Sr. Director: El término «rotura esofágica» define la pérdida de solución de continuidad de la pared esofágica en todo su espesor, de tal forma que se establece una comunicación entre la luz esofágica y los tejidos que la rodean1. Las causas de rotura esofágica son muy variadas, desde las de origen intraluminal hasta las de origen extraluminal, pasando por las roturas espontáneas2. La rotura esofágica secundaria al vómito, descrita como síndrome de Boerhaave, representa aproximadamente el 21% de los casos, y es la segunda causa en el global de las roturas3. A continuación presentamos el caso de un varón de 35 años, sin antecedentes personales de interés que, tras la ingesta de fabes, acude a urgencias por presentar intolerancia alimentaria, disfagia y vómitos de repetición asociados a un dolor abdominal localizado en el epigastrio. La exploración física era normal, y no se detectaron alteraciones en la analítica y la radiografía de tórax de urgencias.
Se realizó una gastroscopia, que demostró la presencia de una fabe, a 35 cm de la arcada dentaria (fig. 1), que se extrajo con asa de diatermia (fig. 2). Debajo del cuerpo extraño se observó un desgarro muy profundo de 5 cm de longitud, de fondo fibrinoso, con un coágulo rojo adherido en su porción más distal (figs. 3 y 4). Posteriormente, se solicitó una tomografía computarizada (TC) cervicotorácico, que puso de manifiesto la presencia de una lengüeta que rodea al esófago en todo su trayecto intratorácico, así como una pequeña cantidad de neumomediastino de localización posterior, en relación con la perforación esofágica. Se solicitó un estudio esofagogastroduodenal (EGD), y se realizó la prueba con contraste hidrosoluble, sin observar fuga de contraste.
A la vista de estos resultados, se decidió el ingreso del paciente en el servicio de cirugía general, donde se instauró tratamiento conservador con dieta absoluta y antibioterapia. El paciente evolucionó sin presentar ninguna sintomatología. Se realizó una TC de control el séptimo día de ingreso, en la que se observaba un esófago de características normales y la ausencia de neumomediastino, al igual que en el EGD, donde no se observaron fugas de contraste, por lo que se le dio el alta hospitalaria.
Tres meses después, el paciente acudió a la consulta de aparato digestivo, donde se le realizó una gastroscopia que puso de manifiesto la presencia de aisladas ondas concéntricas en el esófago medio; se tomaron biopsias de la zona yuxtacardial, el esófago medio y el esófago superior, con el resultado de esofagitis eosinofílica.
La esofagitis eosinofílica es un proceso crónico que se caracteriza por la infiltración de la mucosa esofágica por un alto número de eosinófilos, en ausencia de afectación de otros tramos del tubo digestivo. Los síntomas más frecuentes son la disfagia intermitente con fenómenos de impactación esofágica y los síntomas de reflujo resistentes a la terapia antisecretora. Lo particular del caso que presentamos es que el paciente no refería antecedentes de disfagia ni episodios de impactación alimentaria, y se inicia con un síndrome de Boerhaave, que conduce al diagnóstico posterior de esofagitis eosinofílica.