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Inicio Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía El trabajo de campo bajo techo. Comentarios al trabajo de Gustavo Garza
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Vol. 2013. Núm. 82.
Páginas 138-139 (diciembre 2013)
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El trabajo de campo bajo techo. Comentarios al trabajo de Gustavo Garza
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Virginie Tiébaut
Centro de Estudios en Geografía Humana, El Colegio de Michoacán
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Incluir la consulta de archivos –“el trabajo de campo bajo techo” tal como lo define el autor, me parece una iniciativa muy interesante y totalmente adecuada. Como el trabajo de campo, la consulta de archivo permite la obtención de datos novedosos y únicos: a partir de los documentos consultados, de los datos seleccionados en ellos, del enfoque con el cual se tratan, el investigador obtiene una información original, que le permite confrontar o modificar su hipótesis de investigación.

Gustavo Garza Merodio es de los pocos geógrafos de México que busca en los archivos –terreno reservado casi exclusivamente a los historiado-res– la materia prima para sus investigaciones. Su experiencia es variada y muy completa, ya que ha consultado archivos históricos de distinta índole, en ciudades de casi toda la República Mexicana. El relato de sus experiencias nos enseña la diversidad que existe tanto en los acervos como en las condiciones de consulta. Como lo resalta el autor, no existe en México ninguna homogeneidad, ni en la organización de los archivos históricos, ni en su clasificación interna. Una experiencia reciente nos enseñó por ejemplo que si las hijuelas –documentos que aportan información sobre la desamortización de los bienes de las comunidades indígenas– están concentradas y de fácil acceso en el Archivo General e Histórico del Poder Ejecutivo de Michoacán en Morelia, se deben rastrear a nivel municipal en el estado de Veracruz, donde no se ha realizado un trabajo de compilación y ordenamiento de ese tipo de fuentes.

Efectuar un trabajo de investigación con base en archivos históricos significa entonces una aventura distinta en cada lugar. El hecho de ubicar los documentos de interés para la investigación es el primer reto. A la lectura del texto de Gustavo Garza, se nos ocurrieron varias preguntas relacionadas con esta búsqueda. ¿Cuál es el procedimiento que debe seguir un investigador interesado en un tema específico para ubicar los documentos que le pueden ser de utilidad? A partir de un tema tan amplio como el de los cambios climáticos ¿cómo se puede localizar, en primer lugar, el archivo histórico –eclesiástico o civil– que tendrá esta información? y en segundo lugar ¿cómo seleccionar las fuentes a consultar, ante la mar de documentos existentes? Como en las guías de acervos no aparece ningún tema definido como “climático”, ¿cuáles son los temas relacionados que el investigador –con el apoyo del encargado del archivo, conocedor de su acervo– elige para su consulta? ¿Los documentos relacionados con el clima pueden encontrarse agrupados bajo un mismo título temático? ¿Es posible encontrar documentos aislados que abordan también este tema de manera fortuita? ¿Todos los documentos consultados aportan datos o hay que revisar una cantidad considerable de legajos para encontrar, en algunos, la información específica que se busca?

Además de las dificultades que representan las condiciones climáticas y la falta de normatividad para la consulta de los archivos, suponemos que el investigador se enfrenta también con los numerosos problemas que resultan de los efectos de la mala conservación y de las condiciones inherentes a este tipo de documentos. Las letras pueden estar más o menos legibles en función de la época pero también del autor; el material puede encontrarse deteriorado y el investigador debe trabajar en este caso con el papel desgarrado, palabras borradas, partes dañadas e ilegibles; en los documentos más antiguos o con papel muy fino se pueden sobreponer dos tipos de letras, creando así un documento tipo palimpsesto, entre otros problemas. Todos estos obstáculos explican por qué la consulta de archivos es un trabajo arduo y lento. Solamente la experiencia y la práctica permiten deletrear los legajos con facilidad, y extraer la información esencial y de interés de un documento largo, en el cual a veces se repiten los mismos datos. La consulta de archivos, como el trabajo de campo, pide paciencia y experiencia; el investigador debe pasar por una larga etapa de acercamiento y aprendizaje, antes de “estar en su elemento”, como Gustavo Garza, que lleva diecisiete años practicándola.

Finalmente, nos gustaría saber si el autor coincide con la historiadora francesa Arlette Farge (1991) que escribió el libro La atracción del archivo, en el cual describe detalladamente la emoción que le provoca, a ella y a otros historiadores, la consulta de archivos. Esta emoción se explica por el hecho de que los documentos consultados –creados muchas veces con un fin utilitario, jurídico o fiscal– dan testimonios sobre situaciones y personas anónimas y permiten establecer un contacto directo con el pasado. El “efecto de realidad” que provoca la consulta de archivos permite comparar ese método de investigación con un camino que nos traslada adentro de la Historia, un tipo de máquina para remontar el tiempo. ¿El acercamiento directo a los territorios y paisajes del pasado que proporciona la información hallada en los archivos le puede proporcionar al geógrafo igual atracción y emoción?

[Farge, 1991]
A. Farge.
La atracción del archivo, Institucio Alfons El Magnanim, (1991),
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