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Vol. 2013. Núm. 82.
Páginas 140-142 (diciembre 2013)
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Nicolás Rabboni
Agencia Córdoba Cultura S. E. Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad Nacional de Córdoba
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Graciela Silvestri es una reconocida docente de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas. Formada inicialmente como arquitecta ha desarrollado importantes trabajos históricos, disciplina en la que realizó su doctorado. Su obra incluye El color del río. Historia cultural del paisaje del Riachuelo (2003), además de trabajos junto a Fernando Aliata como El paisaje en el arte y las ciencias humanas (1994), y El paisaje como cifra de armonía (2001).

Este trabajo de Silvestri se puede enmarcar entre aquéllos que se preguntan por la construcción de la “nación argentina” desde diferentes perspectivas disciplinarias y que analizan distintos acervos documentales. Estos trabajos tienen la particularidad de interrogarse sobre cómo se fue dando el proceso mediante el cual se construyen las principales ideas de lo que representa la “argentinidad” y sobre cómo la misma se constituyó en “un lugar común”. Algunos de los trabajos más emblemáticos de estas líneas de investigación pueden encontrarse en las compilaciones de Luis Alberto Romero: La Argentina en la escuela: La idea de Nación en los textos escolares (2004) y Hernán Otero: El mosaico argentino. Modelos y representaciones del espacio y la población, 1850-1991 (2004), entre otros.

En El lugar común. Una historia de las figuras de paisaje en el Río de la Plata la autora se interroga sobre las formas en que se va a ir construyendo la “identidad” de la nación argentina a partir de aquellas imágenes que representan el territorio físico que se asume como propio (p. 17). Si bien en el trabajo las imágenes adquieren suma importancia, las mismas no son aisladas de la trama discursiva en la cual obtienen sentido. La autora centrará su mirada en las figuras1 asociadas a la naturaleza, y a historizar la manera en que las mismas se articulaban o eran síntomas de una dimensión sensible. Figuras que, por otra parte, se condicen con la idea muy arraigada en Argentina de ser el país “de todos los paisajes y todos los climas” y que (hasta el momento) no ha sido puesta suficientemente en duda por la historiografía y la geografía oficial (pp. 20-22).

De esta manera, Silvestri se propone desarmar aquellos lugares comunes –tanto como representaciones y como espacio físico compartido– en su radical historicidad, en los cuales reconoce una fuerza pragmática cuyos efectos atraviesan sectores y clases sociales. Puesto que “común significa lo que no siendo privativo de ninguno pertenece a todos” (p. 24).

Las representaciones que analiza a lo largo del libro son de diversa índole: mapas, diferentes iconografías paisajísticas, itinerarios, maquetas militares, reconstrucciones paleontológicas, proyectos arquitectónicos, postales turísticas. Pero, además, partiendo de la premisa que la cultura rioplatense fue una cultura textual dado el lugar hegemónico que ocupó el discurso escrito por sobre la producción iconográfica, “limitada alfabetización visual de productores y público, acorde con los límites técnicos y científicos de una cultura tradicionalmente humanista, es decir, letrada” (p. 25, subrayado de la autora) el libro contará con un análisis pormenorizado de numerosas fuentes escritas, tanto nacionales2 como aquéllas producidas por viajeros o científicos de otras procedencias.

El texto se estructura a partir de tres figuras retóricas que le permiten a la autora ilustrar distintas conformaciones de la sensibilidad y le posibilitan organizar las transformaciones que se producen en los diversos registros materiales y simbólicos. Estas figuras retóricas que dan cuerpo a cada una de las tres partes que conforman este libro: lo bello, lo pintoresco y lo sublime.

En la primera parte del libro, “La belleza natural”, Silvestri se centra en la iconografía rioplatense desarrollada desde fines del siglo xviii hasta fines del xix, poniendo en relación los mismos con el desarrollo de las ciencias y las técnicas.

A través de las estampas del marino inglés Emeric Essex Vidal, “quien establece el canon gráfico que se repetirá una y otra vez para ilustrar las pampas y su ciudad, Buenos Aires” (p. 71) y del italiano Ferdinando Brambilla, miembro de la expedición de Alessandro Malaspina; de las vistas de Buenos Aires del ingeniero francés Carlos Pellegrini; de los dibujos de Johann Moritz Rugendas y las experiencias de Alexander von Humboldt; Silvestri nos propone una articulación entre las destrezas técnicas y las artes bellas donde los medios técnicos de representación cartográfica irán adquiriendo un lugar destacado sin que su neutralidad sea discutida. De esta manera, el material cartográfico aportado por Woodbine Parish, analizado tanto técnica como estéticamente por la autora, será de vital importancia en tiempos que los ingenieros van adquiriendo relevancia “científca” y se comienza a conformar un catastro. A su vez, el trabajo se ve enriquecido con el análisis de la producción de conocimientos asociada al avance de la línea de frontera hacia el sur del país con la conquista de territorios habitados hasta el momento por poblaciones indígenas, como así también del conficto armado con el Paraguay en el marco de la inserción de los ingenieros en el cuerpo del ejército y la proyección territorial resultante: la línea recta.

En la segunda parte, “La oscilación de la sensibilidad”, la autora centra su mirada en lo pintoresco, en tanto fragmentario, móvil, rústico, colorido “cuya inspiración en lo natural se articulaba con la facilidad de fruición de sus amables productos” (p. 143). Se encuadra en el momento de las grandes transformaciones que se llevan adelante en la pampa, transformaciones asociadas a la producción agrícola, la división de la tierra para asegurar la propiedad privada, las inversiones en tecnología agropecuaria en las grandes propiedades, principalmente en aquéllas con aportes de capital inglés que se analizan en el texto.

El recorrido por este capítulo nos adentra en la obra de Sarmiento y en las reformas llevadas adelante en pos del progreso siguiendo el modelo anglosajón que el escritor tanto admiraba. En este sentido lo pintoresco sirve a los fines del proyecto democrático que se comienza a consolidar. Es el avance de la civilización y el progreso sobre la naturaleza que se evidencia en los parques públicos y tienden a vulgarizar para el crecimiento en armonía social.

La pampa deja de esta manera de ser representada como vacío, como horizonte sin fin. Ahora se ha vuelto pujante, con jardines, con innovaciones tecnológicas, con casas de reconocidos arquitectos, con sus grandes galpones.

Silvestri se adentra en el análisis del pasatiempo de la colección postal tan difundido hacia fines del siglo xix y en las dos primeras décadas del siglo xx asociado al auge de la fotografía y las nuevas técnicas de impresión masivas. Las mismas sirven para que comiencen a expandirse ciertas imágenes asociadas al paisaje (tanto nacionales como de otras latitudes), y a la práctica del viaje en tanto reconocimiento del territorio para ser representado hacia un público más numeroso. Práctica que hacia la década del veinte irá cayendo en desuso al compás del surgimiento de la figuración abstracta.

Por último, en “El destino de la patria”, Graciela Silvestri indaga sobre la maduración que se produce en la primera mitad del siglo xx de la noción de lo sublime de aquella pampa que halla su fuente de definición y su destino en esa gran dimensión natural, en su paisaje. Se trata de un sublime centrado en los tópicos de lo extensivo y sereno, que además debía articularse con el cometido de representar a una nación.

Es la pampa modernista la que trabaja en este apartado con una nueva temporalidad asociada a la geología y la paleontología relacionadas a la construcción de un pasado remoto, momento apto para analizar los trabajos de Ricardo Güiraldes, Leopoldo Lugones, Florentino Ameghino y la existencia de ese hombre americano que le confiere a la pampa una importancia “retrocediendo hacia los míticos orígenes” (p. 253).

Es el apartado en que se asocia la pampa con su emblemática ciudad, Buenos Aires, donde la autora despliega todos sus conocimientos de arquitectura, artes y letras para analizar las representaciones y tensiones que se producen en una creciente y cambiante metrópoli que “debe permanecer fiel al destino indicado en su origen”, donde cobra relevancia la recuperación colonial en el estilo arquitectónico.

La geografía comienza a jugar un rol determinante en este periodo3 en el cual los geógrafos intentarán definir sus competencias a partir de distintas operaciones entre las que se cuenta el reemplazo del concepto de paisaje por el de región socio-natural muy difundido a partir de los aportes de Vidal de la Blache. Rol que es de carácter político-patriótico ya sea en su forma pedagógica, diplomática o militar.

Además es interesante remarcar como en este periodo se van a exceder los límites físicos de la pampa para representar las características sublimes de la naturaleza y el destino de la nación argentina. Así se incluyen como figuras de la patria dos paisajes naturales sublimes por excelencia como son las Cataratas del Iguazú y los paisajes andinos del sur resumidos en el área del Lago Nahuel Huapi. Paisajes sublimes y limítrofes, donde el Estado todavía no se ha desplegado de una forma definitiva y que, a la vez, comienza a construir los mismos como destinos turísticos. Estos nuevos destinos turísticos van a ser asociados al placer contemplativo en un momento en que la práctica turística, tal como venía siendo ejercida en torno a la sociabilidad del Gran Hotel entra en crisis. En una sociedad que está siendo atravesada por cambios que posibilitan paulatinamente el acceso a los antiguos destinos turísticos a cada vez más sectores sociales y se hace imperioso construir nuevos destinos para las elites nacionales.

Por todo lo expuesto, el trabajo de Graciela Silvestri posee un gran valor ya que se construye en el diálogo entre diferentes disciplinas: historia, geografía, arquitectura, ingeniería y artes. En el extenso entramado de sus páginas se va percibiendo el profundo conocimiento de la autora de la temática abordada y nos permite dilucidar y poner en cuestión esas ideas tan arraigadas, comunes a la hora de pensar las figuras del Río de la Plata. También sirve como punto de partida para pensar estas temáticas en relación con otros espacios del país, desde los cuales también se estaban produciendo figuras del país, y que su estudio no contradiga los presupuestos trabajados en el presente libro, puesto que se comparten visiones sobre el Río de la Plata y de un modo extensivo sobre “la pampa”, lo que implicaría establecer un interesante diálogo.

Referencias
[Aliata and Silvestri, 1994]
Aliata F., G. Silvestri.
El paisaje en el arte y las ciencias humanas, Centro Editor de América Latina, (1994),
[Aliata and Silvestri, 2001]
Aliata F., G. Silvestri.
El paisaje como cifra de armonía, Ediciones Nueva Visión, (2001),
[Barrionuevo and Cecchetto, 2012]
Barrionuevo L., G. Cecchetto.
La carrera de Ingeniero Geógrafo en la Universidad Nacional de Córdoba en el marco del proyecto territorial estatal. Planes de estudio y tensiones en torno a las competencias profesionales.
La institucionalización de la Geografía en Córdoba. Contextos, instituciones, sujetos, prácticas y discursos (1878 – 1984), pp. 113-134
[Otero, 2004]
El mosaico argentino. Modelos y representaciones del espacio y la población, 1850-1991,
[Romero, 2004]
La Argentina en la escuela: la idea de Nación en los textos escolares,
[Silvestri, 2003]
Silvestri G..
El color del río. Historia cultural del paisaje del Riachuelo, Prometeo Editorial, (2003),

Figura en tanto apariencia de las cosas, configuración externa, ir más allá de la representación. Esa opción etimo lógica le permite además derivar hacia el discurso lingüístico (p. 18).

El Facundo de Domingo Sarmiento (1845) tal vez sea el máximo exponente de esta tradición literaria. Pero Silvestri también trabaja relato de viajeros, las primeras obras de geografías nacionales, diferentes trabajos científicos, revistas como Sur de Victoria Ocampo y Caras y Caretas, hasta correspondencia privada.

Durante el cual ya viene transitando un proceso de institucionalización desde comienzos del siglo xx en la Universidad de La Plata como bien señala la autora, pero que nuevas investigaciones sitúan ya hacia fines del siglo xix en la Universidad Nacional de Córdoba. Véase:Barrionuevo y Cecchetto (2012).

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