La ingestión de cuerpos extraños es relativamente frecuente en determinados grupos de pacientes (niños de corta edad, ancianos o individuos con trastornos de la deglución, población penitenciaria, enfermos psiquiátricos y disminuidos psíquicos) causando el 80% de las perforaciones esofágicas cervicales1,2. Sin embargo, la ingestión de comprimidos encapsulados (dentro del blíster) es poco frecuente3–10. Presentamos un caso de perforación esofágica tras la ingestión accidental de un comprimido encapsulado.
Varón de 68 años con antecedentes de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, fibrilación auricular y alcoholismo crónico que acudió a urgencias por disfagia y disnea. Le había sido dada el alta 24h antes tras un ingreso por un síndrome de abstinencia alcohólica. Previamente al alta había sufrido un episodio de atragantamiento con un comprimido, aparentemente resuelto. Tras llegar a su domicilio e intentar ingerir alimentos el paciente presentó odinofagia, tos y, progresivamente, disnea y malestar general, por lo que acudió nuevamente a urgencias. A su llegada presentaba fiebre, disminución del murmullo vesicular y roncus en el hemitórax derecho. Las exploraciones complementarias realizadas (analítica, gasometría arterial y radiografía de tórax) demostraron leucocitosis con neutrofilia, insuficiencia respiratoria y una radiopacidad pulmonar en la base derecha compatible con neumonía por aspiración. Una TC urgente de cuello y tórax reveló un cuerpo extraño de densidad calcio en el esófago (fig. 1 A, corte axial, flecha; fig. 1 B, corte coronal, flecha), asociado a una pequeña perforación en la pared esofágica (fig. 1 A, asterisco). La endoscopia digestiva alta demostró la presencia en boca de Killian de restos alimentarios que al ser removidos revelaron un comprimido en blíster enclavado en la pared esofágica. Tras valoración por el servicio de Otorrinolaringología se realizó una esofagoscopia e hipofaringoscopia rígidas lográndose la extracción del comprimido. Un esofagograma con contraste hidrosoluble confirmó la existencia de una perforación esofágica de unos 2cm (fig. 2, flecha). Se decidió realizar un tratamiento conservador, iniciando nutrición enteral por sonda nasogástrica y cobertura antibiótica de amplio espectro. El paciente evolucionó favorablemente y un esofagograma de control a las 3 semanas confirmó la desaparición de la perforación. Actualmente se encuentra asintomático.
La ingestión de comprimidos encapsulados es rara pero puede ser causa de perforación a diferentes niveles del tubo digestivo7–10. Una vez ingerido el comprimido, la motilidad esofágica y el edema resultante del traumatismo local facilitarían su impactación, dificultando cualquier manipulación o extracción y finalmente provocando la rotura de la pared y la perforación. En otros casos, el comprimido atraviesa el esófago sin complicaciones, alcanzando el estómago o el intestino8–10. La fina hoja de aluminio que sirve de cierre tiene una baja radiodensidad por lo que el blíster escaparía a la detección mediante exploraciones radiológicas convencionales6.
Las causas de los errores de medicación son multifactoriales y generalmente son resultado de una concatenación de errores en diferentes niveles del sistema de utilización de medicamentos. Los envases tipo blíster han aportado indudables ventajas, garantizando la conservación de los fármacos y facilitando su manipulación y dispensación, pero su utilización en el medio hospitalario requiere algunas precauciones. La lámina plástica que constituye el blíster no debería recortarse para separar los comprimidos ya que al cortarla se exponen sus bordes afilados y angulosos que resultarían más dañinos en caso de ingestión, como han señalado otros autores6. Por último, los comprimidos o cápsulas siempre deberían ser extraídos del blíster antes de su dispensación al paciente.
La aplicación de estas sencillas medidas ayudaría a mejorar la seguridad del paciente y a evitar la posibilidad de una ingestión accidental con graves consecuencias.