Hemos leído con interés un reciente trabajo multicéntrico nacional sobre la «Situación actual del manejo de la hemorragia digestiva alta (HDA) no varicosa en España»1. Hemos contrastado dicho trabajo con las últimas recomendaciones nacionales basadas en la evidencia de manejo de dicha enfermedad2, así como una reciente revisión sobre el manejo del paciente anticoagulado sangrante3. Sin embargo, hay una serie de consideraciones, suscitadas por la lectura de este útil manuscrito sobre la situación real del manejo de la HDA1, que queremos transmitirle.
En la guía nacional2, en el punto A5, las medidas inmediatas (tabla 1) se «recomienda corregir los trastornos de la coagulación en pacientes tratados con anticoagulantes y hemorragia aguda». En primer lugar, referente al mismo nos extraña que en los resultados solo haya pacientes tratados con warfarina (un 11,9%) y ninguno con acenocumarol1.Hay que recordar que hay diferentes anticoagulantes orales, además de los clásicos antivitamina K (AVK) o dicumarínicos en el mercado, con diferente vida media y dosificación, no intercambiables entre sí3. Frente al acenocumarol (nuestro popular Sintrom®) de uso mayoritario en nuestro medio –aunque no haya supuestamente ninguno en este trabajo1–, la warfarina, con una vida media más larga y garante de la mayoría de la bibliografía científica internacional, es el habitual en los países anglosajones, tomada por la mayoría de nuestros turistas y jubilados extranjeros residentes en nuestras costas.
Recomendaciones del Consenso Español sobre el tratamiento inicial de una hemorragia digestiva por úlcera digestiva2
Recomendación A1: El tratamiento adecuado del paciente con HDA requiere la evaluación clínica inmediata e inicio de las maniobras de reanimación apropiadas de manera precoz |
Recomendación A2: Se recomienda el uso de escalas pronósticas como instrumento de soporte para la estratificación precoz de los pacientes en bajo y alto riesgo de recidiva hemorrágica y muerte |
Recomendación A3: La colocación de una sonda nasogástrica debe limitarse a los pacientes con HDA en los que se estime que los hallazgos puedan tener valor diagnóstico o pronóstico |
Recomendación A4: Se recomienda transfundir a los pacientes con HDA y concentración de Hb < 70g/l. Se debe mantener un umbral de transfusión superior en pacientes con hemorragia activa o enfermedad cardíaca o respiratoria grave de base |
Recomendación A5: Se recomienda corregir los trastornos de la coagulación en pacientes tratados con anticoagulantes y hemorragia aguda. Dicho tratamiento, sin embargo, no debe retrasar la endoscopia de urgencia |
Recomendación A6: Los agentes procinéticos administrados antes de la endoscopia no deben indicarse de manera sistemática. Pueden ser útiles en pacientes seleccionados para aumentar el rendimiento diagnóstico de la endoscopia de urgencias |
Recomendación A7: Los pacientes de bajo riesgo, identificados mediante criterios clínicos y endoscópicos, se les puede dar el alta de manera precoz tras la endoscopia |
Recomendación A8: Puede considerarse el tratamiento con IBP antes de la endoscopia para reducir la frecuencia de estigmas endoscópicos de alto riesgo y, por tanto, la necesidad de terapia endoscópica, pero no debe retrasar la indicación de endoscopia precoz |
En el trabajo se indica que se corrigieron trastornos de la coagulación en un 12,2% de los casos –sin indicar los criterios, ni cuáles de los pacientes estaban bajo tratamiento con AVK y cuáles no–, siendo el tratamiento más frecuente administrado la vitamina K (10,2%) –sin indicar vía–1. En cambio, no aparece reflejado cuántos fueron tratados con plasma fresco congelado securizado, ni cuántos con concentrados de complejo protrombínico (recomendación actual)4. Igualmente, aunque hubo más de una cuarta parte de los pacientes tratados con antiagregantes plaquetarios (26,3%) y más de una sexta parte con antiinflamatorios, no se recoge cuántos fueron tratados con transfusión de plaquetas, ni aquellos tratados con vasopresina o antifibrinolíticos como el ácido tranexámico1. Un metanálisis mostró que con la administración de ácido tranexámico, aunque no se disminuyó la tasa de resangrado, sí se redujo la necesidad de cirugía y mostró tendencia a disminución de la mortalidad5.
En la Recomendación A4 de la guía nacional2 se recoge que «se recomienda transfundir a los pacientes con HDA y concentración de hemoglobina (Hb) < 70g/l» y que «se debe mantener un umbral de transfusión superior en pacientes con hemorragia activa o patología cardíaca o respiratoria grave de base». En cambio, solo se refleja que se transfundió una media de 1,64 (desviación estándar: 2,64) unidades de concentrados de hematíes (CH) por paciente durante los 30 días considerados desde el inicio del episodio. Aunque no se refleja la real tasa ni volumen de transfusión, ni los criterios de transfusión utilizados (ni el cumplimiento de las guías), ni la tasa de transfusión masiva, ni posterior, ni la consecuente al resangrado o fracaso terapéutico. No sabemos si se transfundió al 100%, 2 unidades a 2 de cada 3 y una al tercero, o al 50%, administrando 3 unidades a 2 de cada 3 y 4 al tercero.
Hay que recordar que la transfusión sanguínea alogénica (TSA) se usa frecuentemente, y a veces a la «ligera», casi como la primera opción terapéutica en la anemia de pacientes con hemorragia digestiva6. Además, se suele referir como una TSA a la administración de CH, pero con frecuencia pacientes afectados de enfermedad digestiva suelen requerir la administración de productos plaquetarios e incluso plasma fresco congelado. Como resultado, una alta proporción de los pacientes afectados de HDA suelen recibir al menos un acto transfusional durante su estancia hospitalaria. En un estudio del National Blood Service británico del consumo sanguíneo, realizado en 29 hospitales representativos durante 12 meses en 2001-2002, se mostró que el principal diagnóstico codificado de los pacientes transfundidos era «digestivo»: el 19% de los receptores de todos los CH, incluyendo un 5% por hemorragias digestivas y un 3% por cirugía colorrectal7. En este mismo estudio epidemiológico de consumo las indicaciones «digestivas» y «hepatobiliares» emergen como las principales razones para la transfusión de CH y plasma, y son además frecuentes consumidores de plaquetas7. Un estudio prospectivo multicéntrico francés, realizado en 53 hospitales durante un año, que analizó 3.287 casos de HDA, encontró una tasa de TSA del 57,5% en pacientes jóvenes; y del 73%, en pacientes mayores de 74 años8. En otro reciente estudio de cohortes, que analizó 920 pacientes consecutivos sometidos a tratamiento endoscópico por HDA, dónde el 64% presentaba un hematocrito inferior al 30%, estos tenían una tasa de TSA del 74%, frente al 24% de aquellos con un hematocrito superior al 30%.
Por último, recordar que el principal depósito del hierro corporal es la hemoglobina contenida en los eritrocitos, constituyendo entre el 60 y 70% de los escasos 5 a 7 g de este importante metal. Por ello, cualquier HDA, además de las consecuencias hemodinámicas y cardiovasculares y de la repercusión emocional de su presencia, implica una pérdida grave de los niveles corporales de hierro. Recientemente, en un estudio realizado en España se comprobó que a los 30 días de un episodio de HDA, el 62% de los pacientes presentaba una anemia ferropénica9. En cambio, en este trabajo ningún paciente pareció recibir tratamiento alguno de la anemia ni de la ferropenia, sea por vía oral o intravenosa, siendo esta última la recomendada por nosotros10.