El internado médico es indispensable para integrar y consolidar los conocimientos que se adquirieron durante los ciclos previos. Durante el mismo se tiene la oportunidad de estar en contacto permanente, lo que permite detectar riesgos, aplicar medidas preventivas, de diagnóstico, tratamiento y rehabilitación en los principales problemas de salud con sentido ético y humanista.
Si bien existen sustanciales diferencias entre las sedes hospitalarias que ofrecen plazas de internado, en cuanto a su lugar de emplazamiento, su duración, papel de la investigación en la formación del estudiante y de la práctica comunitaria, entre otros aspectos1, el estudiante de pregrado no tiene forma oficial alguna de acceder a dicha información. Por lo general esta se transmite de persona a persona, por internos ya egresados, o por recomendaciones de docentes que laboran en alguno de ellos.
Algunos estudios, como el de López y López mostraron actitudes de insatisfacción ante la enseñanza programada y ante los responsables del desarrollo del internado, señalándose como problemas relevantes la falta de organización y la falta de interés por la enseñanza1. Otros como el de Estigarribia et al., mencionan que las expectativas personales de los internos no eran las esperadas. Las 2 razones más importantes fueron: la compensación económica y la seguridad que les da su ejercicio profesional en un área médica determinada2.
Por otro lado, la elección de la sede debe considerar las medidas institucionales que custodien la salud ocupacional del interno, así se evitarían situaciones lamentables como las ocurridas en el brote de peste neumónica en La Libertad-Perú en 2010, que comprometió la salud de 5 personas en el recinto hospitalario y el fallecimiento de un estudiante de 4.° año de medicina. Cada sede debe procurar asegurar la capacitación oportuna en bioseguridad, así mismo, la entrega de materiales de protección personal en sus prácticas3.
Por lo tanto, resulta de suma importancia la necesidad de desarrollar un sistema de información institucional, apoyada por las instituciones universitarias y los organismos reguladores (Colegios Profesionales, Superintendencia de Educación Superior), que pueda brindar información adecuada sobre las fortalezas y debilidades de cada plaza, para una buena elección en función de los medios de verificación y reportes validados por médicos que concluyeron recientemente su internado usando instrumentos estandarizados. Asimismo, debe ser obligatorio brindar programas de capacitación y educación continua sobre bioseguridad a los internos, con el fin de disminuir el riesgo al que se exponen durante las prácticas hospitalarias.
La revisión por pares es responsabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.