidad, porque hay autogobierno (aunque cualquier gobierno sea malo o sólo un símbolo), así como pluralismo institucional y un mundo donde caben muchos mundos. La ética aquí es también una forma de pensar a partir del todo, no un ingrediente aparte.

Por lo tanto, buscaré referencias al Buen Vivir a través de textos de tres autores clásicos: Lao Tsé, Schopenhauer y Heidegger; referencias que nos lleven a entender de múltiples maneras su significado, máxime su riqueza y su utilidad: una forma de filosofía aplicada a la vida.

Capítulo IEl buen vivir desde la filosofía de Lao-Tsé1

Para Lao Tsé, a quien se le atribuye el origen del taoísmo, “la medida del hombre es el Universo”. Toda ley, toda regla y toda norma elaborada por el hombre es mala, innecesaria y negativa; sólo existe la ley de la naturaleza.2 Esta última, puesta de pie, se echa a andar, a correr, a girar en círculos dialécticos, en ciclos alternantes en los que vida y muerte, corrupción y nacimiento, son eslabones de una cadena cósmica. Como vemos, difiere de Confucio, para quien “la medida del hombre es el hombre mismo”.

En un trabajo publicado en Yenchin Journal (diciembre de 1927, Pekín), se menciona que el origen de la teoría Taoísta3 proviene también de una Escuela de brujos, Escuela de YI-King, Escuela de los números, Artes de Magia, Doctrina de los Adivinos, Doctrina de los Astrónomos, Doctrina del Tao-To, Escuela de Mo–tseu, Escuela de Confucio, Medicina, Higiene Sexual, Escuela del Calendario, Escuela de Yin-Yang, Doctrina de los cinco Elementos y de la Doctrina de la Inmortalidad. A este conjunto de doctrinas se le llama “El Gran Camino”, ya que toma sus conocimientos de experiencias asaz diversas, tanto por su contenido como por su temporalidad. De ahí parte la fuerza y la verdad para el Buen Vivir.

Hay que entender que Tao es el medio y el fin, la nada y el todo; es la clave secreta donde el individuo entra en comunión con el universo. Es un símbolo que no puede definirse con palabras, pero tiene cuatro cualidades: pureza, tranquilidad, reposo y unidad. Así, Tao es el camino que significa liberación, conquista de paz suprema o de felicidad. De lo anterior podemos divisar una relación estrecha con la idea del Buen Vivir, ya que no se puede pensar en ésta sin los conceptos de paz y felicidad. Más adelante seguiremos planteando relaciones que nos aclararán este tema.

Ahora bien, la idea del alma es aquí importante no en términos místicos, sino con la idea de no agotar el cuerpo, no ofrecer resistencia a nada, dejarse estar o dejarse arrastrar por la corriente de los acontecimientos, ya que la muerte es la separación del alma y del cuerpo. Alma y cuerpo se gastan en su vana lucha por la subsistencia. Sólo se acepta la idea del alma, porque dentro de ella está la clave de la inmortalidad.

En este orden de ideas, la verdadera “no actividad” sería una actividad movida por el espíritu, libre de interés, de pasión, de odio, de ambición, de provecho o intención de venganza. Es así un renunciamiento al mundo material que ya conocemos,4 un desarraigo de las cosas terrenas en el cual el “yo” individual no es el verdadero agente de la acción, sino dios. El hombre actúa más allá del bien y del mal. Por lo tanto, en el Buen Vivir se trata de hacer las cosas sin el egoísmo individual, sin el interés de provecho que rige los actos de las personas: “Hay que ser como el agua que fluye mansa e indiferente”.

Una cuestión muy difícil de comprender para los occidentales es la concepción especial que aquí se tiene de la moral, en la que hay un desinterés despierto y siempre alerta. De esto podemos aprender mucho para no actuar en reacción y queriendo saber la verdad de las cosas. Se trata de entender que ninguno de nosotros se ocupa de hacer girar los soles o de hacer llover (el hombre sólo puede imitar eso).

El sabio debe ser un atento espectador ante la vida5 y el conocimiento real, nos dicen; es fruto de una experiencia absolutamente personal. Con este razonamiento, los libros serían lo más pernicioso que el hombre haya conocido. Así, el verdadero sabio comienza por desligarse con todo el mundo exterior,6 lo que suele ser muy difícil de entender, ya que nuestra educación se basa en ello (las lecciones uniformes, las filas, las respuestas homogéneas: los borregos).7

En lo que se refiere al paso de la mística a la política, la Escuela de los Adivinos heredó algo más que una teoría dualista.8 La explicación de la incesante producción de cosas del Yin y el Yang puede ser aceptada sólo como una unidad primordial que va más allá en el éxtasis: “El uno produjo dos, el dos produjo tres, el tres produjo todos los seres. Todos los seres salen del Yin y van al Yang y son armonizados por el Gran Aliento del Vacío”. Y con esto volvemos a la idea anterior, que la actitud del sabio ante la vida es “no intervenir”. Es ésta la diferencia con el Confucionismo, que quiere intervenir en todo y arreglar todo a su entender.

El Buen Vivir tiene, entonces, mucho que ver con no intervenir en todo y dejar que se exprese la diversidad por sí misma, diversidad en la que cada individuo tiene su propia forma de ser, respetada por los demás; y aunque se enseña la cultura, a nadie se le impone una forma de ver el mundo.

Ahora bien, en el Tao Teh King9 existen tres cosas que se colocan por encima de las demás: la compasión, la economía y la modestia. Con compasión se puede ser valiente; con economía se puede ser generoso, y con modestia se pueden lograr grandes tareas humanas. Al querer ir delante de los demás, se ha dejado a muchos atrás. De esto hablamos ya antes, la sociedad se ha estratificado y empobrecido tanto, que no entendemos lo que es la modestia. Y sin ella la idea del Buen Vivir no se da.

Para el taoísmo, la posesión de cualquier riqueza es un robo (poseer bienes es usurpar; también la posesión del “poder” es siempre usurpar). El hombre debe vivir solo y ser rebelde en una no-cooperación con la sociedad.10 El filósofo debe pasar inadvertido entre los hombres, sin crear necesidades artificiales ni contrariar a la naturaleza con acciones innecesarias o superfluas, como el gobierno.11

Respecto a lo anterior, es claro que el “poder” va en contra del Buen Vivir, cualquier forma de gobierno impone a los otros una manera de comportamiento. Y aunque la idea de vivir en soledad nos parece chocar, sabio es, como ya lo mencionamos, el que sabe estar consigo mismo: el que está contento con su suerte, ése es sin duda el más rico.

El hombre ha nacido libre y sin embargo en todas partes está cubierto con cadenas.12 Los gobiernos para el taoísmo serían meros símbolos; mientras los súbditos gozaran de entera libertad, como el venado salvaje, cada cual cumpliría su deber con el vecino (sin tener conciencia de ello), cada cual amaría a su prójimo (sin llamar a eso caridad), cada quien actuaría libre y rectamente sin reconocer obligaciones para con nadie. Claro que esto se antoja imposible de cumplirse pero no deja de ser una utopía correcta para el Buen Vivir.

En la misma línea que Heráclito de Éfeso y como se menciona en el libro, dice Chuang-Tsze que Todas las cosas son Uno. Los dioses son mortales, los hombres son inmortales; nuestra vida es muerte, nuestra muerte es vida.13 Lo corruptible y la muerte por un misterio se convierte en vida, y de nuevo la vida se convierte en muerte. La naturaleza se realiza según un incesante movimiento, de cambio en cambio y de tesis en antítesis. Estos son polos de todo fenómeno, relativos y transitorios en su eterna y vertiginosa mudanza. La idea de apegarse a la vida y tener miedo a la muerte es lo que nos ha dado en la sociedad una sensación parcial de las cosas.

Entender el Uno es parte del Buen Vivir en el sentido de no romantizar la vida y odiar la muerte. Es entender que se es parte del mismo proceso de transformación y mutación; como lo dicen algunos investigadores, ver la tierra que es siendo, y su ser expresa el florecimiento de la vida.14

Respecto al dualismo de la naturaleza derivado de una observación del ritmo de las estaciones y de la vegetación, se puede observar éste en los cultos solsticiales o cultos de floración, como la adoración a la primavera. También se advierten en otras culturas, como en los mitos de Adonis y Afrodita, Osiris e Isis, Atis y Cibeles, Dionisos, etcétera. El faisán es pájaro en verano y marisco en invierno, como dice la metáfora de Tao; también la luz se vuelve sombra, dando a entender que todo tiene su movimiento propio. Para explicar la vida y la muerte se dan muchos ejemplos anticipados, como la teoría del amor-odio de Empédocles de Agrigento: son fuerzas eternas que rigen todos los cambios de la materia al surgir el universo en el seno del caos. Conceptos semejantes aparecen en Goethe y Freud con la teoría de Eros.15

En relación a lo anterior, observamos que en la filosofía china aparece este desarrollo dialéctico de la doctrina de “Dos principios”: Yin y Yang siempre en lucha entre la vida y la muerte, símbolos de fuego, madera, agua y metal, que en su combinación generan una forma de búsqueda de la supervivencia. La vida y la muerte siempre presentes en todo. Por eso dicen que el hombre superior sabe no amar la vida y a la vez no odiar la muerte, logrando así una armonía de gran aliento.

Si unimos estas ideas, el Buen Vivir es entonces una comprensión de las cosas más allá, un entender la naturaleza y sus fuerzas; un amor al sentimiento natural que entiende la armonía con todo; que sabe que el agua va a acabar infiltrando la madera, que el agua va a oxidar el metal, y no pretende otra cosa. El Buen Vivir entiende la lucha por la sobrevivencia y no pretende eliminarla. Éste es el camino del gran aliento y en él no puede existir un dominio completo de la naturaleza como pretende la sociedad capitalista.

Otro punto importante sobre el cual reflexionar (y que de alguna manera ya mencionamos) es el de la utopía. Al respecto, Tao Teh-King dice:16 Veneran a la muerte, no le temen, ni huyen de ella, no van a lugares distantes para liberarse de la miseria o el hambre. Aun cuando hay embarcaciones y carruajes, no los usan, no necesitan viajar. La gente puede oír a lo lejos el canto de los gallos y el ladrido de los perros, pero no se acerca, no presta atención. No hay leyes, ejército, policías o gobierno (ni economía dirigida); cada cual tiene entera libertad, sin ocuparse mucho ni poco de los demás. Por lo tanto, la violencia reina bajo los mejores monarcas y, de igual manera, sería éste un pensamiento anarquista.

El Buen Vivir también tiene que ver con la idea de la medicina Taoísta,17 que logra sus metas gracias a:

  • 1.

    Una correcta respiración.

  • 2.

    Ejercicios gimnásticos.

  • 3.

    Concentración mental.

El arte del buen respirar (1), Lin-chí, es de origen hindú (de la ciencia de los Yogis); es una alquimia biológica donde se aspira a transformar el aire atmosférico inhalado en aire o alma universal. Puesto que el alma del hombre no es más que una parte del alma universal, se enriquece lo individual al hacer una respiración adecuada. Así, se alimenta el alma, para que no muera, de la misteriosa respiración universal, celestial.

Asimismo, era importante el deporte (2) de los cinco animales: el tigre, el oso, el ciervo, el pájaro y el mono, mediante el cual las enfermedades podían ser curadas. Imitar el movimiento de los animales hasta transpirar y espolvorear arroz molido os sentará bien y dará apetito.

La medicina taoísta también se basa en la búsqueda de plantas medicinales.18 Fue por esto que desarrollaron la botánica, y también la medicina china utilizó la homeopatía basada en el estudio de lo “simpático” (se busca la relación entre órganos y sus cualidades): el hígado, el bazo, corazón, pulmón y riñones se relacionan con el intestino grueso y delgado, con la vesícula y vejiga urinaria. Y así, por ejemplo, el hígado se exterioriza por los ojos.

Vemos que el Gran Camino de esta doctrina ofrece una teoría de la rebelión, del renunciamiento, y nos inculca la certeza de que todo es relativo, inestable y tornadizo. Todo es nada y nada es todo. El Gran camino está abierto para la trascendente jornada, igual que el Buen Vivir, teniendo el escepticismo como alta meta contra la inevitable emoción y el consiguiente colapso. También es una reacción contra las leyes excesivas y una fuga, con su protesta, contra lo antinatural de la vida.

Capítulo IIEl buen vivir desde la filosofía de Arthur Schopenhauer19

En el prólogo del libro en cuestión, Dolores Castillo Mirat aclara cómo Schopenhauer inicia sus pensamientos desde la experiencia elemental de dolor, la de un hombre concreto atravesado por sus pasiones, en su debatirse por existir. Más aún: El hombre no es nada más que voluntad, deseos encarnados, un compuesto de mil necesidades, que apenas satisfechas vuelven a renacer. Sólo viendo al hombre en su verdad, con ese pesimismo, es que se entiende al hombre como un animal de deseo.

También debemos tomar en cuenta que no hay un conocimiento puro o un saber desinteresado en la curiosidad intelectual, puesto que en todos los casos la búsqueda racional está movida por los intereses de la voluntad.

En lo que respecta al Estado, para Schopenhauer éste no es institución moral alguna, sino el compendio del egoísmo bien entendido; por lo tanto, “la Humanidad no requiere de ningún estado”.20 Otra vez se presenta aquí una similitud con lo que vimos del Tao; es decir, el Buen Vivir no se propicia con una planeación del Estado. La aspiración a una felicidad generada por éste, no es más que sinónimo de invidencia y locura.

Las tendencias humanas no son tan sólo imposibles de satisfacer, sino ante todo falsas. El fin que persigue nuestro deseo es ilusorio. El hombre entonces es esclavo de cadenas ficticias, inalcanzables. Esta doctrina de lo absurdo no puede desligarse de la inquietante organización social del mundo moderno, con sus avances técnicos. ¿Qué pueden hacer millares de hombres tensos que enfrentan voluntades entre sí?

El Arte del Buen Vivir es esencialmente el arte de sobrevivir a este mundo hostil. La verdadera ética tiene que partir de la imposibilidad absoluta de la consecuencia de la felicidad. Y la única forma posible sería la auto aniquilación de la voluntad, así como entender el estado de guerra perpetuo de todos contra todos para tratar de salir lo más ileso posible.

Lo dicho hasta aquí lleva a pensar que somos tan sólo un juguete sin importancia en el seno de una voluntad ajena. También Durkheim en Las reglas del método sociológico, lo aclara: “Somos juguetes de una ilusión que creemos nuestra, pero es impuesta desde afuera”.21 Por eso, la educación aun teniendo rasgos libertarios, en el mejor de los casos, no es más que una imposición de modelos de ver, sentir y actuar. Se trata de un ser social, un alma colectiva que se impone estadísticamente.

Sólo quien se posee a sí mismo en la permanente ocupación de sus obras y sus pensamientos, sin tener que trabajar, es libre. Entonces, el derecho a sobrevivir se paga, no sólo con la renuncia a las propias convicciones, sino a la propia vida. “Es feliz el hombre a quien basta su riqueza interior y que exige [...] muy poco o nada del exterior”,22 ya que el fondeo último de todas las cosas es uno y él mismo, la voluntad. También se busca reconocer el mundo del sufrimiento como punto de partida, alejando la subjetividad típicamente romántica de entrar en la modernidad con la concepción de voluntad como una oscura potencia trans-subjetiva.

Un ser con talento en la soledad más absoluta encuentra en sus pensamientos e imaginación con qué divertirse agradablemente; en cambio, un ser limitado por más que vaya a fiestas y paseos, no llegará a quitarse el tedio que lo atormenta.23 Lo esencial para la felicidad en la vida es lo que uno tiene para sí mismo; y en el extremo contrario, es la pobreza de espíritu y la insipidez de la inteligencia la que induce a buscar compañía en otros.

Lo que contribuye más a buscar felicidad es, precisamente, lo que uno es y no lo que uno tiene o lo que representa. Si eres alegre, se da un beneficio inmediato. Poco importa si eres joven o viejo, bien formado o contra hecho, pobre o rico: eres feliz. Como vemos, la felicidad se funda en la salud y por eso Schopenhauer, igual que las enseñanzas del Tao, propone dos horas de ejercicio al aire libre.

La belleza es análoga a la salud, es una cualidad subjetiva que contribuye a la felicidad. Es una carta abierta de recomendación que gana los corazones de antemano. Homero decía que “no deben desdeñarse los dones gloriosos de los dioses, que sólo ellos pueden dar y nadie aceptar o rehusar a capricho”.24

Siguiendo las ideas de Schopenhauer, cien hombres necios puestos en montón no producen un hombre de talento, así la calidad de la sociedad no puede sustituirse por la cantidad. La superioridad de la inteligencia nos lleva a la insociabilidad. Es en soledad donde cada uno se ve reducido a sus propios recursos y se revela lo que posee por sí mismo. Por ello, Séneca dijo que toda necedad sufre el fastidio de sí misma.

No hay verdaderos placeres sino con verdaderas necesidades, pensaba Voltaire, ya que el hombre completo adquiere una necesidad de ver, aprender, meditar y estudiar. Es un acceso a la belleza del arte, la naturaleza y las obras intelectuales. No es una existencia vana, insípida y desolada en la que se debe perseguir un fin. Parece una unidad y una perfección más pronunciada, como la del Buen Vivir. Es una existencia conectada con el nosotros y no fuera de nosotros.

Otro concepto interesante de este filósofo es el de la riqueza,25 como el agua salada: cuanto más se bebe, más sed da. Así, después de una pérdida de riqueza se domina el primer dolor hasta recobrar el humor habitual, ya que reducimos el punto de pretensión por nosotros mismos, porque el objeto del deseo es móvil como nuestras tan diversas necesidades.

Se puede agregar a esto la idea de que el Buen Vivir toma en cuenta no sólo la cabeza para la confianza en una buena suerte, sino también al corazón que ayuda a salir de la necesidad. Se incluye así al corazón como algo básico para equilibrar la vida, como lo hacen los pueblos indígenas (con la idea de unidad cabeza–corazón).

También hay que saber moderar la opinión de los otros, apreciando el valor de lo que uno es en sí para sí, comparado con lo que uno es a los ojos del otro. De lo contrario, seríamos esclavos de la opinión de los otros. Schopenhauer pide tomar en cuenta la superficialidad de la futilidad del pensamiento, los límites de las nociones de mezquindad, lo absurdo de algunas opiniones. También el Tao habla del tema e invita a conectarse con uno mismo al tener una consciencia de la interacción muy especial.

Por considerar la opinión de los demás, casi superior a todo, hemos caído en una preocupación donde la mitad de los tormentos y las angustias que sentimos provienen de esta demencia. Sólo alejándonos de la mirada de los demás podemos liberarnos de esa locura y llegar a la tranquilidad del alma con nuestra satisfacción de la naturaleza.

El vanidoso debiera saber26 que la elevada opinión del otro a la que aspira, sea positiva, se obtiene mucho más pronto y más seguramente guardando un silencio continuo que hablando. Ya que el orgullo se basa únicamente en la firme, la íntima, la inquebrantable convicción de méritos superiores y su peor enemigo es la vanidad, la mayoría de las opiniones de los hombres son las más de las veces falsas, erróneas y absurdas. Así que hay que sustraerse de la mirada de los demás para vivir bien.

Schopenhauer27 opina como Aristóteles: “No es el placer sino la ausencia del dolor lo que persigue el sabio”. Cuando nuestro cuerpo entero está sano, excepto una parte, la conciencia deja de percibir la salud del conjunto; la atención se fija en ese dolor y el placer de la existencia se borra. Todo placer, entonces, es de corta duración. El hombre más feliz es el que pasa la vida sin grandes dolores, tanto en lo moral como en lo físico. Si a un estado libre de dolor viene a agregarse la ausencia de tedio, se logra la felicidad; lo demás es quimera. Otra buena idea para el Buen Vivir.

El necio corre tras los placeres de la vida y encuentra una decepción; el sabio evita los males. Y si acaso no lo consigue, la culpa es del destino y no de su locura. Así, los males que haya evitado son los más reales, aunque el esfuerzo haya sido excesivo: dolerse de la pérdida de los placeres es mezquino.

¿Y qué es, en efecto, lo que impulsaba a los cínicos a rechazar todos los goces, sino el pensamiento de los dolores de que van acompañados?28 Estaban profundamente convencidos de la naturaleza negativa de todo placer y de la naturaleza negativa de todo sufrimiento. Felicidad y placer son fenómenos de espejismo que vistos de lejos desaparecen; y cuando uno se acerca, no traen más que dolor. Entonces, la existencia sin dolor, tranquila, es lo mejor.

Se puede considerar que las más de las veces, la alegría está dispensada de venir a la fiesta. Donde realmente se presenta, llega de ordinario sin hacerse invitar, ni anunciar; viene por sí misma y sin cumplidos, introduciéndose en silencio, a veces por los motivos más insignificantes y fútiles, en las ocasiones más vulgares, en circunstancias que no son brillantes ni gloriosas.29 El único objeto es hacer pensar a los demás que la alegría es la fiesta, pero no es más que una pura ilusión. Es una forma mal entendida del Buen Vivir. Las academias y las cátedras de filosofía son igualmente el simulacro exterior de la sabiduría.30 Semejante es el disfraz vacío de la devoción sacerdotal y así, sucesivamente, casi todas las cosas de ese tipo en este mundo pueden llamarse nueces vacías. La substancia real hay que buscarla en otra parte (no se observa de ordinaria, más que por una casualidad).

Cuando se quiere apreciar la condición de un hombre desde el punto de vista de la felicidad, no se debe enterar uno de lo que lo divierte, sino de lo que lo entristece; porque cuanto más insignificante es lo que le aflige, más feliz será el hombre. Igualmente hay que poner las pretensiones lo más bajo posible para evitar grandes desgracias. Por eso la vida plena e íntegra sólo llega a pocas personas.

Y aunque se logre todo lo anterior, es posible que se desdeñe las modificaciones que el tiempo a producido en nosotros mismos. Horacio lo ha dicho: “¿Para qué fatigar el espíritu débil con proyectos eternos?”31 Ocurre, principalmente con nuestros deseos, que encontramos lo que no buscamos, lo encontramos por caminos distintos o, en el mejor de los casos, apenas por una explicación, una enseñanza. Para estas enseñanzas también hay que considerar que sólo el presente es verdadero y efectivo, y en él se funda nuestra existencia. Séneca decía: “considera cada día como una vida aislada”.32 Así dedicamos el tiempo oportuno a la inquietud y hasta el arrepentimiento; después tenemos que decir de los hechos consumados: “releguémoslos al pasado”, aunque sea a pesar nuestro, ya que la cólera hay que ahogarla y seguir lo presente.

También Goethe lo señalaba: “Yo he puesto mi deseo en nada”. Sólo cuando se ha despojado uno de todas sus pretensiones y se ha reducido la existencia tal como es (¡desnuda y despojada!), el hombre puede adquirir esa calma de espíritu para gozar del presente, ya que incluye, por supuesto, dejar los miedos agitados por los deseos.

Pero no nos olvidemos que seguimos con Schopenhauer: “Toda limitación aún en las cosas del espíritu es provechosa a nuestra felicidad. Porque cuanto menos excitación de la voluntad hay, menos sufrimiento habrá; sabemos que el sufrimiento es positivo y la felicidad simplemente negativa”.33 La actividad exterior de la vida (que ahora la vemos en cualquier lugar) nos distrae y nos aparta del espíritu y tranquilidad exigidos. Por lo tanto, es importante suspender el bullicio y tumulto de la vida real. También hay que saber bastarse a sí mismo. Todo lo llevo conmigo. Como ya lo mencionamos, Aristóteles decía que “la felicidad es de los que se bastan a sí mismos”. Y más ahora que los peligros y las molestias de vivir en sociedad son numerosos. Así, quien no ama la soledad, no ama la libertad (porque no es uno libre más que estando solo). Cada quien amará o huirá de la soledad, en proporción exacta al valor de su propio yo.

La paz verdadera y profunda del corazón y la perfecta tranquilidad del espíritu, esos bienes supremos de la tierra después de la salud, no se encuentran más que en la soledad.34Y ésta es, por el contrario, insidiosa; oculta males inmensos a veces irreparables. Si lo que tiene un valor real no es apreciado en el mundo y lo que se aprecia no tiene valor, los hombres sociables entonces son incapaces de resistir la soledad y de resistirse a sí mismos cuando están solos. El amor a la vida no es en el fondo más que el miedo a la muerte, como también el sentimiento de amor a los hombres no es un instinto de amor a la sociedad, y se trata más bien de un temor a la muerte.

La soledad ofrece al hombre colocado en buena posición una doble ventaja: ser consigo mismo y no ser con los demás. Si se reflexiona sobre esta última, entendemos el comercio del mundo que trae consigo violencia y muchos peligros. Todo nuestro mal viene de no poder estar solos; la soledad pertenece a las inclinaciones peligrosas, dice La Bruyère.35 Pero tener suficiente fuerza en sí para poder prescindir de la sociedad, es ya una gran felicidad. La dieta de los alimentos nos devuelve la salud del cuerpo y la de los hombres la tranquilidad del alma.

El amor a la soledad no puede existir como inclinación primitiva. Debe nacer como resultado de la experiencia y reflexión; por eso, en los hombres de edad madura es esto algo más fácil que para los niños que lanzan gritos de miedo. Así, el Buen Vivir tendría que tomar en cuenta esta experiencia para no caer en la idea de lo que llamamos “borregos” y en donde todos se siguen sin reflexionar a dónde van y poder hacerlo, en todo caso, con la tranquilidad del alma que asegura su elección en el camino elegido. Saadi, el persa, dice al respecto: “Desde este momento despidiéndonos del mundo, hemos seguido el camino del aislamiento; porque la seguridad está en la soledad”.36

Es muy natural que los verdaderos educadores del género humano sientan tan poca inclinación en ponerse en comunicación frecuente con los demás. Pero para llevarlos hacia la luz de la civilización y del perfeccionamiento, se debe vivir entre la gente, aunque sin pertenecerles realmente. Hay que ser gente sensiblemente distinta y con convicción muy nítida. Ya no se tiene nada que esperar, no hay que formar planes y proyectos; no se está a las ilusiones comunes.

El consejo que da Schopenhauer es que se habitúen a llevar a la sociedad una parte de su soledad; que aprendan a estar solos, hasta cierto punto, en el mundo, a no comunicar todo lo que se piensa a los otros; que no se atribuya demasiado valor a lo que dicen, y no esperar gran cosa de ellos ni en lo moral ni en lo intelectual. Fortificar esa indiferencia respecto a sus opiniones, es lo que hace luego la tolerancia. Esa tolerancia que tanta falta hace para el Buen Vivir.

Séneca afirma:37 “Contentémonos con lo nuestro, sin hacer comparaciones: nunca será feliz aquel al que atormente el que es más feliz que él”. La envidia, entonces, es un vicio y un enemigo para la felicidad, por lo que hay que ahogarla como a un espíritu maligno. Esa constante atención a lo que hacen los demás demuestra cómo se aburren y cuán desgraciados son. Se vuelve un ejército de envidiosos a los que hay que tener alejados para neutralizar aquellas energías.

Lo que da felicidad es ver crecer la obra de uno mismo día a día (cuanto más noble es la naturaleza del trabajo, es mayor el goce), puesto que la actividad es indispensable para la dicha. La vida está en el movimiento. Esto se refiere tanto a la vida física como a la vida interior e intelectual. Vencer obstáculos es la plenitud del goce en la existencia humana. La lucha y la victoria hacen al hombre feliz.

La buena salud, como ya vimos, tiene un peso importante. Se debe someter al cuerpo y a cada una de sus partes a muchos esfuerzos y fatigas y habituarse a resistir todo lo que puede afectarle. Por consiguiente, hay que evitarle a nuestros ojos toda luz demasiado viva, no mirar mucho tiempo los objetos muy pequeños, preservar nuestros oídos de ruidos demasiado fuertes y evitar al cerebro una lucha demasiado forzada. La fatiga que sentimos en los brazos o las piernas tiene su asiento en el cerebro. En cambio, el corazón es infatigable. Nuestro pensar no es otra cosa que la función orgánica del cerebro. Un esfuerzo excesivo fatiga el cerebro como los ojos. Por eso se dice, con razón, que el cerebro piensa como el estómago digiere.38

La idea concreta es Vivir y dejar vivir. Cuando se quiere vivir entre los hombres, hay que dejar a cada uno existir y aceptarlo con la individualidad que se le ha concedido. No hay que modificarla ni condenarla, pero sí hay que acordarse que todo sufrimiento, toda incomodidad, todo desorden en cualquier parte del cuerpo, afecta el espíritu.

Como el águila, los espíritus realmente superiores vagan por las alturas solitarios. Eso significa que los hombres con esas disposiciones se reúnen tan pronto como se atraen magnéticamente: las almas hermanas se saludan desde lejos. Y puede ser, como dice la doctrina búdica de la metempsicosis, que estaban ya unidos por la amistad en una vida anterior.

Asimismo, se menciona en El Arte del Buen Vivir que el mayor talento es invisible para quien no lo tiene.39 No se puede ver en el otro más que lo que es uno mismo, porque cada cual no puede comprender a otro sino en la medida de su propia inteligencia. Por eso en presencia de imbéciles e insensatos, no hay más que una manera de demostrar que se tiene razón: no hablar con ellos.

Del lado opuesto, es muy difícil estimar mucho a alguien y amarlo al mismo tiempo. Hay que elegir entre mendigar un amor o el aprecio de las personas. El amor es siempre interesado aunque por diversos motivos. Y las condiciones en las que se adquiere ese amor muchas veces no son para enorgullecerse. A veces sólo se interesan por el yo, y siendo así no se tiene ni sentido ni sentimiento para lo que hay de verdadero o de notable o de bello, de delicado e ingenioso.40

“Si en los hombres tal como son en su mayoría, lo bueno aventajase lo malo, sería más cuerdo fiarse de su justicia, de su equidad, de su fidelidad, de su afecto o de su caridad que de su temor; pero como sucede lo contrario, lo contrario es lo más cuerdo”.41 Por eso se dice que el carácter es absolutamente incorregible, porque todas las acciones humanas parten de un principio íntimo, en virtud del cual un hombre debe de obrar de la misma manera con idénticas circunstancias; y no puede obrar de otra manera.

Y los hombres se parecen a los niños que toman malas costumbres cuando se les mima; así que no hay que ser ni muy indulgente ni muy amable para con nadie. Lo que los hombres no pueden entender es que uno necesita de ellos, ya que esto va acompañado de arrogancia y presunción. Por eso hay que privarse de mucha familiaridad con naturalezas diferentes, en especial, inferiores.

La conclusión a la que llega Schopenhauer para entender la verdadera triste condición de los hombres, es que es útil no engañarse, ni sobre uno ni sobre los demás. Aunque hay excepciones incomprensibles e importantes y las diferencias entre los individuos son inmensas, el mundo es malo y las guerras son actos de bandidaje, ya que, como en toda instrucción, la regla es una cosa y aprender a aplicarla es otra cosa. Sólo con el ejercicio se acaba por enseñar.

“La cortesía es al hombre lo que el calor a la cera”.42 La cortesía es prudencia; la descortesía es pues necedad; crearse enemigos por grosería, sin necesidad y con gran satisfacción de ánimo, es locura. Es como prender fuego a la casa. La cortesía se funda en una convención táctica para no notar unos en otros la miseria moral e intelectual de las condiciones humanas. Es este tipo de prudencia lo que da bases a la idea del Buen Vivir; aunque parezca muy difícil, actualmente hay que estar fuera de groserías y necedades.

Otro ejemplo es que no hay que tomar como modelo al otro para lo que se quiera hacer o no hacer, porque la situación, la circunstancia y las relaciones no son idénticas y porque la diferencia de carácter da también un tono muy distinto a la acción. Por eso cuando dos hacen lo mismo, ya no es lo mismo.

Después de una meditación seria hay que obrar conforme al carácter. En la práctica es indispensable la originalidad; sin ella, lo que uno hace no está de acuerdo con uno mismo. De lo anterior, que se diga que no hay que combatir la opinión de nadie (si pensáramos en disuadir a las personas por lo absurdas en que creen, nunca terminaríamos). Herir a una persona es fácil, corregirla es casi imposible. Cualquier arrebato procede de la voluntad. Ésta espolea los flancos del entendimiento y llega a resultados distantes. “Lo que tu enemigo no debe saber no lo digas a tu amigo”.43

Una mitad de toda la sabiduría procede de la regla Ni amar ni odiar; la otra mitad, de No decir nada y no creer nada. En verdad tendríamos que volver la espalda a un mundo que nos hace necesarias estas reglas. Aunque se viva en una cabaña, en palacios o en un convento, los elementos de la existencia humana son semejantes. Los acontecimientos de la vida se asemejan a los del caleidoscopio: a cada vuelta los vemos distintos, pero en realidad es casi siempre lo mismo aquello que tenemos delante de los ojos.

“Todo lo que ocurre desde lo más grande a lo más pequeño ocurre nece-sariamente”.44 La vida no es más que un combate que se disputa a cada paso. No hay que dejarse abatir en cuanto las nubes se agrupan o se asoman en el horizonte. Por ello se recomienda vivir robusto y oponer un ánimo vigoroso a las adversidades.

En todo el curso de nuestra vida no poseemos más que el presente. En el presente se pone la idea del Buen Vivir, es lo que nos queda. No se posee nada más que el presente indivisible. Y la comprensión intuitiva del mundo sólo podemos adquirirla por nosotros mismos, no puede de manera alguna enseñarse. La educación nos da nociones, pero las nociones no nos dan la esencia propia de las cosas; lo que significa que el valor moral e intelectual no entra de afuera de nosotros, más bien sale de lo más profundo del ser. La ciencia pedagógica nunca llegará a hacer de un imbécil, un pensador. La representación pura es siempre agradable, mientras la existencia objetiva está en el querer; en lavolición. Por eso se dice que todas las cosas son bellas a la vista y horribles en su esencia.

Capítulo IIIEl buen vivir desde la filosofía de Martin Heidegger45

El curso de Martin Heidegger, que trata del “pensar” occidental, busca aclarar que es un “pensar de los pensadores” y a esto le llama filosofía. En el modo griego sería la amistad con el por–pensar. Los pensadores iniciales son Anaximandro, Parménides y Heráclito.46 Para este último capítulo nos basaremos únicamente en lo que Heidegger menciona sobre Heráclito.

De alguna manera, el pensador alemán recalca la importancia de observar lo extraordinario en lo ordinario, o sea, admitir la presencia de los dioses pero sin quedarnos en relatos mitológicos (los dioses son indicadores y recursos cuidados). Artemis es la diosa de aquello que el pensador tuvo que pensar. Así se hacen las historias de lo que pienso y digo. La referencia a los dioses es un saber y no una fe. Es buscar la forma de pensar, no solamente querer poseer una filosofía.

Verdad para los griegos es despejar, por eso Artemis es portadora de luz. Explayarse en lo abierto, en lo claro, es el des-ocultamiento. Aurora, unidad oculta de su esencia. Sabemos que Arco más lira es la vida y la muerte. Vida es cercanía y muerte distancia; por ello no se trata de una idea moderna, no es de orden numérico.47

Ahora bien, al pensar en Heráclito, habitualmente se pasa por alto la personalidad del pensador. Pensamos en el Fuego y el Juego que funda el pensar y recibe el nombre de filosofía, y ahí está su relación de amistad. Es la proximidad a los dioses singulares, como la flecha del cazador que busca lo viviente. Lo primitivo de los pensadores es lo inicial de su simplicidad. Es la palabra lo que da inicio al pensar.

Para el Buen Vivir se necesita un compromiso con el pensar, no hay cabida ni a los caprichos ni a los contentillos de políticos con verdades a medias. Se trata de buscar esa certeza del actuar que va como una flecha directa al blanco. Como dice Heráclito, ir más allá de las personalidades hasta encontrar lo esencial de la vida que da más vida. Pensar lo que hay que pensar en lo que no declina, sin carteleras ni publicidades que deforman las cosas, utilizando la palabra que mantiene lo que es nombrado para describir al ser.

Heráclito también es el oscuro, ya que piensa lo verdadero a pesar de sus múltiples errores. En su esencia está el por-pensar, lo decisivo y lo singular. Piensa el ser en cuanto lo que se oculta; abriga lo obscuro pero no tropieza. Ningún hombre puede permanecer oculto ante lo que nunca declina, y lo que nunca lo hace es un surgir constante, incesante. La procedencia del ente es aquello por lo cual procede cada ente como tal.48 El pensar que se da a partir de la entidad, traspasa el ser por encima del ente; para Aristóteles y Platón, es un pensar metafísico, pero no así para Heráclito.

En toda traducción, por ser una interpretación, tiene lugar una pérdida (aunque siga teniendo el mismo núcleo). Aquí se busca traducir el pensar. Al principio, en la metafísica se busca lo universal, lo general, como arboreidad que no es un árbol singular. No se trata de hablar de un progreso o una transgresión; Aristóteles y Platón aún no pensaban esto.

En Occidente, un hombre es aquel ente que se distingue por la palabra. La palabra que uno nombra, que mantiene todo decir y todo silencio. Es viene de sentimientos y vivencias. El hombre repite la palabra ser como la más vacía de todos los vacíos. La catástrofe, dice Heidegger, es cuando el hombre deja de pensar lo nombrado en es y ser. En cambio, para Nietzsche “El ser es el último humo de una realidad evaporada”.49

La ciencia moderna tiene su esencia en la técnica, es una aplicación que viene de Goethe, Newton y Leibniz, y que significa Luz. Para Leibniz, las Monadas son formas substanciales del ser (lo que el átomo a la física): son centros de fuerza, espacios materiales y movimiento; es lo que llamamos fenómeno, continuidad, armonía, identidad, razón suficiente; son principios de plenitud que caen en el optimismo. Para aquellos que piensan que sólo la técnica nos acerca al Buen Vivir, es bueno advertir su ingenuidad.

En cambio, como decíamos para Nietzsche, el ser es lo viviente, la voluntad de poder (lo sagrado, lo divino), lo fuerte que da la luz de vida. La idea de surgir incesante, dice Heidegger, quita lo negativo para hacer lo que nunca declina. Por ejemplo, en griego verdad es el no –des– ocultamiento. De tal suerte, vemos de nuevo la idea de lo que nunca declina.

La naturaleza como esencia es el puro surgir y tiene que ver con el siempre vivir, el ser con su seguridad existencial, no así la voluntad de poder que siempre quiere más poder. Esta es una interpretación metafísica moderna que entiende a la vida desde el idealismo, como un mercado en donde uno puede escoger las vivencias que lo identifiquen, como una galería de historia.

El surgir como surgir, puede ser un declinar, ya que el surgir más dialéctico es un sucumbir. Igual que amar viene de lo único, de lo luminoso. La filosofía como camino para buscar la luz es diferente al adiestramiento que no tiene este propósito (el adiestramiento puede ser lógico, pero no tiene que ser verdadero). En cambio, la Educación es la Amistad en el por-pensar. Ahí está la diferencia entre el pensar esencial y el corriente (el adiestramiento sería lo corriente).

Se debe aclarar, entonces, la diferencia entre adiestramiento y educación, pues nos interesa para la idea cabal del Buen Vivir. La educación es un camino para pensar las cosas de manera distinta, más a profundidad, sin el idealismo del adiestramiento o en su función puramente técnica. El Buen Vivir va más ligado a aspectos filosóficos de luminosidad que a los aspectos técnicos. La sociedad actualmente quiere suprimir la idea de Educación para convertirnos en máquinas modernas, adiestradas.

También podemos decir que la idea del Buen Vivir tiene que ver con una forma de Amar, que no está determinado ni por la globalización ni es tampoco un producto a elegir del mercado. Tiene que ver con la idea de lo único, de buscar mi verdad en esa relación; ya que no se puede amar a cualquiera, como dice el cristianismo. Es un amor de verdad encontrado en la esencia de la persona y se dirige a una variedad muy amplia de espectros.

Parménides dice: “Por cierto (ella) adivinó a Eros como la primera de los dioses”.50 Adivinar aquí tiene la función de concebir, de recuperar el surgir del que hemos hablado, de la esencia de encerrarse. Relacionar el surgir con Eros nos lleva al lado afirmativo de la creación con todo lo que conlleva amor-odio y presencia: lo que impulsa a la vida.

La esencia es sin imagen, es fundamento y necesidad de lo factible. En la esencia del surgir está la esencia de ocultarse. Platón decía que la esencia de las cosas se enturbia de forma natural, no porque la esencia se esconda. El surgir tiene su propia tensión como el arco o la lira, se abre y se cierra y vuelve hacia atrás. El surgir no abandona el declinar y no expulsa su tensión. El surgir es lo mismo que ocultarse y es el declinar. Con lo anterior se explica la idea de la búsqueda de la esencia y la de no declinar, como búsqueda de una verdad que no cambia y a la vez no es numérica, lógica, ni moderna. La verdad que buscamos para el Buen Vivir trata de dejar lo superfluo que tanto nos ha entretenido y nos distrae.51

Una cosa es suponer el pensar interpretado por la lógica, como la representación que pone y dispone objetos, que además les da una posición entre lo mayor y lo menor, que puede tener una lógica correcta; y otra cosa muy distinta es entender que con este proceso no se garantiza la relación con el propio ser. La esencia es para todo el tiempo, Es y Será. Por eso, el fuego en su esencia es como una palabra fundamental del pensar. Y el rayo es lo que nos conduce al ente. El fuego siempre encendido es la fuerza constante, es el primer gran paso al conocimiento de la naturaleza, es entender el cosmos que se comporta en movimiento según medidas. De ello, que Verdad sea el origen esencial de dioses y hombres (es el pensar metafísico que sólo se preocupa por conocer la verdad).

En el desarrollo de estas ideas surge el de la doctrina del pensar correcto, que es Logos e incluye el cuerpo, la vida y el pensar. Aunque el pensar verdadero es muy escaso, sólo con el correcto recogimiento y la disposición ejercitada es posible acercársele. Lo primero es aprender a aprender, lo cual toma en cuenta la necesidad cósmica de pensar. Sólo el corazón sagrado de los pueblos puede tener esta pretensión.

La ciencia moderna establece un nexo con la técnica, pero la técnica es la voluntad de la voluntad y no ve el origen de las cosas: de ahí su limitación. De ahí que la ciencia sirva para asegurarse “ser señor” en todo el mundo, lo que no se logra con la técnica. Así, ésta es un espacio del saber que ilumina, pero el arte tiene una acepción más amplia de poder y se acerca a la astucia y a la sabiduría. “Quien ha pensado lo más profundo, ama lo más vivo”.52 Este surgir es un saber orientarse. Para el Buen Vivir, el surgir y el orientarse con la brújula de las ideas verdaderas son una necesidad.

Un tema muy importante es el de la ética. Para Heidegger, ésta concierne a los hombres no como objetos separados de otros objetos, y es una forma de pensar a partir del todo, que se relaciona con todo, un referente universal. Es en la perspectiva del ente en todo el hombre y del hombre al ente en el todo.53 Por lo tanto, en todo comportamiento hay una parte ética que se ha dejado de tomar en cuenta en nuestra sociedad moderna, sin la cual el rumbo del hombre queda en cuestionamiento. Es como no tomar en cuenta el sol por las necesidades de agua y olvidar su relación con el todo.

Nietzsche ve en La metafísica de la voluntad de poder de 1873, publicada en 1903, la historia del mundo que

en algún rincón bien perdido del universo que titila en los innumerables sistemas solares, surgió una estrella en que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más arrogante y más misterioso de la historia del mundo. Pero no pasó de un minuto. Después de algunos pocos suspiros de la naturaleza, la estrella se entumeció y los animales inteligentes tuvieron que morir.54

Esta es una forma en que Heidegger ve con Nietzsche la parte difícil o imposible de aplicar la ética para nuestra civilización, al hablar de cómo los animales inteligentes tuvieron que morir y cómo la naturaleza queda, entonces, desprotegida de esta instancia tan abarcadora del todo. Sobra decir que el Buen Vivir requiere tomar en cuenta la ética como parte del todo, con la necesidad de repensar el dualismo entre individuo y comunidad.

En este apartado del libro, Heidegger también cita a Goethe y su agudeza a partir de cómo es retomado en la Crítica de la facultad de juzgar, de Kant, que expone el modo de pensar en el ámbito de la lógica con una ciencia de la lógica muy parecida a la metafísica, ya que física, ética y lógica constituyen el pensar que muestra un todo, ese todo abarcador y necesario para sobrevivir que no da pie al olvido.

Por eso la filosofía de Platón y Aristóteles es la ciencia más buscada en su determinación esencial metafísica. Esta filosofía trata de dar un paso más allá de algo, algo que tiene una relación con el todo y no puede ser aislado. La ética que nos lleva a dar más luz para entender el todo.

No obstante, el cuestionamiento que nos hacemos sobre el padre de la lógica aristotélica, después de 2000 años, dice Heidegger, es que hay que preguntarse por la madre. Es como buscar la parte emocional y axiológica para entender la determinación esencial de la ciencia y así completar su ciclo. Aquí es importante entender la pregunta de ¿cómo queda lo femenino de la ciencia? y ¿cómo se integra al conocimiento para la búsqueda del todo? Ese todo entre ligado e inseparable de las cosas.

Heráclito sostiene que el logos se apoya en lo oscuro, ya que asegura la claridad sustentada en sí mismo. De ahí su frase célebre Uno es todo. Es un oír que empieza con un no (“no es a mí a quien debéis oír”), un rechazo para que después llegue el . Es un oír obediente para dejar de escucharse a sí mismo. Primero lo oculto que es decir, y hacer lo des-oculto. Por eso saber significa estar en la dirección correcta. Entenderse no es afirmar lo mismo o tener la misma opinión, sino tomar en cuenta lo diferente que reafirma lo mismo. A partir de escuchar obedientemente, el saber es lo mismo que el logos: “Uno es Todo”.55 Enunciar algo sobre algo como lo que es.

Platón, en cambio, empieza con la visión de la apariencia, algo no sensible, algo metafísico, algo suprasensible. El pensar que piensa el ente a partir de las ideas; la lógica de la metafísica del logos; el ser qué y el ser cómo anunciar y enunciar, que son categorías con enunciado y juicio que hacen las veces de hilo conductor del descubrimiento de los conceptos puros del entendimiento.

En la reflexión de la subjetividad se da la “yoidad” del ser aislado, como suelo del individualismo y el egoísmo. El egoísmo obstinado se puede presentar en el hombre singular y en grupos enteros de naciones y pueblos. Toda la humanidad puede ser desolada y aniquilada. Ésta es otra mirada del Buen Vivir dirigida a la vida, y forzosamente alejada de la obstinación que puede llevarnos a la muerte como sociedad (veremos más adelante que colectar la madera del bosque es también resguardar la madera del bosque).

Únicamente quien ha pensado es quien piensa, ya que el pensar propio es el amor verdadero y establece su hogar en el fondo esencial de todas las relaciones. Es un viraje de retorno. Al logos le hace falta una parte universal que es la ética, y no la lógica que es una rama técnica. Por eso Nietzsche dice que la esencia de la razón es la voluntad, una voluntad pensante, un hombre que al quererse a sí mismo va más allá del hombre aprehendido, más allá del animal y se acerca al superhombre. En nuestro ejemplo, es ver la forma de resguardar la madera y no sólo consumirla.

Y hace falta un largo camino para que el por-pensar se libere de las incomprensiones habituales. “Si no me habéis simplemente oído a mí sino que habéis escuchado el logos, entonces es un saber que consiste en decir lo mismo que el logos: Uno es Todo”. Es el uno que como unidad reúne los diferentes significados mencionados. Es el ser y como tal reúne todo lo que es. El todo es el ente que tiene el rasgo fundamental de su ser.56

Se trata de un legere en latín (no lesen, que es recepción y corrección de lo escrito), que tiene que ver con recolectar (en el ejemplo de la madera del bosque), es un recolectar y preservar juntos, un recoger con cuidado que resguarda; es un retener originario de la colectividad que se efectúa con dignidad y que reúne todas sus partes hasta formar un logos. El recolectar es profundo en su esencia dada la penetración y la dirección que lleva, que incluye la esencia viva de lo “viviente”. La colecta es tan amplia, que aun recorriendo todos los caminos, no dejaría de preocuparle al alma esa intención de resguardo.

Lo que se porta y lo que se concentra en sí mismo es un vigilar y abrigar siempre suspendido en la consciencia. Una especie de resguardo metafísico que lleva la esencia del método historiográfico y demás técnicas del pensar. Es el recolector de todos los pasos y grados del pensar preservando y resguardando lo necesario.57 Para Heráclito, Logos y Aoyos se contiene en el origen del ser, un Ser del ente que retrocede a la misma esencia del ser.

En este orden de ideas, el hombre como ser viviente tiene alma. Ahí está la esencia del hombre que se fundamenta en la relación entre ser y hombre formando “la colección del ser”. Así, la ley es lo que sustenta lo luminoso, como el aire y la luz que forman un tomar y recoger que da lo viviente, esenciando lo abierto, ya que lo figurado visible y lo que no tiene imagen “intuible” van juntos. Lo sensible y lo no sensible se juntan en un “in” y “supra”–sensible.

El alma tiene un logos profundo que busca recolectar más allá de su apariencia externa. Incluye el sobrepasar lo abierto, un surgir descubridor y el retorno encubridor. La esencia humana no alcanza por sí misma y de inmediato las salidas más extremas del alma. Por eso, el logos actúa como facultad en la esencia del hombre. De ahí la importancia para el Buen Vivir de la idea del alma (para otros el corazón), ya que preserva y resguarda lo viviente. La idea de vigilar y abrigar es buena, pues contiene la otra parte oculta de la acción del hombre.

La concepción del hombre como sujeto, así como su subjetividad, no eran conocidas por los antiguos griegos; no hay psicología, y no es el tratado de Aristóteles sobre el alma una metafísica de lo viviente. Sólo hasta la edad moderna es que hay menciones y consciencia al respecto.58 En lo cotidiano el ser del ente aparece extraño, el hombre se relaciona constantemente con “el ente”, pero “el ser del ente” aparece extraño. Sólo con el Logos humano que indica lo que se oculta y el modo de su ausencia, es que se conecta con ello.

Aunque de acuerdo a su esencia el hombre tiene su morada, éste tiene que apagar lo desmedido y sus llamas, pues contiene un fuego seco: “la llama inquieta del fuego que arrebata la mirada, deshace el recogimiento y alimenta la depresión”, dice Heidegger. El alma humana posee un indicativo de la amplitud de lo que no se ve pero está presente, como dijimos, el resguardo de lo viviente. Por otro lado, Heráclito habla de lo “absoluto”, la más elevada consistencia de sí mismo. El fundamento y la causa de otro ente, como el anticristo de Nietzsche: “Todo ha sido hecho por él y sin (él) nada es hecho, de lo que es hecho”. Es el Logos como absoluto; el hombre es hombre sólo en virtud del Logos humano. Así se conecta el carácter absoluto con la esencia del Logos en el sentido originario de la colección res-guardadora. Otra vez aquí vemos la importancia del resguardar para el Buen Vivir, de entender ese fuego seco que quita la mirada de lo importante y nos hace retraernos en egoísmos falsos, para conectarnos con el ser del ente que es profundo y ve más allá.

El carácter absoluto de la esencia también tiene que ver con el lugar en el que acontece. Se presenta con cierta cercanía, subsiste en el presente y es diferente a la región que es lo amplio que rodea: entonces, lo separado también es relacionar y ligar. El Logos en cuanto a su relación con el ente se abre a una región que rodea el todo. El presente que recolecta y resguarda todo. Es una cercanía enigmática del ser presente, aunque ausente. De igual manera, la morada del hombre en medio del ente es muy extraña y ominosa; el hombre debe hacer su camino en el sentido de buscar y cuestionar ese lugar de su esencia. Y el ser que está siempre en su camino a la verdad es imperecedero.59

Ahora bien, lo sabio es algo separado del todo. Tiene que ver con lo sensible. Platón habla de ello como “sobre el cielo”. De tal suerte que se relaciona con el Logos como la colección de un resguardo original, que lleva una voluntad de penetración. Aunque la morada del hombre no tiene un conocimiento físico, ético y lógico, la morada divina sí lo tiene (por eso la idea de ver el cielo). El hombre sólo asume su conocimiento frente a la luz del ser y frente al ente. Pero para ver al ente, hay que hacer esa recolección originaria, como un recolector que se enriquece a sí mismo al hacerlo. El Logos es más rico en su recolección originaria a partir de la indicación del ser y no por la actividad del ente. No es hundirse en el todo y sí, en cambio, una compenetración sabia. Recoge una vivencia subjetiva, que es lo que el alma toma. El hombre se destruye y se dispersa en el ente, por eso no presta atención al ser.

De este modo se llega a considerar a la verdad como lo des-oculto, un decir y hacer en la palabra y en los hechos. Saber es la colección en el desocultamiento, es un no nombrar como esencia del descubrimiento (en la esencia griega, es como un dios mirando a un bloque de mármol). Parménides siempre lo pensaba así con el arte poético, del hacer como una aparición y el dejar aparecer. Es lo que surge por sí mismo. . . un hacer a lo largo, un producir a partir de lo que surge, que pertenece a un saber efectivo, como el arte que tiene una dimensión del surgir y producir en la dimensión del surgir.60 El pensar es la morada cuidadosa en el saber, es un hacer presente lo uno, lo único que une en la unidad. Lo único presente en el saber propio. También Heidegger asegura que es preciso llevar a la palabra lo que hace mucho no se pronunciaba. Para el Buen Vivir, el producir a partir de lo que surge requiere de mucha disciplina para aplicar la creatividad del momento y quitar las respuestas encuadradas en pensamientos fijos que buscan más poder.

En cuanto a voluntad de razón, es voluntad de vida: Shopenhauer habla de “Voluntad de negación de vida”, y luego Nietzsche de “Voluntad de poder”. Para Heidegger, la razón es como la voluntad en Kant, que más se entiende como voluntad de acción. O como diría Hegel, voluntad de espíritu, y agregaría Schelling: “Voluntad de amor. Como vemos, hay varias voluntades que nos llevan a mirar diferentes lugares del ser. Queda claro que todo querer es voluntad, es un siempre querer querer. Es el ser que, en cuanto a hombres históricos, se ajusta al ser que nos es dado. Es presentarse, es presencia paradigmática, es un transponerse. En cambio, el ente es representante del todo para todo. El hombre pasa por encima de lo próximo; por eso aunque su pasar recorriera todos los caminos, no llegaría a lo libre. Choca con estrecheces y apremios. De ahí que el por-saber es algo distinto de todo; es lo sabio separado del todo. Como hemos dicho, es lo sensible que para Platón está “sobre el cielo”. Ello nos lleva a considerar que la morada del hombre no tiene el conocimiento de la física, la ética y la lógica; pero la divina sí. El hombre sólo asume un comportamiento bajo la luz del ser frente al ente, que hace de la recolección originaria un enriquecerse a sí mismo.

Finalmente, volvemos a la idea de verdad, donde el hombre toma una experiencia subjetiva que es lo que el alma retoma. Ya que el hombre se dispersa y destruye en el ente, no presta atención al ser. Saber es, entonces, un no nombrar de la esencia del descubrimiento, un decir y hacer en la palabra y en el hecho, una colección en lo des-oculto. Parménides siempre lo pensaba como la mirada de un dios a un bloque de mármol (dentro de lo poético es una aparición y un dejar aparecer). Lo que surge por sí mismo, es un hacer a lo largo, un arte. El pensar es la morada cuidadosa en el saber. Un hacer presente “lo uno”, lo único que une en la unidad. Lo único presente en el saber propio. Por eso dice Heidegger61 que el alma sobria está afinada en el coraje noble, que se funda y florece en el saber. Es pensar a la vida de manera amplia. El Logos es lo uno de todo, lo uno de lo único, lo “unificante”. Así, el Buen Vivir tiene que ver con lo uno, lo que unifica… con el alma del pensador que florece por aquel coraje noble. Es todo lo contrario a dejarse caer en estrecheces y apremios egoístas que se alejan de una verdad de los dioses.

Maestro en Sociología por la unam. Doctor en Sociología del Desarrollo por el Institut d’étude du Développement Économique et Social (iedes) de la Université Paris 1, Pantheon Sorbonne.

A partir de Lao Tsé o el Universo Mágico (Juan Marín, Buenos Aires, Colección Austral, 1952).

Ibid., p. 9.

Ibid., p. 23.

Op. cit., p. 40.

Op. cit., p. 41.

Ibid., p. 42.

Hay un video en Youtube denominado “La Educación Prohibida,” que habla de lo mismo, de dejar de ser repetidores de cosas y dejar aquella escuela que actúa más como guardería que como centro de enseñanza-creativo.

Ibid., p. 47.

Op. cit., p. 50.

Ibid., p. 52.

El gobierno nunca es conveniente, ya que si es tolerante, el pueblo carecerá de guía; y si es despótico, siempre habrá innumerables infracciones a la ley.

Op. cit., p. 56.

Ibid., p. 58.

Giraldo, Omar Felipe. Utopías en la Era de la Supervivencia, p. 11.

Juan Marín, op. cit. p. 71.

Op. cit., p. 54.

Ibid., p. 151.

Op. cit., p. 154.

A partir de El Arte del Buen Vivir (Arthur Schopenhauer, España, Biblioteca Edaf, 1993).

Op. cit., p. 12.

Émile Durkheim, Las Reglas del Método Sociológico, Argentina, Edición La Pléyade, 1979.

Arthur Schopenhauer, op. cit., p. 32.

Ibid., p. 46.

Op. cit., p. 58.

Op. cit., p. 82.

Op. cit., p. 99.

Ibid., p. 162.

Op. cit., p. 166.

Ibid., p. 168.

Ibid., p. 170.

Oda II, 11, p. 172.

Arthur Schopenhauer, op. cit., p. 176.

Op. cit., p. 178.

Ibid., p. 184.

Op. cit., p. 189.

Ibid., p. 192.

Op. cit., p. 198.

Op. cit., p. 125.

Ibid., p. 221.

Op. cit., p. 223.

Ibid., p. 2238

Op. cit., p. 241.

Ibid., p. 245.

Op. cit., p. 256.

A partir de Heráclito (tomo 5 de sus Obras Completas), Martin Heidegger, Buenos Aires, Biblioteca Internacional Martin Heidegger, 2012.

Op. cit., p. 23.

Ibid., p. 38.

Op. cit., p. 78.

Op. cit., p. 106.

Op. cit., p. 154.

En las leyes, por ejemplo, buscar los principios elementales de la convivencia y no irse por las leyes en sí mismas que pueden ser funcionales, pero que nos distraen y hacen tan complejo su funcionamiento.

Op. cit., p. 235.

Ibid., p. 238.

Op. cit., p. 242.

Op. cit., p. 276.

Op. cit., p. 289.

Ibid., p. 317.

Op. cit., p. 377.

Op. cit., p. 369.

Op. cit., p. 391.

Op. cit., p. 419.

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