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Vol. 108. Núm. 1.
Páginas 33-34 (enero - marzo 2011)
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Vol. 108. Núm. 1.
Páginas 33-34 (enero - marzo 2011)
Crítica de libros
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Pedro Laín. En el centenario de su nacimiento (1908-2008). Donostia-San Sebastián: Real Sociedad Bascongada de Amigos del País-Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. 2009. 193 páginas. 22 cm. ISBN: 978-84-96411-98-2.
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Pedro Gorrotxategi Gorrotxategi
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Este libro, como Soledad López, presidenta de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, recuerda en su prefacio, recoge la jornada académica realizada el 15 de abril de 2008 en el Salón de Actos de la Kutxa, en San Sebastián, organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, junto con la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y con la colaboración de la Sección de Ciencias de la Salud de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos. Las actas que se editan en este volumen recogen las diferentes ponencias leídas y ofrecen un panorama sintético, completo y complejo de las múltiples facetas intelectuales de Pedro Laín, médico e historiador, hombre de ciencia y pensador preocupado por su país y su tiempo.

La primera ponencia, que tuve el placer de pronunciar, se tituló «Pedro Laín, el incitador de Luis Martín-Santos», y analizó la influencia de Laín en el médico y escritor donostiarra, al que dirigió su tesis doctoral. La palabra «incitador» la había utilizado el propio Laín. Éste en una ocasión dijo que no quería se maestro, sino incitador, ya que este segundo término indica que «incita a los demás a realizar, ellos mismos, su propia obra». Sin el magisterio de Laín la reflexión epistemológica de Martín-Santos no habría sido tan fecunda, aunque la evolución de ambos fue dispar. Laín elaboró un pensamiento y una antropología cristiana, Martín-Santos se inclinó por la «arreligiosidad» que impregna sus últimos planteamientos políticos y psiquiátricos.

El Dr. Munoa, que colaboró con Laín en su monumental Historia Universal de la Medicina realizando dos capítulos sobre historia de la oftalmología, recordó la importancia de la «amistad» en la obra de Laín. En su ponencia «Pedro Laín Entralgo, nostalgia de una amistad», recordó algunos episodios y circunstancias que ilustran su amistad con Laín y comentó lo grato y entrañables que fueron para él. «Fue la de Laín», comentó el Dr. Munoa, «una amistad que enriqueció mi actividad intelectual y mi sensibilidad, y que me ayudó como pocas a percibir la convivencia leal como un don de la vida tan hermoso como raro» (p. 81).

El profesor Javier Puerto analizó la figura de Laín como historiador de la medicina. La obra de Laín, dijo, supuso la institucionalización en España de la historia de la medicina y de la ciencia. Las tres ramas que propuso han fructificado con fuerza. La historia de la medicina española, fundamentalmente a partir de la obra de Luis Sánchez Granjel, se conoce hoy por el mundo y goza de especialistas en todos los períodos. La historia de la ciencia tiene el mismo o aún más amplio desarrollo con los trabajos de López Piñeiro, y la antropología y humanidades médicas han obtenido un desarrollo espectacular bajo la batuta de Diego Gracia.

José María Urkia, coordinador de la Jornada, se centró en la amistad y mutuo respeto existente entre Pedro Laín y Xabier Zubiri. Según reconoció Laín en Descargo de conciencia, su amistad con Zubiri se dio en dos órdenes básicos: el intelectual y el afectivo. «En el orden intelectual», escribió Laín, «porque al magisterio de Zubiri debo mucho de lo poco que actualmente soy. En el orden afectivo, porque su amistad siempre me ha permitido encontrar en él todo lo que yo en él he buscado, compañía, consejo, ayuda y, cuando éste ha sido necesario, consuelo».

Luis Montiel, que desde 1978 convivió con Laín en el Departamento de Historia de la Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, se planteó si Laín fue o no el último humanista. Para Montiel, Laín sí que fue un humanista. «Quiso reflexionar con la mayor dignidad y el mayor fundamento posibles sobre cuanto concernía a su interés intelectual máximo: el ser humano» (p. 116). Pero en esta labor, para Montiel, Laín no era el último. «Sostengo», dijo, «que Laín, afortunadamente para el mundo no fue el último humanista ni uno de los últimos». Y finalizó diciendo: «Yo he venido aquí para dar mi opinión, forjada a la sombra del maestro, sobre la pervivencia del humanismo; para asesar a los pesimistas y a los malintencionados el clásico epigrama que reza: “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”».

José Luis Peset centró su ponencia a los estudios biográficos en la obra de Laín. Dedicó sus palabras a la autobiografía de Laín Descargo de conciencia y a sus libros Gregorio Marañón, vida obra y persona y Grandes médicos. El aspecto en el que más se detuvo el ponente fue la biografía de Marañón. Laín sitúa a Marañón en la generación de preguerra, la de 1914, pero su trabajo más profundo es en relación con la reflexión de Marañón como persona, su reflexión filosófica y antropológica.

Además de las ponencias referidas, en la Jornada se recogieron diversos testimonios de familiares y colaboradores de Laín. Inició esa mesa redonda el profesor de la Universidad de Navarra y discípulo de Laín, Juan Antonio Paniagua, al que siguieron la profesora de Valladolid M. Gloria García del Carrizo, el académico Luis Sánchez Granjel, el profesor de la Universidad de Cádiz Francisco Herrera y el de los hijos Milagro y Pedro Laín.

La conferencia de clausura la pronunció Jesús Conill de la Universidad de Valencia sobre la voluntad de concordia en la obra de Laín. «Su vida», dijo, «estuvo inspirada por una expresa voluntad de concordia y entendimiento a través de una vigorosa vida intelectual, contribuyendo a crear una España sin rencor y a propiciar una convivencia pacífica y en libertad». Más adelante, el ponente, concretó más esa labor de reconciliación realizada por Laín diciendo: «Su labor teórica y práctica de reconciliación se plasma en los más diversos ámbitos del saber y de la vida: reconciliación de las personas, de la razón y la fe, de la filosofía y la ciencia, de la razón y del corazón, de las utopías y la historia, de la ética y la política, de las ilusiones y la esforzada vida cotidiana» (p. 176).

Además de todos estos trabajos, revisados por los autores, hay uno de características especiales. El profesor y catedrático Miguel Echenique Elizondo, que iba a realizar una ponencia con el título «Pedro Laín Entralgo visto por un médico del siglo xxi», falleció una semana antes de la realización de la Jornada. Estaba trabajando en el texto de la ponencia cuando ocurrió el triste desenlace. El texto se recuperó del ordenador de Miguel y, sin apenas retoques, se ha editado en el presente libro. Comienza con una valoración de la obra de Laín, después hace un repaso de los diversos avances científicos ocurridos en los últimos 50 años, le siguen dos textos de Laín: una carta a Ignacio Ellacuría y un texto de una conferencia en la Universidad de Alcalá sobre sus opiniones sobre la Universidad, y finaliza con una última valoración de las obras antropológicas de Laín. A pesar de la falta de unidad del texto, al estar inacabado, su publicación se ha realizado tanto en homenaje a Laín, como a Echenique. Milagro Laín recordó el afán e ilusión con que Miguel estaba preparando su texto para esta conmemoración y que su redacción fue la última actividad de Miguel Echenique.

A modo de conclusión, se podría decir que el libro aborda la amplia actividad de investigación histórica y antropológica, así como la faceta universitaria y humana del profesor Laín. Felicitar a la de Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y al Dr. Urkia, coordinador de la Jornada, por su realización y por los interesantes textos que nos ofrecen en el presente libro, que nos permiten acercarnos a la inmensa labor intelectual realizada por el profesor Laín Entralgo.

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