Presentamos el caso de un varón de 70 años con antecedentes de diabetes mellitus, diverticulitis, portador de endoprótesis de aorta abdominal y enfermedad renal crónica, que consultó en Urgencias por dolor abdominal brusco en hipocondrio derecho tras sesión de hemodiálisis. Negaba fiebre, vómitos u otra clínica por aparatos.
A la exploración presentaba un abdomen blando, depresible, con defensa abdominal en hipocondrio derecho y signo de Murphy positivo. Se complementó el estudio mediante analítica general, que mostró leucocitosis con neutrofilia, elevación de proteína C reactiva y discreta elevación de transaminasas.
La ecografía reveló una vesícula biliar distendida, de unos 15×6 cm, con abundante contenido heterogéneo intravesicular sin dilatación de la vía biliar (fig. 1).
Ante la persistencia del dolor a pesar de analgesia y ante la sospecha de colecistitis aguda, se decidió colecistectomía laparoscópica, en la que se halló una vesícula biliar necrohemorrágica, con coágulos intravesiculares (fig. 2).
Aspecto macroscópico de la vesícula biliar durante la cirugía laparoscópica, y pieza extraída, en la que se evidencian unas paredes engrosadas de aspecto necrohemorrágico, en cuya luz había abundantes coágulos que coincidían con el contenido heterogéneo que describía la ecografía.
Los pacientes en hemodiálisis tienen mayor riesgo de sangrado debido a la deficiente agregación plaquetaria secundaria a la uremia y al uso de anticoagulantes y heparinas de bajo peso molecular en terapias de hemodiálisis1,2. Cuando presentan dolor abdominal debemos considerar en el diagnóstico diferencial diversos procesos hemorrágicos poco frecuentes tales como hemobilia o colecistitis necrohemorrágicas3, como ocurre en nuestro caso.