Si se compara el contenido de las revistas médicas de hace 30-40 años con las actuales, probablemente las diferencias mas notables, aparte de las relacionadas con el progreso de la investigación médica, son la irrupción de las Cartas al Director y la reciente aparición de las Guías de Practica Clínica (GPC).
La introducción de Cartas al Director por la revista Lancet en los años 60 constituyó una tímida democratización de las revistas. Hasta entonces los investigadores estaban sometidos solo a la opinión de los editores convenientemente asesorados por un par de investigadores que valoraban los artículos (peer review o revisión por pares). Solo los artículos aprobados por esta «troika» aparecían publicados y no existía ninguna posibilidad de poner en duda públicamente sus resultados o sugerir interpretaciones diferentes de las discutidas por los autores. La sección de Cartas al Director se extendió rápidamente a todas las revistas. El impacto de un artículo, aunque estuviera sancionado por el filtro oficial y apareciera en una revista de prestigio, podía llegar a ser negativo si despertaba una opinión contraria entre los lectores.
La proliferación de artículos describiendo GPC tiene numerosas causas. Sin duda alguna, la más importante es la necesidad de los médicos de disponer de documentos elaborados por expertos que filtren la enorme avalancha de conocimientos que aparece constantemente y actualicen, definan y argumenten cual es la actitud diagnóstica y/o terapéutica más apropiada ante un determinado problema clínico. Este objetivo era tradicionalmente desempeñado por los libros. Sin embargo, la rapidez de los cambios en los conocimientos médicos requería de un instrumento mucho más ágil y menos subjetivo. Las GPC facilitan la actividad médica de una forma considerable. No resulta por tanto extraño que sean las Asociaciones Científicas las que promuevan este tipo de artículos para que la actividad profesional de sus miembros se base en evidencias contrastadas y sea por tanto homogénea. Sin embargo, existen otros ámbitos, en los que las GPC tienen gran influencia. Obliga de alguna manera a las autoridades sanitarias a modernizar el armamentario terapéutico en sus instituciones al ser un instrumento que puede utilizarse legalmente por médicos y pacientes. Estos últimos, por otra parte, pueden conocer cual es el estado del arte de su enfermedad y la calidad de la asistencia médica que recibe. Los beneficios de las empresas farmacéuticas dependen también en parte de la opinión de los líderes asistenciales que elaboran las GPC. Las GPC constituyen, por tanto, un poderoso instrumento mediante el cual los médicos pueden regular su ejercicio profesional y ser eje central de la compleja relación entre ellos, los pacientes, la administración pública y la industria.
Los líderes de opinión tienen intereses específicos en participar en la elaboración de las GPC. Representa un reconocimiento público de su valor profesional. Este hecho no solo tiene implicaciones académicas sino también en su relaciones con la industria farmacéutica. El hecho de liderar o participar en una GPC les coloca en una posición óptima para conseguir contratos con compañías farmacéuticas implicadas en la enfermedad, liderar estudios terapéuticos con nuevas moléculas o participar de una forma relevante en los mismos.
Finalmente, las revistas médicas están también muy interesadas en publicar GPC. Son magníficos artículos de revisión y, por tanto, frecuentemente citados, lo que contribuye a mejorar sus índices bibliométricos y su posición en el ranking de revistas de cada especialidad. También tiene efectos económicos.
La importancia de las GPC en el complejo mundo médico ha determinado que su proceso de elaboración se haya ido sofisticando de una forma rápida. Normalmente el proceso se inicia con la selección de un Coordinador por parte de una comisión específica de una sociedad científica, el cual invita a una serie de expertos en diferentes aspectos del problema. Un comité ético juzga y en su caso aprueba el nombramiento de estas personas en base fundamentalmente a su independencia y ausencia de conflictos de interés. Finalmente, una vez elaborada la GPC, esta es revisada por la sociedad y por evaluadores externos al grupo de autores, modificada y finalmente publicada automáticamente y sin cambios por la revista órgano oficial de la sociedad. Las GPC deben incluir inexcusablemente una serie de ítems que garantizan una revisión sistemática de la literatura, gradación de los niveles de evidencia, historia natural de la enfermedad, objetivos del tratamiento, estrategias diagnósticas y/o terapéuticas existentes, indicaciones, monitorización del tratamiento y definición de respuestas terapéuticas, indicaciones, efectos adversos y manifestación expresa de potenciales conflictos de interés de los autores.
Debido al gran número de revistas de Gastroenterología y/o Hepatología indexadas (mas de 50), no es extraño que aparezcan en un corto espacio de tiempo dos o más GPC sobre una misma enfermedad. Raramente existen posiciones discrepantes debido a que la metodología utilizada para su realización suele ser homogénea. No obstante, los beneficios que pueden obtenerse de ellas tardan en extenderse por razones lingüísticas. La mayoría de GPC son promovidas por sociedades de ámbito internacional, se publican en revistas en lengua inglesa y, lamentablemente, una gran parte de médicos de amplias áreas del planeta son monolingües. La difusión de las revistas médicas es, por otra parte, limitada. Un importante sector de la población, por tanto, no puede beneficiarse de esta nueva herramienta. Una forma de solucionar este problema sería el facilitar que las GPS promovidas por las sociedades científicas internacionales pudieran ser traducidas y publicadas libremente en revistas médicas de ámbito nacional. Sin embargo, consideraciones editoriales dificultan este hecho. Una segunda posibilidad es que las sociedades científicas de ámbito nacional promuevan GPC y se publiquen en sus órganos oficiales.
Gastroenterología y Hepatología es el órgano oficial de dos potentes sociedades científicas de ámbito español, la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) y la Asociación Española de Gastroenterología (AEG). Más de 1000 profesionales miembros de ambas sociedades reciben la revista. Por otra parte, España dispone un sistema sanitario público avanzado que incluye a la totalidad de su población. Se trata, por tanto, de un país donde una política prospectiva difusión de conocimientos por parte de las sociedades científicas puede mejorar el nivel sanitario. Gastroenterología y Hepatología publica sistemáticamente cualquier GPC procedente de ambas sociedades científicas y de otras relacionadas con la especialidad. El análisis de las publicaciones de los últimos cinco años, sin embargo, muestra que solo se han publicado 7 GPC promovidas por la AEEH y AEG1–7. Otras 8 GPC8–15 proceden de otras sociedades científicas (Sociedad Catalana de Digestología, Sociedad Española de Trasplante Hepático, Asociación LatinoAmericana de Gastroenterología y Club Español Biliopacreático para el Tratamiento de la Pancreatitis Aguda). Estos datos indican una insuficiente utilización de las GPC por parte de la AEEH y AEG como método de formación continuada de sus miembros.