Muchas gracias por su carta y el interés en el material publicado en la revista. Leí de nuevo la editorial (con esa sensación extraña que produce el leer algo que uno escribió hace tiempo, y el inevitable pensamiento de «pude haberlo escrito mejor»), centrando mi atención en los párrafos que menciona. Creo entender la confusión que genera la cadena argumentativa de las ideas que intenté transmitir, ya que al usar una frase aparentemente dogmática y contundente: «La dicotomía artificial entre lo “científico” y lo “emocional” no tiene sentido», de manera no intencional da la impresión que separo lo científico de lo emocional. Una disculpa por la mejorable redacción, sugiero ver la frase en el contexto de los párrafos que la anteceden y la siguen: mi intención era enfatizar que tendemos a separar lo «científico» de lo «afectivo» (no hay más que leer el estilo impersonal de la mayoría de los artículos originales publicados en la literatura biomédica, centrados en datos y cifras, escritos en tercera persona, llenos de lenguaje pasivo), y que esa separación es artificial porque en la naturaleza, los fenómenos biológicos ocurren necesariamente en un contexto social e interpersonal, que obligadamente va ligado con los aspectos emocionales intrínsecos a nuestra naturaleza humana. El calificativo de artificial fue solo porque somos nosotros, los seres humanos, los que creamos definiciones, clasificaciones, divisiones, en fenómenos integrativos que no necesariamente tienen separaciones naturales, como mecanismo de protección para simplificar la realidad y hacerla entendible y manejable.
Atentamente,
La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.