Se cumple estos días un año desde la aplicación del RD 2402/2004, una medida legal para la contención del gasto sanitario que supuso en 2005 la bajada de un 4,2% (y un 2% adicional en 2006) en el precio de los medicamentos con más de 10 años en el mercado, que no cuentan con la EFG correspondiente y que cuestan más de 2 euros, junto con la reducción del margen de la distribución. El diario económico Expansión cifra para este año en un 4% la merma real que sufrirá el margen de las oficinas de farmacia. Cifra nada despreciable para la economía de una empresa pequeña, pero gran generadora de empleo estable.
Hoy, como hace un año y, en definitiva, como siempre, la única vía posible para la supervivencia de nuestras empresas pasa por demostrar visiblemente nuestra profesionalidad y nuestro buen hacer en materia de medicamentos, nuestra razón de ser y el objeto de largos años de estudio en nuestro paso por la universidad y por numerosos cursos de formación continuada. Pero también, y cada vez está más claro, para aguantar el envite resulta imprescindible reforzar, con visión empresarial, la gestión de nuestras oficinas de farmacia. Debemos mejorar nuestra política de compras; reducir, si cabe, el stock mínimo necesario; recortar, si es posible, gastos prescindibles, pero, sobre todo y sin tapujos, vender. VENDER con mayúsculas, potenciando todas las facetas de esta actividad: la comercial, la económica, la psicológica, la social, la sanitaria, etc.
Debemos fomentar, sin complejos, la compra por impulso (de productos eficaces y seguros, obviamente), a través de un buen merchandising y una atractiva exposición, y dar salida airosa en nuestros establecimientos a todos aquellos productos que también ayudan a mejorar la calidad de vida física y psíquica de nuestros clientes: soluciones de higiene y belleza, dietéticos, terapias naturales, ortopedia y ayudas para la adaptación, etc. La clave radica en escoger con criterio los que se adaptan a los gustos, necesidades y disponibilidad económica de nuestros clientes y acompañar su venta de un consejo de salud útil y personalizado.
Aguantar el envite implica, sin duda, mantener los recursos económicos suficientes para seguir siendo el primer eslabón de la cadena sanitaria.