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Vol. 15. Núm. 3.
Páginas 85-88 (marzo 2001)
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Alimentos funcionales. A examen
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PURIFICACIÓN GÓMEZ-ÁLVAREZ SALINAS
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En una sociedad como la nuestra, con un nivel de vida cada vez más elevado y una preocupación creciente por la salud y el bienestar, el papel de la nutrición cobra importancia. Es en este caldo de cultivo en el que han proliferado, en los últimos tiempos, los conocidos como alimentos funcionales o «nutracéuticos». De sus propiedades, reales o supuestas, habla la autora

de este artículo.

El término «alimento funcional» está siendo muy utilizado en los últimos años tanto por científicos como por profesionales de la salud y periodistas, y muchos de ellos catalogan estos alimentos como nuevos productos propios de países ricos. Algunos expertos en nutrición dudan, incluso, de que esta denominación sea muy acertada. Existen evidencias de sus efectos beneficiosos para la salud y numerosas líneas de investigación se hallan abiertas actualmente en referencia a ellos. La población, en general, no tiene claro este concepto, pero cada día aparecen con mayor frecuencia campañas publicitarias sobre alimentos funcionales, en un intento por parte de las empresas productoras de buscarles un lugar en el mercado. El farmacéutico de oficina de farmacia es un profesional capacitado para aclarar dudas a personas que se muestran inquietas en relación con este tema.

ALIMENTOS FUNCIONALES

Se acepta la definición del término propuesta por el profesor M. Robertfroid: un alimento es funcional si contiene un componente alimenticio (sea nutriente o no) con efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo y que tenga consecuencias positivas derivadas de las interacciones entre ese componente y las funciones genómicas, bioquímicas, celulares o fisiológicas específicas, sin referencia directa a ningún efecto sobre la salud o la prevención de enfermedades.

Son presentados en el mercado como alimentos o productos alimenticios en su sentido estricto, para consumo ordinario y libre en la normal alimentación humana, integrados en la dieta habitual. En general, huelen y saben como sus equivalentes comunes y presentan el mismo aspecto que éstos.

Algunos ingredientes típicos de estos alimentos son:

­ Fibra dietética.

­ Oligosacáridos (fructooligosacáridos y otros). En algunos países europeos se han aceptado las reivindicaciones funcionales de los fructooligosacáridos de la achicoria como fibra dietética soluble y como factor bifidogénico.

­ Azúcares-alcohol (sorbitol, lactitol, maltitol).

­ Péptidos.

­ Proteínas.

­ Carotenoides.

­ Polifenoles.

­ Vitaminas. En este caso, sus concentraciones han de dar lugar a un consumo superior a las ingestas diarias recomendadas.

­ Lecitinas.

­ Colina.

­ Minerales (Ca, Mg, Fe, Zn, Se, etc.).

­ Ácidos grasos poliinsaturados.

­ Bacterias acidolácticas.

­ Fitoestrógenos.

­ Glucosinatos.

­ Ácido fítico.

­ Probióticos. Son microorganismos viables que, utilizados como suplementos de la dieta, producen efectos beneficiosos en el huésped, en principio gastrointestinales, pero al parecer también pueden afectar a otras funciones. Los más comunes (lactobacilos y bifidobacterias) se ingieren actualmente dentro de productos lácteos fermentados (tabla I).

 

­ Prebióticos. Son ingredientes no digeribles de la dieta que benefician al consumidor por estimular selectivamente el crecimiento o la actividad de los microorganismos específicos de la microflora intestinal. Los prebióticos más estudiados son los fructanos del tipo de la inulina.

Una vez definidos estos productos, cabe destacar que actualmente se plantea la cuestión de si también se podría aplicar esta definición a los alimentos ordinarios cuya composición, en relación con alguna sustancia determinada, les confiere propiedades biológicas interesantes más allá de su valor nutritivo. En caso afirmativo, tendríamos que aceptar que las tablas de composición de los alimentos estándar ya no bastan para conocer con rigor todos los aspectos de la composición de los alimentos que pueden repercutir en el organismo.

BASES CIENTÍFICAS

Para aceptar que un alimento pueda ser incluido en la categoría de funcional, hay que tener claras ciertas evidencias científicas referentes a los componentes que pueden aportarle esa capacidad de tener efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo:

­ Conocer alguna característica del mecanismo por el cual se producen las acciones beneficiosas.

­ Formular hipótesis para que sean ensayadas en estudios de intervención en humanos, las cuales permitirán demostrar que una ingesta relevante de los ingredientes específicos se asocia a una mejora de las funciones diana. Éstas se harán de manera directa, o indirectamente siguiendo la evolución de un biomarcador válido que refleje, bien una mejora del estado de salud o bienestar, bien la reducción del riesgo de padecer una enfermedad.

­ Establecer los márgenes de seguridad de las dosis de los alimentos y de sus componentes necesarios para producir los efectos funcionales.

­ Identificar y comprobar la validez de los biomarcadores que sean relevantes para las funciones que vamos a estudiar.

Actualmente, las áreas sanitarias que presentan mayor interés en relación con los alimentos funcionales son:

­ Crecimiento, desarrollo y diferenciación: la nutrición óptima a lo largo de todo el ciclo vital, en particular durante el desarrollo, permitirá reducir el riesgo de padecer enfermedades así como mejorar el crecimiento y el estado de salud.

­ Metabolismo intermediario: esta diana implica fundamentalmente el metabolismo de los hidratos de carbono, los aminoácidos, los ácidos grasos y sus factores de regulación.

­ Antioxidantes: se han comprobado algunos mecanismos de acción de los antioxidantes presentes en la dieta, pero la demostración de sus efectos beneficiosos es problemática en muchos casos.

­ Sistema cardiovascular: en relación con él se estudian los dos aspectos anteriores (los efectos de los antioxidantes, así como el metabolismo intermediario) y otros relacionados con su integridad estructural, la trombogénesis y el metabolismo lipoproteico.

­ Metabolismo de los xenobióticos: se trata de controlar y/o contrarrestar la toxicidad y carcinogenicidad causada por contaminantes químicos presentes en los alimentos y en el medio ambiente.

­ Sistema gastrointestinal: se incluye el estudio de:

a) Las funciones que se asocian con el equilibrio de la microflora colónica.

b) Las funciones mediadas por la actividad endocrina del tracto gastrointestinal.

c) Las funciones dependientes de la actividad inmunitaria del mismo.

d) El control de la biodisponibilidad de los nutrientes.

e) El control del tránsito y la motilidad intestinal.

f) Los moduladores de la proliferación celular del epitelio intestinal.

 

Los prebióticos más estudiados son los fructanos del tipo de la inulina

­ Humor y comportamiento: el problema fundamental para estudiar los posibles efectos de los alimentos sobre las capacidades cognitivas y el estado psicológico radica en la utilización de un buen método, dada la dificultad de generar datos de calidad sobre dichos aspectos.

PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS FUNCIONALES

Teniendo en cuenta que el objetivo tradicional del procesamiento de los alimentos ha sido convertir materias primas en productos alimenticios sanos, nutritivos, seguros y con unas propiedades fisicoquímicas que prolonguen su vida media y que mantengan o mejoren sus características organolépticas hasta el momento de su consumo, el desarrollo de alimentos funcionales requiere, además, la presencia de al menos un componente funcional, que debe ser optimizado, añadido o eliminado del alimento. En la tabla II se describen las 5 estrategias básicas para hacerlo.

 

MARCO LEGAL

El Comité Científico de la Alimentación Humana de la Comisión Europea, constituido por 19 científicos independientes, es el organismo que establece el marco científico de referencia sobre el cual deben basarse sus opiniones a la hora de aceptar o no un nuevo alimento como seguro y adecuado para el consumo humano.

Por lo que se refiere a las proclamas reivindicativas de efectos beneficiosos para la salud que las etiquetas de dichos alimentos pueden contener, no existe una legislación armonizada en el conjunto de la Unión Europea. Pero la exigencia fundamental es que deben estar demostradas científicamente, no ser ambiguas y ser inteligibles para el consumidor. En función de los efectos que dicen ejercer sobre la salud humana, cabe hablar de 6 tipos diferentes de reivindicaciones en esta clase de productos alimentarios:

­ Tipo I: reivindicaciones relacionadas con recomendaciones dietéticas o con dietas consideradas sanas.

­ Tipo II: reivindicaciones sobre el contenido en nutrientes.

­ Tipo III: reivindicaciones del contenido en nutrientes entre dos o más alimentos.

­ Tipo IV: reivindicaciones sobre la funcionalidad de los nutrientes.

­ Tipo V: reivindicaciones sobre el aumento de determinada función.

­ Tipo VI: reivindicaciones de reducción del riesgo de padecer determinada enfermedad.

El principal elemento de discusión respecto a todas estas proclamas es la veracidad de los argumentos científicos proclamados.

La evolución y el desarrollo de alimentos funcionales deberán ir paralelos a la aplicación de controles idóneos y a un seguimiento que permitan garantizar que las reivindicaciones se corresponden, en efecto, con propiedades de promoción de la salud y protección contra la enfermedad, de forma que el consumidor se halle protegido frente al uso de informaciones falsas o erróneas.

PLANTEAMIENTOS QUE SE CUESTIONAN

Desde el punto de vista nutricional, la cuestión que se plantea es si el término «alimento funcional» puede aplicarse a todos los alimentos ordinarios con algún componente que les confiera propiedades biológicas interesantes, más allá de su valor nutritivo, o si solamente es válido para los productos en los que la presencia del componente con actividad funcional es resultado de un especial diseño o elaboración industrial.

Desde el punto de vista del mercado, estamos ante una oferta cada vez más diversificada de nuevos alimentos para uso corriente, seleccionados o diseñados con una finalidad concreta en el ámbito de la dietética, pero que sirven de reclamo para los individuos pertenecientes a una sociedad (la de los países ricos) preocupada (e incluso obsesionada) con la salud, con el buen estado físico y con el deseo de retrasar en lo posible los signos de envejecimiento. *

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Mariné A. Tribuna: Alimentos funcionales. Diario Médico 04/10/2000.

Palou A, Serra F. Perspectivas europeas sobre los alimentos funcionales. Alimentación, nutrición y salud 2000; 7(3).

Pascal G, Collet-Ribbing Ch. Las perspectivas europeas sobre los alimentos funcionales. The IPTS Report.

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