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Investigación Bibliotecológica: Archivonomía, Bibliotecología e Información
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Vol. 30. Núm. 68.
Páginas 199-201 (enero - abril 2016)
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CARRIÓN, JORGE, Librerías, Barcelona: Anagrama, 2013. 342 p. ISBN: 978-968-867-979-1 (Argumentos)
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Héctor Guillermo Alfaro López
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“Todas las librerías son brújulas: estudiarlas te brinda interpretaciones del mundo contemporáneo más afinadas que las facilitadas por otros iconos o espacios” (p. 1). Tales palabras de Jorge Carrión expresan con claridad meridiana el horizonte cognitivo desde el cual se despliega la trama de su texto Librerías. Al decir que el estudio de las librerías nos orienta en la comprensión del mundo contemporáneo, lo que implícitamente refiere es que su libro, más que hacer un recuento histórico al uso de las librerías, busca explicar cómo pueden ser enfocadas como un evento de conocimiento cultural: tanto de la poliédrica multiplicidad de las propias librerías como de los contextos en que surgen y se desenvuelven. Librerías son más que meros puntos de venta de libros; aunque de forma inmediata y superficial para la percepción popular son sólo tiendas donde se adquiere una mercancía con un carácter muy peculiar, muy diferente a cualquier otro tipo de mercancías, tienen una dimensión que las hace fundamentales para la cultura de las sociedades y, más aún, para el desenvolvimiento de la civilización. Son centros neurálgicos para un tipo de cultura específico como es la cultura escrita, la cual ocupa un amplio margen de tiempo y espacio en el vasto despliegue del proceso civilizatorio de la humanidad.

Las librerías son una de las instituciones sociales que permiten la circulación de la materia prima sobre o con la que se levanta la cultura escrita: la palabra escrita depositada en las páginas de los libros. Palabra escrita organizada discursivamente y que preserva la información, el conocimiento, los ideales, las aspiraciones y las pesadillas de los hombres y las sociedades. Pero también las librerías, cada una de ellas, tienen su historia concreta, particular, que las individualiza dándoles una identidad. Esa historia, esa identidad específica y diferencial de cada una de las librerías, sobre todo de algunas muy connotadas, es la que ha contribuido a configurar, apoyar o impulsar acontecimientos, tendencias, obras y autores tanto a nivel cultural como político y social. Cada librería es una historia particular, ya sea magnificente o discreta, que se entreteje con la historia de todas las librerías habidas y por haber a lo largo del devenir de la cultura escrita. Entre los extremos de lo particular y lo universal de la historia cultural de las librerías oscila el libro de Jorge Carrión.

El enfoque sobre el que se sustenta el texto Librerías, la oscilación entre el despliegue de la cultura escrita reflejada en el desenvolvimiento histórico de las librerías y la historia particular de algunas librerías emblemáticas, permite en especial a las ciencias de la información comprender un escorzo del complejo entramado de la circulación de la información y el conocimiento a través de la larga duración del proceso civilizatorio. Es de señalarse que cuando Jorge Carrión hace el recorrido a través de librerías afamadas a lo largo de todos los tiempos y continentes no lo hace con el mero ánimo enumerativo o descriptivo, como suele ocurrir con aquellas obras que sólo pretenden hacer mapas geográficos o históricos de las librerías y que pueden tener importancia práctica, pero limitada, porque no las enmarcan en una dimensión más amplia y compleja que muestre su fundamental importancia para la sustentación y el desarrollo de la cultura escrita.

Otro aspecto a resaltar es la generosa actitud del autor respecto a esta institución cultural: la pasión que siente y muestra por todas y cada una de ellas. Conforme las recorre esa pasión le permite adentrarse en su corazón, comprendiendo con ello la especificidad diferencial de cada una, de donde recala en la visión de que “Cada librería condensa el mundo” (p. 34). Con ello se refiere a que en las librerías preexiste el orden cartográfico de la cultura producida por incontables pueblos e individuos: en los anaqueles de una librería puede convivir cercanamente Homero con Shakespeare y Borges, autores universales que encarnan el espíritu y la manera de ser de sus correspondientes pueblos. Situación que, como observa el autor, semeja las librerías con las bibliotecas, pero a la vez las diferencia. Tema de fronteras y relaciones que de manera inmejorable y breve expresa Jorge Carrión:

La Librería es ligera; la Biblioteca es pesada. La levedad del presente continuo se contrapone al peso de la tradición. No hay nada más ajeno a la idea de Librería que la de patrimonio. Mientras que la Biblioteca acumula, atesora, a lo sumo presta temporalmente la mercancía –que deja de serlo o congela su valor–, el Librero adquiere para liberarse de lo adquirido, compra-vende, pone en circulación. Lo suyo es el tráfico, el pasaje. La Biblioteca está siempre un paso atrás: mirando hacia el pasado. La Librería, en cambio, está atada al nervio del presente, sufre con él, pero también se excita con su adicción a los cambios. Si la Historia asegura la continuidad de la Biblioteca, el futuro amenaza constantemente la existencia de la Librería. La Biblioteca es sólida, monumental, está atada al poder, a los gobiernos municipales, a los Estados y sus ejércitos […] La Librería, en cambio, es líquida, temporal, dura lo que su capacidad para mantener con mínimos cambios una idea en el tiempo. La biblioteca es estabilidad. La Librería distribuye, la Biblioteca conserva. (pp. 53-54)

A estas palabras cabría agregar el sentido de la continuidad entre librerías y biblioteca. Entre ellas no sólo hay diferencias sino también vasos comunicantes que les permiten establecer relaciones necesarias de las que se retroalimentan unas y otras. Continuidad que, sin embargo, está signada por un hiato producto de la naturaleza de la librería y la biblioteca y que, como apunta Carrión, marca sus caminos: una es temporal y otra estable; en otros términos, la biblioteca se asienta en la fortaleza de la historia, el pasado le brinda solidez y lustre, mientras que la librería está a la intemperie, expuesta a los cambiantes vendavales del futuro, el cual se presenta con envidiable frecuencia bajo el terno de la modernidad consumista o de la utopía tecnológica. Así, el libro de Carrión cierra sus capítulos contemplando el posible destino futuro de las librerías: nos refiere casos de cómo en las que fueron sedes de tradicionales y famosas librerías se asientan ahora locales de empresas comerciales, incluso multinacionales como McDonald's, hamburguesas a cambio de libros. También nos muestra cómo un libro inédito ha cobrado cada vez más espacio en las librerías: el libro electrónico; con él la avalancha de las nuevas tecnologías anuncian cambios en la ancestral concepción del libro y las librerías. Con esta nota futurista queda completado el periplo de Carrión en torno al fabuloso universo de las librerías.

La pasión de Carrión por las librerías, pasión compartida por innúmeras personas, nos brinda la imagen de una institución perenne que sobrevivirá a cualquier cambio porque, en última instancia, se nutre de los sueños e ideales más altos de la humanidad.

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