La utilización de biomarcadores plasmáticos está siendo cada vez más aceptada en la práctica clínica. En el caso del ictus isquémico, la determinación de diferentes moléculas que participan en la cascada isquémica o en los eventos moleculares subsiguientes, podría ser de gran utilidad diagnóstica, pronóstica y terapéutica. La respuesta inflamatoria desencadenada por la isquemia desempeña un papel destacado, asociándose las citocinas proinflamatorias (interleucina [IL]-1, IL-6 o factor de necrosis tumoral alfa) a un mayor daño cerebral y las anti-inflamatorias (IL-10) a un efecto neuroprotector. Las quimiocinas (IL-8, proteína quimiotáctica de monocitos 1 [MCP-1]) y las moléculas de adhesión (molécula de adhesión intercelular, molécula de adhesión a la célula vascular, molécula de adhesión leucocitaria endotelial, Antígeno asociado a función de linfocitos 1 [LFA-1]) responsables del reclutamiento y adhesión de leucocitos, que liberan diversas proteasas en la zona afectada, también juegan un papel en el ictus isquémico.
La identificación de predictores de transformación hemorrágica tras el tratamiento trombolítico es de gran relevancia, puesto que el riesgo de hemorragia todavía limita la aplicación de activador tisular del plasminógeno (t-PA) en la práctica. En este sentido, las MMP (matrix metalloproteinases ‘metaloproteinasas de la matriz’) son moléculas clave, puesto que participan en la degradación de la lámina basal, y se ha demostrado que el t-PA es capaz de activar la MMP-9 «in vivo» en modelos animales y se ha encontrado sobreexpresión de la MMP-9 en zonas de transformación hemorrágica en cerebros humanos. Otras moléculas, como la fibronectina y los inhibidores endógenos de la fibrinolisis (inhibidor de la fibrinolisis activable por trombina, inhibidor del activador del plasminógeno tipo 1) podrían servir también para predecir la transformación hemorrágica.
El empleo de varias de estas moléculas como biomarcadores plasmáticos en el ictus isquémico está cada vez más cerca de la aplicación clínica y aportará una valiosa información diagnóstica y pronóstica, pudiendo además ayudar en la toma de decisiones terapéuticas en el futuro.
Use of plasma biomarkers is gathering increasing more acceptance in the clinical practice. In the case of ischemic stroke, measurement of some molecules involved in the ischemic cascade or in the subsequent molecular events could prove to have great diagnostic, prognostic and therapeutic utility. The ischemia-related inflammatory response plays an important main role, since pro-inflammatory cytokines (IL-1, IL-6 or TNF-α) are associated with brain damage and anti-inflammatory cytokines (IL-10) seem to be associated to a neuroprotective effect. In addition, chemokines (IL-8, MCP-1) and cell adhesion molecules (ICAM-1, VCAM-1, ELAM-1, LFA-1), which are involved in leukocyte recruitment, that may release proteases in the injured area, also play a role in ischemic stroke.
Identifying predictors of hemorrhagic transformation after thrombolytic therapy is also very important in the field, since risk of brain hemorrhaging still limits the use of t-PA treatments. In this sense, matrix metalloproteinases (MMPs) are key molecules involved in basal lamina degradation that are activated by t-PA “in vivo” in animal models and are over-expressed in human brain hemorrhagic areas. Moreover, other markers such as fibronectin and endogenous fibrinolysis inhibitors (TAFI, PAI-1) might be useful hemorrhagic predictors as well.
Use of several of these potential plasmatic biomarkers might be incorporated into daily clinical practice in the near future in order to improve diagnosis, prognosis and therapeutic decisions in ischemic stroke.
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