Mientras se redacta este editorial, en julio de 2012, no deja de ser curioso pensar que (presumiblemente) se leerá en octubre, cuando aparezca el número 3 del año en curso de nuestra Revista, Para entonces, muchas cosas habrán cambiado sin duda en este lapso temporal. El periodo vacacional que acaba de llegar habrá finalizado y muchos de nosotros (esperemos que todos) habremos regresado ya a nuestro puesto de trabajo. Lo que se podría comentar entonces no tendrá la actualidad que cabría esperar. Es uno de los inconveniente que se asocian a una publicación trimestral.
Sin embargo, hay ciertos eventos que, por su significación, seguirán siendo remarcables aun después de estos meses de «desajuste» que no de «retardo». Y hoy (a día 11 de julio de 2012) me gustaría reseñar brevemente 2 noticias que han tenido lugar en estos últimos meses y que afectan más o menos de forma directa al colectivo de inmunólogos.
En primer lugar, aunque un poco tarde, desde nuestra Revista queremos rendir un sencillo pero sentido homenaje al profesor Miguel Sánchez Pérez, que falleció el pasado mes de febrero. Catedrático de Inmunología de la Universidad de Salamanca, Miguel Sánchez formó parte de la escuela de Microbiología del catedrático Julio Rodríguez Villanueva. Completó su carrera académica en Estados Unidos, y volvió para ocupar una plaza de catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, reclamado por su director de tesis, César Nombela. Posteriormente, a finales de los noventa, regresó a la Universidad de Salamanca como catedrático de Inmunología. Sus investigaciones actuales se centraban principalmente en la integridad celular, el ciclo mitótico, la morfogénesis de los hongos, la identificación de nuevas dianas para el desarrollo de agentes antifúngicos, y en la patogenicidad y respuesta inmunitaria frente a Candida albicans y Aspergillus fumigatus. Precisamente, entre sus aportaciones más destacables se incluye su participación en la secuenciación de Aspergillus. Habiendo estado muy vinculado al ámbito de la Microbiología, es de reseñar la nota que en su memoria han publicado nuestros compañeros de la Sociedad Española de Microbiología en su revista, a la que podéis acceder en el link indicado1.
La otra noticia a destacar es la reciente concesión de los premios Príncipe de Asturias a 2 eminentes inmunólogos «básicos» cuyas investigaciones han tenido un impacto relevante en la realidad terapéutica actual. Se trata del británico Gregory P. Winter (nacido en 1951) y el norteamericano Richard A. Lerner (nacido en Chicago en 1938), por sus trabajos en la utilización de los anticuerpos como herramientas terapéuticas. Concretamente, Winter ha sido uno de los bioquímicos más destacados en la innovación de técnicas de generación de anticuerpos terapéuticos monoclonales y uno de los pioneros en el desarrollo de técnicas para la humanización de estos anticuerpos. Por su parte, Lerner desarrolló sus investigaciones en el campo de los anticuerpos catalíticos, proporcionando un método de catalizar reacciones químicas que se consideraba imposible utilizando técnicas clásicas.
La concesión del Premio Príncipe de Asturias del año 2012, conjuntamente con la concesión del Premio Nobel de 2011 a 3 destacados inmunólogos (del que nos hicimos eco en el número 1 de este año en nuestra revista2), son quizá también un efímero y pequeño reconocimiento a la labor que miles de investigadores, muchos de ellos inmunólogos, desarrollan en sus laboratorios a pesar de las múltiples dificultades y problemas (desafortunadamente no solo científicos) que nos vemos obligados a superar. El impacto de estos premios es innegable pues, más allá del reconocimiento general a nuestra disciplina científica, posiciona la Inmunología ligada al premio Príncipe de Asturias y a estos científicos en más de 15.000 páginas de internet, con el impacto mediático que este hecho lleva asociado.
Como indicaba nuestro compañero Manel Juan en su editorial2 «Debemos pues felicitarnos, a la vez que agradecemos a Hoffmann, Beutler y Steiman y a la Fundación Nobel que con este premio en el año 2011 hacen público y notorio el lugar preeminente que tiene y se merece tener la inmunidad innata y por extensión la Inmunología». Ahora debemos asimismo alegrarnos de este premio otorgado por la fundación Príncipe de Asturias y esperar que aporte a los inmunólogos un poco de alegría «corporativa», y una cierta dosis de autoestima, esperanza, y confianza en el futuro.
Junto a la repercusión mediática de la concesión de estos premios de relevancia internacional, cabe también señalar el probable éxito que auguramos al congreso europeo de Inmunología de Glasglow. Los que desafortunadamente no hayamos podido asistir, esperamos que los asistentes se hagan eco del evento utilizando para ello las páginas de nuestra Revista en el próximo número del mes de diciembre.
Sin duda, 2011-2012 ha sido un bienio mediático para la Inmunología.