Presentamos el caso de una mujer de 36 años, de nacionalidad española, que consulta por observar en una deposición una larva de unos 2cm de longitud sin otra sintomatología acompañante.
Se trata de una paciente diagnosticada de enfermedad de Crohn de colon en 2001 con eritema nodoso y artritis periférica tipo i. Por situación de corticodependencia y pérdida de respuesta a azatioprina (a pesar de la idoneidad del tratamiento) se inició tratamiento con adalimumab en junio de 2009 (inducción 160/80) con mantenimiento 40mg cada 14 días.
Acude al hospital en octubre de 2009 porque en una deposición ha detectado la presencia de un parásito que nos trae (fig. 1).
Analizadas las larvas por el servicio de microbiología se llega al diagnóstico de larva de la mosca común eristalis tenax (orden díptera: familia syrphidae).
Eristalis tenax es una mosca de distribución mundial que presenta diferentes fases en su ciclo biológico atravesando 3 estadios1,2:
De los huevos de la mosca eclosionan pequeñas larvas a los 18 días aproximadamente, que son conocidas como «larvas con cola de ratón» por la característica morfología que poseen con una formación respiratoria posterior en forma de cola. Se trata de larvas grandes, cilíndricas, con una larga y estrecha proyección caudal en el extremo de la cual se halla el par de espiráculos posteriores, rodeados de una roseta de pelos.
Posteriormente se convierten en pupas que tras unos días (aproximadamente unos 10) dan lugar a la mosca (forma adulta).
La forma adulta desova en lugares donde hay materia orgánica en descomposición (aguas contaminadas…) y la miasis ocurre cuando se ingiere agua o comida contaminada, o bien cuando se depositan los huevos directamente en dicha zona.
La infección parasitaria de seres humanos u otros vertebrados por larvas de mosca eristalis tenax es conocida como miasis3.Este término fue descrito por primera vez por Hope en 1840 refiriéndose a las enfermedades relacionadas específicamente con las larvas de las dípteras. Las larvas son muy resistentes a condiciones adversas, y viven en zonas muy contaminadas como estiércol, alcantarillas o desagües4.Se han identificado infecciones gastrointestinales así como casos de miasis cutánea, genital, urinaria y nasofaríngea5.
La miasis intestinal está descrita de manera esporádica y sus síntomas pueden variar en función de la zona infestada (genital, urinaria…)6. Cuando afectan a nivel digestivo va desde totalmente asintomático a molestias abdominales, diarrea, fiebre7… El diagnóstico se realiza por la unidad de microbiología.
La evolución es buena y el cuadro es autolimitado tras expulsión de la larva.
La mayoría de casos descritos en la literatura se dan en pacientes con escasa higiene personal y bajo nivel socioeconómico y sin patología previa8. Normalmente no precisa tratamiento aunque en algún paciente se ha dado tratamiento con metronidazol y nitrofurantoína.
Nuestra paciente vive en una zona urbana, presenta una higiene adecuada, y no constan antecedentes de toma de aguas no potables ni viajes a lugares exóticos. Su evolución fue satisfactoria y no requirió tratamiento, manteniendo la inmunosupresión. No volvió a ver larvas en las heces.
Desconocemos la causa de la infección de esta paciente aunque lo lógico es pensar que pudo ser secundaria a la toma de algún alimento en mal estado.
Lo relevante y característico de este caso es que la paciente está en tratamiento inmunosupresor por su enfermedad de base, lo que nos hace pensar que sería más susceptible a presentar clínica digestiva por la infección. Sin embargo, permaneció asintomática en todo momento y no encontramos en la literatura asociación entre inmunosupresión e infección por la larva eristalis.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.