El letrozol es un fármaco inhibidor de la aromatasa, utilizado para el tratamiento del cáncer de mama, con receptor estrogénico positivo o receptor hormonal desconocido, localmente avanzado o metastásico, y solo se administra a mujeres posmenopáusicas. Se describe el caso de una paciente diagnosticada de colitis eosinofílica mientras seguía tratamiento con este fármaco.
Mujer de 80 años con antecedentes de diabetes mellitus. Diagnosticada de cáncer de mama sin adenopatías ganglionares 18 meses antes, por lo que se practicó una cuadrantectomía más radioterapia; desde hacía un año seguía tratamiento con letrozol. Hipotiroidismo tratado con levotiroxina sódica 50 mcg/24h. También presentaba un síndrome depresivo por el que seguía tratamiento con clorhidrato de sertralina 50mg/24h.
Consultó por diarrea y pérdida de 5kg de peso de 2 meses de evolución.
La exploración física era anodina. En la bioquímica glucosa, urea, creatinina, ALT, ferritina y potasio fueron normales. En el hemograma la hemoglobina normal, fórmula leucocitaria neutrófilos, linfocitos, monocitos, y eosinófilos eran normales.
La colonoscopia solo observó un pólipo y se realizaron biopsias del pólipo y de la mucosa para descartar colitis microscópica (fig. 1).
La biopsia del pólipo de colon sigmoide a 25cm era un adenoma tubular de bajo grado. El informe de la biopsia de mucosa de colon ascendente describía unas alteraciones compatibles con colitis eosinofílica.
La gastroscopia solo observó una hernia de hiato mínima. La TAC torácico-abdominal era normal.
Con la sospecha de que la sintomatología estuviera causada por el letrozol, se retiró dicho fármaco, desapareciendo la diarrea. Seis meses después se realizó nueva biopsia de colon que evidenció la curación de la lesión.
La gastroenteritis eosinofílica (GE) es una entidad infrecuente de curso benigno, caracterizada por una gran infiltración de eosinófilos en la pared del tubo digestivo, que afecta al estómago e intestino delgado, y con poca frecuencia al colon1.
Puede aparecer a cualquier edad pero la mayor incidencia está entre la tercera y quinta décadas de la vida.
La sintomatología es variada pudiendo aparecer diarrea2, dolor abdominal, náuseas, vómitos, malabsorción, pérdida de peso, ascitis, distensión abdominal, anorexia, disfagia, edema, melena, abdomen agudo, estenosis pilórica y perforación intestinal.
Al tratamiento con letrozol se había asociado la diarrea, pero hasta ahora no estaba relacionado con la colitis eosinofílica.
Los criterios para el diagnóstico1 de la GE son la sintomatología gastrointestinal; la infiltración eosinofílica de una o más áreas del tubo digestivo demostrada por biopsia; ausencia de infiltración eosinofílica en órganos fuera del tubo digestivo y que no exista de infección parasitaria. La eosinofilia periférica puede estar presente en el 60-80%3 de los casos, por este motivo no es considerada criterio diagnóstico. No existe correlación entre la magnitud de la eosinofilia periférica y el grado de infiltración tisular por eosinófilos o daño epitelial.
La GE puede estar asociada a otras enfermedades como alergia a productos lácteos, infestación por parásitos, enteropatía sensible a gluten, y a fármacos como el enalapril, rifampicina4, gemfibrozilo y naproxeno5. Pero en la mayor parte de los casos no hay un factor causal.