El interferón-alfa y la ribavirina han demostrado claramente su eficacia en el tratamiento de la hepatitis C en estudios controlados, y su uso se ha extendido en los últimos años1. Sin embargo, presentan efectos secundarios importantes y frecuentes, tanto somáticos como psíquicos2. Los más habituales entre estos últimos son los síntomas depresivos y ansiosos, siendo mucho más raros los psicóticos y maniformes3. Está muy bien establecido que el uso de psicofármacos es muy importante de cara a maximizar la adherencia en pacientes con hepatitis C crónica que desarrollan síndromes psicopatológicos durante los meses de tratamiento4–7. Sin embargo, hay pocos estudios sobre la evolución de estos trastornos mentales y algunos autores señalan que una parte de ellos podría persistir a lo largo del tiempo, manteniéndose la necesidad de tratamiento psiquiátrico continuado6,8,9. Por otro lado, no hemos encontrado datos en la bibliografía sobre incidencia de consumo a largo plazo de psicofármacos en estos pacientes, especialmente de benzodiacepinas que tienen problemas de manejo a medio y largo plazo. Este punto es especialmente relevante, dado que un porcentaje muy importante de pacientes con hepatitis C tiene antecedentes de abuso de drogas2–4.
En este trabajo nos planteamos comprobar si el porcentaje de pacientes que toman antidepresivos y ansiolíticos 5 años después del inicio del tratamiento de la hepatitis C es mayor que el de antes de iniciarlo. Para ello estudiamos retrospectivamente todos los casos de pacientes con hepatitis C que habían seguido tratamiento con interferón-alfa y ribavirina en los últimos 8 años en el Hospital Son Llatzer de Mallorca. El trabajo se realizó entre los Servicios de Digestivo y Psiquiatría, con el apoyo del Departamento de Informática. Se consultaron las historias clínicas electrónicas intra y extrahospitalarias (HP-Doctor y ESIAP) de 236 pacientes desde 3 meses antes del inicio de tratamiento hasta 5 años después (fig. 1). Recogimos datos sociodemográficos y clínicos y los analizamos con el programa estadístico SPSS versión 17 (prueba de la t de Student).
El hallazgo más relevante fue que el porcentaje de pacientes que tomaba ansiolíticos aumentó durante el tratamiento como era esperable (del 8,1 pasó al 22%; p=0,000), pero fue disminuyendo después hasta ser muy similar al cabo de 5 años (8,1 vs 9,3%; p=0,060). En cuanto al porcentaje de pacientes que tomó antidepresivos la situación fue idéntica, tanto durante el tratamiento (8,5 vs 18,2%; p=0,000) como a los 5 años del mismo (8,5 vs 7,6%; p=0,830). Hasta 129 de los 236 pacientes (54,7%) tenían antecedentes de abuso de drogas. En ellos la proporción de consumo de psicofármacos no fue distinta del resto de pacientes.
A fecha de hoy se admite que no hay razón para excluir a los pacientes con hepatitis C y antecedentes psiquiátricos como candidatos al tratamiento antiviral9. Nuestros datos también apoyan este planteamiento ya que, en contra de nuestra hipótesis de partida, prescribir ansiolíticos y antidepresivos durante el tratamiento con interferón y ribavirina a pacientes con hepatitis C no se asoció a un riesgo significativo de consumo a largo plazo.