Sr. Director: Hemos leído con gran interés el artículo recientemente publicado en su Revista por Ubina-Aznar et al1 sobre la asociación entre el tratamiento con interferón pegilado y la sarcoidosis. Múltiples casos2-9 que apoyan dicha asociación se han publicado desde la introducción en el arsenal terapéutico antiviral del interferón y, más recientemente, del interferón pegilado. Parece, como señalan varios autores1,3-5,10, que el efecto inmunomodulador del interferón sobre la activación de los macrófagos sería la causa de la formación de los granulomas típicos de la sarcoidosis.
Nosotros hemos podido observar recientemente un caso de sarcoidosis cutaneopulmonar desarrollada durante el tratamiento con interferón pegilado y ribavirina que se resolvió sin necesidad de interrumpir el tratamiento antiviral.
Se trata de un paciente de 43 años diagnosticado de hepatitis crónica por el virus C (grado 3, estadio 1) genotipo 1b con carga viral alta, que inició tratamiento con interferón pegilado alfa-2a a dosis de 180 mg semanales y ribavirina a dosis de 1.000 mg diarios durante 48 semanas. En la semana 36 del tratamiento, cuando presentaba cifras de transaminasas normales y carga viral negativa, y la tolerancia a la medicación era buena, presentó sensación disneica y dolor en la cara anterior del tórax durante una semana, motivo por el que se realizó una radiografía de tórax en la que se objetivó un nódulo pulmonar de 0,5 cm en el lóbulo inferior izquierdo, que se confirmó en la tomografía axial computarizada de tórax. En los días siguientes empezó a manifestarse de forma progresiva un nódulo subcutáneo frontal derecho, y en la biopsia realizada por el servicio de dermatología se evidenció la existencia de inflamación granulomatosa no necrosante, con tinción de Ziehl negativa, indicativa de sarcoidosis. Se prescribió tratamiento con cloroquina oral, con la que se produjo la desaparición progresiva de la lesión cutánea y del nódulo pulmonar, hasta comprobar su resolución total en una nueva tomografía computarizada realizada 6 meses después del inicio del cuadro.
De acuerdo con el paciente, y dada la buena respuesta al tratamiento antiviral, decidimos no interrumpirlo. Así pues, se completaron las 48 semanas de tratamiento antiviral, con respuesta viral sostenida 6 meses después de su finalización.
El interés de nuestro caso reside no sólo en confirmar que la asociación entre sarcoidosis y tratamiento con interferón puede estar subestimada, sino en la duda sobre la necesidad de interrumpir el tratamiento antiviral cuando aquélla aparece. Probablemente la respuesta al tratamiento antiviral y la gravedad de la hepatopatía deban influir en esta decisión.