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Vol. 2. Núm. 5.
Páginas 70-72 (enero - marzo 2013)
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Estimado Editor de la Revista Investigación en Educación Médica,

Por medio de la presente nos permitimos comentar acerca del artículo: “Educación médica basada en evidencias: ¿Ser o no ser?”, publicado en el número 2 de la Revista [Inv Ed Med 2012;1 (2):82-89].

En nuestro punto de vista, un plan de estudios por competencias sí puede ser de gran utilidad para que los alumnos tengan una mejor preparación en la carrera de medicina, aunque existen algunas oportunidades de mejora para la aplicación completa y correcta del programa. Es importante que se defina claramente el concepto de “competencias”, como las acciones y la preparación (habilidades y actitudes), que el alumno debe desarrollar para lograr su perfil de egreso, y no como un término relacionado con un concurso por ser el mejor.

Si bien es cierto que las prácticas educativas están basadas principalmente en la experiencia, y que toman poco de las publicaciones científicas educativas más actuales, como postula la necesidad de implementar la Educación Médica Basada en Evidencia (EMBE) en el citado artículo, retomamos su pregunta: “¿Ser o no ser?”. La EMBE se define como: “La implementación, por profesores en su práctica, de métodos y aproximaciones a la educación basados en la mejor evidencia disponible” (subrayado nuestro). ¿Qué acaso la mejor evidencia disponible no está relacionada con la mejor experiencia reportada, y en lo que mejor ha dado resultados? De lo anterior, la experiencia y tradición deberían tener algún peso, ya que en nuestra opinión la implementación de éstas, es un área de oportunidad. De la experiencia parte la investigación en educación médica, y por lo tanto, la evidencia publicada y la práctica de la EMBE.

Retomamos el elemento de “profesores en su práctica”, ya que ¿cuál debe ser el rol de estos personajes en la EMBE?, ¿sólo aplicar en su práctica diaria aquella evidencia disponible en la educación médica (no muy numerosa)?, ¿por qué no imaginarnos que los profesores pudieran participar en la investigación médica, publicando y sometiendo a juicio de los demás, lo que a ellos les da mejores resultados?, por supuesto siguiendo siempre la metodología e instrumentos adecuados. Lo anterior debería ser tan cierto como lo que ocurre en la medicina basada en la evidencia (MBE). Creemos que no se deben desestimar las actitudes académicas de un investigador de las ciencias básicas en la enseñanza de la medicina, si este profesor en la práctica no forma parte del equipo o es pocas veces consultado por aquellos pedagogos, psicólogos y médicos especialistas del área. Nosotros esperaríamos lo contrario, ya que las instancias que generan la investigación en educación médica en la universidad, deberían incorporar profesores de las distintas disciplinas de la medicina.

Por último, el documento deja claro las diferencias entre la MBE y la EMBE, y reconoce las áreas de oportunidad de esta última.

Atentamente,

Mauricio Ostrosky-Frid

Noé Peréz-Carrillo

Alumnos de año de la carrera de médico cirujano, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México.

Estimados Mauricio Ostrosky y Noé Pérez,

Gracias por su misiva, les agradezco su interés en el artículo mencionado. Es muy importante que los principales actores del proceso educativo, en este caso Ustedes los estudiantes, externen sus opiniones e inquietudes sobre la educación en ciencias de la salud. Al final del día, Ustedes son la razón de ser de las escuelas de medicina y los receptores de las actividades de enseñanza de los hospitales e instituciones educativas. Efectivamente, la palabra “competencia” es polisémica, tiene gran variedad de significados y en el caso de su significado en “educación basada en competencias”, no tiene nada que ver con el aspecto de competitividad o concurso que muchas veces le asignamos en el lenguaje cotidiano (aunque desafortunadamente a veces la carrera de medicina se puede percibir como eso, ¡una carrera a ver quiénes llegan en los primeros lugares!).

De acuerdo en que el caudal de experiencia que tienen los profesores, debe utilizarse de manera eficaz en el proceso de aprendizaje, y ser el semillero de los trabajos de investigación en educación médica. Desafortunadamente, en ocasiones la actitud de algunos profesores sobre sus métodos de enseñanza y evaluación pueden estar desalineados con las “mejores prácticas” nacionales o internacionales, fundamentadas en trabajos de investigación sólidos. De la misma manera que en la práctica médica, es indispensable que la investigación científica sea incorporada en el análisis y solución de los problemas médicos, para informar las decisiones a tomar por el médico y el paciente, es deseable que los profesores y autoridades de instituciones de salud y educativas, utilicen el conocimiento original generado por los grupos que investigan el proceso educativo en todo el mundo. Los estudiantes tienen tanto derecho como los pacientes a recibir la mejor atención posible, de acuerdo a las condiciones y recursos locales.

La investigación en educación en ciencias de la salud en la actualidad ha incorporado a todas las disciplinas que convergen en las escuelas de medicina y hospitales, incluso abriendo el abanico de destrezas para incluir antropólogos, sociólogos, entre muchos otros. Los profesores de ciencias básicas (y los de clínicas) están participando cada vez más, en la generación de conocimiento original en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es nuestra obligación hacerlo de la manera más efectiva posible, siguiendo la metodología científica de las disciplinas que conforman las ciencias de la educación.

Dr. Melchor Sánchez-Mendiola

Editor

Facultad de Medicina, UNAM.

Estimado Editor de la Revista Investigación en Educación Médica,

Primero que nada, permítame enviar una sincera felicitación a la Facultad de Medicina de la UNAM y al Comité Editorial de la Revista, por hacer posible que se difunda tan interesante publicación periódica, ya que es sumamente importante y útil contar con un medio cercano que divulgue las innovaciones en investigación en educación médica, que además de ser un aliciente para que realicemos investigación, es una excelente herramienta para los profesionales dedicados a la educación, no sólo en el ámbito médico.

En particular en el número 3, me resulta sumamente atinado el planteamiento en torno a la tarea de investigación como una labor que pareciera interminable, haciendo un símil con la tarea de Sisifo, en la que en ocasiones no sabemos qué camino seguir; esto se vincula con la reflexión que presenta en el número 2, citando la Ley de Murphy y sus corolarios donde señala que “nada es tan fácil como parece, todo lleva más tiempo del que se espera”. Son planteamientos que me llevan a reflexionar, cayendo en la cuenta de que a lo largo de mi labor en investigación, alguna que otra vez me he encontrado con esa sensación de avanzar sin resultados, queriendo abandonar todo, hasta que diviso una luz en ese oscuro túnel. Esta Revista ha sido un estímulo para no desertar del reto de investigar, siendo que número a número se nos invita a incursionar en el terreno -que pareciera escabroso- de la investigación, presentándonos información clara y concisa de cómo hacerlo.

Por otro lado, los profesores como protagonistas del proceso enseñanza aprendizaje, necesitamos valernos de diversos recursos para acercar el conocimiento a los estudiantes; en el número 3 de la Revista, se presentan pautas que nos permiten como profesores ver más allá del sólo dominio de la temática, se nos invita a considerar en nuestra práctica aspectos como la organización del tiempo de los estudiantes, su conocimiento en computación y recursos virtuales como el blog, que parecieran poco importantes, pero que sin duda influyen en su desempeño y motivación. En este sentido, y partiendo del supuesto de que el profesor es el experto, sería interesante hacer un estudio en el que se reflejara la organización del tiempo con las actividades de docencia y su eficacia en esta labor, así como identificar el grado de conocimientos y habilidades de los profesores en el manejo de las computadoras.

Reciba un cordial saludo,

Lic. Verónica Luna de la Luz

Profesor de Informática Biomédica, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., México.

Estimada Lic. Luna,

Mil gracias por sus gratos y estimulantes comentarios, es desde luego uno de los objetivos de la Revista, que los documentos en ella incluidos sean de utilidad práctica para los profesores. Por otra parte, es muy interesante que los artículos de la Revista inspiren preguntas de investigación en su contexto local. Por favor siga adelante con la inquietud de buscar conocimiento original de manera rigurosa, para continuar en el camino del desarrollo profesional continuo en educación, tarea indispensable para ser un mejor docente.

Dr. Melchor Sánchez-Mendiola

Editor

Facultad de Medicina, UNAM.

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