Os hago llegar una triste noticia: el Profesor José María Rivera Pomar falleció el domingo 22 de agosto en Coruña, su tierra natal.
Su trayectoria profesional es ampliamente conocida. Cursó estudios de Medicina en Santiago de Compostela, donde tuvo como maestro al Profesor Diego Ribas Mujal. Tras una fructífera estancia de investigación en Hamburgo, continuó su singladura universitaria en Sevilla y joven, con 33 años, recaló en Bilbao, donde desarrolló la mayor parte de su actividad profesional. Fue el primer catedrático de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), entonces Universidad de Bilbao, en el año 1971: Cátedra de Histología, Embriología General y Anatomía Patológica. Poco después accedió a la Jefatura de Departamento de Anatomía Patológica del Hospital de Cruces, cargo que desempeñó desde 1974 hasta su jubilación en 2008. Desarrolló una intensa actividad universitaria ocupando, entre otros, los cargos académicos de Decano de la Facultad de Medicina y Secretario General de la Universidad. En todos ellos, sus dotes diplomáticas y de empatia, unidas a su gran inteligencia e intuición, le permitieron trabajar con gran eficacia. Fue promotor y director de la Escuela de Estomatología y del Servicio Editorial de la UPV/EHU. Profesores universitarios y patólogos, a los que formó y dirigió tesis doctorales en gran número, en distintos puntos de nuestra geografía, le consideran maestro o “jefe”, como cariñosamente siguieron llamándole. Participó activamente en diversas sociedades científicas nacionales e internacionales. Contribuyó de un modo importante al desarrollo de la citología en nuestro país. Fue presidente de la Sociedad Española de Citología desde 1980 hasta 1990 y ahora Presidente de Honor. También fue presidente de la European Federation of Cytology Societies. Entre las distinciones recibidas figuran la Cruz de la Orden de Sanidad y el prestigioso Premio Maurice Goldblatt, concedido en 2001 por la Academia Internacional de Citología en Amsterdam en reconocimiento a su intensa labor en el campo de la citopatología. Más recientemente, en 2008, se le otorgó el premio “Maestro de la Citología Latinoamericana”. En el campo de la edición científica, además de fundar el Servicio Editorial de la UPV/EHU, fue director de la Revista Citología, entre 1980 y 1994, y posteriormente director de la revista Patología. También fue miembro del Editorial Board de la revista Acta Cytologica (Chicago) y de la revista Cancer Cytology, entre otras. Es autor de capítulos de libros de anatomía patológica y de citología, varios de los cuales están dedicados a la patología mamaria, en la que fue un gran experto y que constituyó una de sus más destacadas líneas de investigación, junto con la patología muscular y la ultraestructura del oído interno. Fue presidente y organizador de congresos nacionales e internacionales y presidente de nuestra Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Actualmente, desde su jubilación, era Catedrático Emérito de la UPV/EHU y participó con entusiasmo en la puesta en marcha de un Máster de Oncología que lleva ya dos ediciones, en la Escuela de Verano “Cáncer al día”, en cuya segunda edición estuvo al pie del cañón a mediados de julio en San Sebastián, así como en actividades de investigación relacionadas con el ciclo celular y la oncogénesis.
Pero si su actividad profesional ha sido intensa, no han sido menores su pasión por la vida, sus dotes como ameno conversador y conferenciante, proporcionadas por su facilidad para expresarse en varios idiomas, desde su gallego materno hasta su poliglotismo que incluía el inglés, el alemán, el francés, el portugués. Su atractivo personal y empatía, junto con su inteligencia y cultura, contribuían a que las conversaciones con él fueran una fuente de placer. Fue aficionado a las antigüedades, en particular a los relojes y objetos de maquinaria compleja. Y nunca abandonó la práctica de su querida gaita, con la que no hace mucho nos sorprendió y deleitó durante el homenaje que se rindió con motivo de su jubilación. La entereza con la que ha llevado su enfermedad, que no le ha impedido desarrollar su actividad hasta los últimos días, nos ha dejado admirados a todos los que hemos tenido el privilegio de estar cercanos a él. Su fortaleza de espíritu y su carácter optimista han contribuido a su resistencia tanto o más que los tratamientos. En una ocasión dijo que quería ser recordado como alguien que nunca hizo daño a nadie de forma deliberada. Un hombre bueno. Sin duda lo fue.