La invaginación intestinal es una causa poco frecuente de obstrucción en adultos. La localización más frecuente es el intestino delgado, representando la colocólica solo el 5% del total. La mayoría se deben a una causa subyacente, siendo las lesiones neoplásicas la causa más frecuente en el colon. Las causas benignas son infrecuentes, siendo la anisakiasis colónica una etiología excepcional1,2.
Mujer de 48 años que acude a urgencias por dolor cólico mesogástrico de 24 h de evolución. Refiere náuseas, sin vómitos y ausencia de tránsito intestinal. A la exploración se identifica una masa palpable y dolorosa a nivel periumbilical. Analíticamente destaca elevación de reactantes de fase aguda, leucocitosis moderada, pero ausencia de eosinofilia. Se realiza una TC con la sospecha de una tumoración complicada, y se evidencia una invaginación colocólica de etiología incierta, con líquido libre en fosa ilíaca derecha y fondo de saco de Douglas, así como datos de sufrimiento intestinal (fig. 1). Se descarta la realización de una colonoscopia por sospecha de neoplasia complicada, y ante los hallazgos de la TC, se decide intervención urgente. En la laparotomía se observa una invaginación colocólica desde el inicio del colon ascendente hasta el transverso, estando respetado el ciego. Se realiza una hemicolectomía derecha con buena evolución postoperatoria. La anatomía patológica identificó una estructura filiforme y blanquecina compatible con el parásito anisakis, localizado en la mucosa del colon ascendente (fig. 2), así como marcado edema e infiltrado inflamatorio eosinofílico, causando una invaginación colocólica (fig. 3).
La anisakiasis colónica es infrecuente. La mayoría suelen localizarse en el colon derecho, y una minoría asienta en sigma y recto1,3. La explicación a esto parece ser la distancia desde la puerta de entrada, ya que la larva tiene que migrar desde la boca al colon, y además, su supervivencia se ve afectada por los cambios de pH que existen a lo largo del tracto gastrointestinal3,4. Por otro lado, las invaginaciones colocólicas, es decir la introducción de un segmento de colon dentro de la luz del segmento contiguo, son muy raras, y suelen ser de etiología maligna. Por todo ello, la anisakiasis es una causa excepcional de invaginación colocólica. Solo han sido descritos en la literatura 6 casos de invaginación colocólica debida a anisakiasis, además del presente caso1,4–8.
El diagnóstico correcto es difícil, especialmente en ausencia de antecedente de ingesta de pescado. En caso de sospecha diagnóstica, la colonoscopia puede ser empleada para reducir la intususcepción y confirmar el diagnóstico de anisakiasis3. La ecografía puede ser de utilidad para el diagnóstico de invaginación, pero la TC es el método de elección, pues permite valorar correctamente la localización de la invaginación, datos de obstrucción y viabilidad intestinal5. Existen 3 patrones visibles en la TC que se consideran patognomónicos de invaginación: lesión en diana (masa de tejido blando intraluminal con densidad grasa periférica debido al mesenterio invaginado), lesión en forma de riñón (masa bilobulada con atenuación periférica alta debida a la pared del intestino adelgazada) o lesión con áreas de atenuación alternantes debido a la pared del intestino, mesenterio, líquido, gas y contraste2.
Cuando se sospecha el diagnóstico, el tratamiento puede ser conservador, con dieta absoluta, fluidoterapia, antihelmínticos y con corticoides para disminuir el edema parietal, además de la reducción endoscópica de la intususcepción, pero en ausencia de un diagnóstico definitivo, el tratamiento óptimo no está claramente establecido. La cirugía suele ser necesaria en la mayoría de los casos por obstrucción, perforación o por la sospecha de lesiones subyacentes malignas, ya que el anisakis produce tumoraciones submucosas que constituyen la causa de la invaginación y obligan a un diagnóstico diferencial histológico1,4,5.