La administración de interferón alfa y ribavirina durante 24–48 semanas se considera el tratamiento de elección en la hepatitis crónica por el virus de la hepatitis C (VHC), porque ha demostrado mayor tasa de respuesta viral sostenida que interferón en monoterapia. Entre los efectos secundarios de este tratamiento se incluyen las alteraciones cutáneas.
Presentamos el caso de una mujer de 58 años de edad, con antecedentes personales de hepatitis crónica por el VHC en tratamiento con interferón alfa-2b y ribavirina desde hacía 2 semanas, que consultó por presentar lesiones pruriginosas en las manos que habían aparecido 6 días después de iniciar el tratamiento antiviral. En la exploración presentaba en el dorso y las palmas de las manos, incluidos los dedos, múltiples pápulas eritematosas poligonales de 2–8mm, junto con algunas vesículas. Las lesiones tenían una superficie lisa y un aspecto liquenoide (fig. 1). Se realizó una biopsia cutánea de una lesión localizada en la cara lateral de la mano, que mostró en la epidermis una hiperqueratosis, una amplia espongiosis y una vesiculación con queratinocitos necróticos, y en la dermis superficial un edema papilar, un infiltrado linfocitario perivascular y una extravasación de hematíes. Los hallazgos histológicos fueron compatibles con toxicodermia. Se pautaron antihistamínicos y un corticoide tópico, manteniendo interferón. Pocos días después el servicio de aparato digestivo suspendió el tratamiento antiviral, alarmado ante la clínica cutánea. Tras su interrupción, las lesiones se resolvieron por completo en una semana.
Las reacciones adversas cutáneas con la terapia combinada con interferón y ribavirina son comunes e incluyen eritema e induración en el punto de inyección, alopecia, xerosis cutáneas, acné, prurito, fotosensibilidad y vasculitis1. A pesar de todo, pocos estudios describen con detalle los tipos de dermatosis. Un primer estudio de 11 casos, publicado por Sookoian et al2, sugería un espectro clínico heterogéneo, que oscila entre eccema, dermatitis psoriasiforme, erupción liquenoide (en 3 pacientes) y eritema. Posteriormente, Manjón-Haces et al3 encontraron un predominio de lesiones eccematosas en 16 de 27 pacientes infectados por el VHC tratados con interferón y ribavirina, pero sólo 2 de los 27 presentaban una erupción liquenoide. El estudio histológico mostró una dermatitis perivascular superficial con espongiosis. Dereure4 en su serie de 20 pacientes y Kerl5 en su serie de 36 pacientes describieron un patrón clínico e histopatológico uniforme caracterizado por un infiltrado perivascular superficial inespecífico con espongiosis y vesiculación, presentándose clínicamente como lesiones eccematosas. Ninguno de estos pacientes presentó lesiones liquenoides. En todas estas series, las lesiones empezaron a manifestarse al cabo de una media de 2 semanas, con un rango que oscilaba entre los 5 días y los 8 meses.
Con respecto a la actitud terapéutica, a excepción del 50% de los pacientes recogidos por Dereure, que tuvieron que interrumpir el interferón por sus efectos cutáneos adversos, en todos los casos los pacientes mostraron una notable mejoría clínica con tratamiento sintomático (emolientes, antihistamínicos y/o corticoides tópicos) y no fue necesario ajustar la dosis de interferón. Las lesiones remitieron por completo después de suspender la terapia antiviral.
Aunque la asociación de liquen plano y VHC es bien reconocida, en pacientes tratados con interferón y ribavirina que presenten pápulas liquenoides pruriginosas es obligatorio descartar una toxicodermia. A pesar de que el cuadro clínico simule un liquen plano, el estudio histológico revela un patrón espongiótico con vesículas y queratinocitos necróticos compatible con toxicodermia.
Dada la eficacia del tratamiento con interferón y ribavirina en el VHC, es importante tener en cuenta que los efectos secundarios cutáneos son frecuentes pero tratables, por lo que es necesario realizar un estrecho seguimiento multidisciplinario para evitar una retirada prematura del fármaco. En la mayoría de los casos puede mantenerse la terapia antiviral, ya que las lesiones cutáneas pueden controlarse con antihistamínicos, emolientes y corticoide tópico.