Las duplicaciones congénitas del tubo digestivo son anomalías poco frecuentes detectadas habitualmente en la edad pediátrica1, en el íleon terminal y en el yeyuno.
La duplicación gástrica, denominada también quiste de duplicación o quiste enterico es una de las más infrecuentes, representando el 3-4% de las duplicaciones2. Presentamos las imágenes endoscópicas de un caso de duplicación gástrica.
Mujer de 69 años, diagnosticada de leiomioma gástrico 4 años antes, que es enviada para control. La paciente se encontraba asintomática. Se realizó gastroscopia, encontrando tumoración alargada de aproximadamente 5cm (fig. 1) que se extendía en la cara posterior hacia curvatura mayor, llegando prácticamente al píloro. Se realizó ecoendoscopia (fig. 2), en la que se apreciaba cómo la lesión, con una ecogenicidad intermedia y zonas quísticas, se originaba en la submucosa descartándose por lo tanto un leiomioma.
La paciente fue intervenida realizándole enucleación de la tumoración. El informe anatomopatológico fue de lesion quística benigna, revestida de epitelio gástrico con cambios metaplásicos, fibrosis e infiltrado inflamatorio, datos diagnósticos de duplicidad gástrica.
La duplicación digestiva en el adulto representa solo el 5% de los casos3, siendo la gástrica la menos frecuente (3-4%)2–4 asociada en ocasiones a otras malformaciones bien digestivas, renales, vertebrales y del aparato genitourinario.
Estas anomalías se deben a alteraciones del desarrollo embrionario postulándose varias teorías que tratan de explicarla, El hecho de que la mayoría de los quistes de duplicación gástrica se desarrollen en la curvatura mayor5, a nivel distal (tan solo un 5% se desarrollan en la curvatura menor), se debe a que casi todos ellos se originan dorsalmente al intestino primitivo.
Predominan en mujeres. En la edad adulta, lo más frecuente es que el quiste de duplicación gástrica sea asintomático descubriéndose de forma accidental. Puede manifestarse como dolor abdominal, masa epigástrica, náuseas, vómitos, pancreatitis recidivantes6, HDA, fistulizaciones, oclusiones o suboclusión7.
La TAC y la RMN pueden identificar este tipo de lesiones, sin embargo pueden confundirse en un porcentaje muy alto (70%) con lesiones sólidas8 motivado en ocasiones por el contenido en el interior del quiste de una sustancia proteinácea densa.
La gastroscopia visualiza estas lesiones como compresiones extrínsecas o bien tumores submucosos, siendo las biopsias que aporta negativas.
El uso de la ultrasonografía endoscópica ayuda para distinguir la relación de la lesión tumoral con la pared gastrointestinal (si se debe a una compresión o de que capa proviene) descartándonos otros procesos (como en nuestro caso, que la paciente estaba etiquetada de leiomioma), nos permite también definir su relación con estructuras vecinas, descartándose además otras localizaciones con las que puede ser confundida esta entidad (quistes o tumores pancreáticos). Con esta técnica se puede obtener material por punción o biopsia para su estudio histológico, pero a pesar de ello su diagnóstico en ocasiones no puede ser precisado.
Aunque algunos autores recomiendan tratamiento expectante dado que la lesión se diagnostica en la mayoría de las ocasiones de forma accidental y su transformación maligna es muy escasa, otros (como en nuestro caso) prefieren el tratamiento quirúrgico (exéresis de la lesión)8 como prevención de complicaciones y de degeneración.