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Vol. 2015. Núm. 87.
Páginas 158-160 (agosto 2015)
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Sara Barrasa García
Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, Universidad Nacional Autónoma de México
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Este libro es el resultado de un coloquio sobre paisaje y territorio celebrado en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa celebrado en 2011, que recopila las presentaciones realizadas en el mismo y algunos trabajos complementarios. Por lo mismo, encontramos al menos 14 diferentes definiciones y enfoques al hablar de paisaje, presentados por 18 autores de nueve instituciones. Esencialmente participan geógrafos (la mayoría humanos) junto a antropólogos, sociólogos y arquitectos. Mexicanos y españoles, principalmente, iberoamericanos todos. Está conformado por cuatro bloques; en el primero, el más conceptual, tres geógrafos, desde las tres grandes líneas de la geografía (humana, regional, física), nos presentan su manera de entender y analizar el paisaje. En el segundo y el tercero se plantean otras miradas al paisaje, desde la literatura, el arte, los paisajes performativos, los paisajes extremos, los paisajes de la vulnerabilidad, el paisaje en la antigua China. Y para terminar, en el cuarto bloque, cinco estudios de caso y propuestas metodológicas diversas, desarrollados por geógrafos, arquitectos y sociólogos, en la región centro y centro occidente de México.

Como texto de geografía y de paisaje, este es un libro de viajes. Por un lado, nos permite un viaje a través del concepto de paisaje, de las disciplinas de estudio, de las ciencias y las artes, de los principales autores, desde la perspectiva de geógrafos de distintas instituciones del ámbito iberoamericano. Podemos encontrar al menos una definición diferente en cada uno de los capítulos. Es un viaje a través de la polisemia del concepto, y de las escuelas y enfoques que se trabajan desde las ciencias sociales, básicamente.

Y también es un viaje en el espacio, recorriendo paisajes y territorios. Desde China a Europa y de aquí a América, recorriendo varios continentes y algunos países. Iniciamos el recorrido en España, con los paisajes de La Huerta de Murcia, que utiliza Rafael Mata para ejemplificar la metodología aplicada en la generación del Atlas de los Paisajes de España. Otro ejemplo en una escala más local es el Plan Especial para la defensa del Paisaje del Conjunto Patrimonial de los Molinos del Campo de Criptana, en la provincia de Ciudad Real, donde se encuentran los molinos que inspiraron a Cervantes para las aventuras de Don Quijote de la Mancha. Cruzamos a la isla de Menorca en el Mediterráneo en donde se integró el paisaje en los instrumentos de Ordenación Territorial y Urbanística y en el Plan Territorial Insular. El autor nos lleva también al Reino Unido y a Francia, al revisar los ejemplos de atlas regionales y departamentales en los que se han utilizado metodologías que integran el paisaje. Igualmente Nicolás Ortega nos hace recorrer Francia e Inglaterra, con las ilustraciones y descripciones de Paul Vidal de la Blache, y de escritores (Rousseau, Saint Pierre) y pintores (Turner, Constable), recorre Los Alpes con De Martonne, para finalmente cruzar a América, con Élisée Reclus que nos describe los paisajes de Colombia en su Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta. Con los viajes de Humboldt, que haciendo escala en las Islas Canarias llega al continente americano, y nos describe en sus cuadros de la naturaleza las cataratas de Maipures en el Orinoco, el Amazonas, la cordillera de Los Andes, donde narra y dibuja cascadas, pasos naturales, grandes volcanes. De la mano de Perla Zusman llegamos a la pampa argentina, y se nos cruza en el camino otra vez Humboldt, dado que condenó este paisaje que no consideraba digno de ser representado; recorremos la pampa con indios, malones y gauchos y sus vínculos con este extenso territorio, hasta llegar a los paisajes contemporáneos de los clubes de polo y los countries, donde las élites están conformando una nueva ruralidad. Cruzamos Los Andes hacia la región del Bío Bío en Chile, asolada en 2010 por el terremoto y posterior tsunami, con graves consecuencias (pérdida de más de 500 vidas, y dos millones de damnificados) consecuencias a nivel social y urbanístico en la zona, recorriendo paisajes naturales, simbólicos y de la vulnerabilidad.

Del sur de América viajamos hacia el norte, y llegamos a México, donde se desarrollan varios de los trabajos presentados en este libro, desde el Golfo de México al oeste del país, siempre en la franja central, empezando por Veracruz para conocer el fuerte de San Juan de Ulúa, actualmente rodeado de contenedores, astilleros y grúas que envilecen este paisaje patrimonio cultural; seguimos hacia el centro, y pasamos por la actual Ciudad de México, antes Tenochtitlán, soporte de la identidad mexicana, descrita en crónicas de conquistadores, en los relatos de informadores y en los antiguos códices, hoy convertida en una plaza dura sin rastro de aquella fisionomía donde la vegetación era un componente esencial (en palabras de los autores, Alcántara y Acebes); también reconocemos los paisajes del Valle de México, en las pinturas de artistas paisajistas, con Landesio y Velasco como sus máximos exponentes. La actual Colonia Bosque Belén de las Flores en el poniente de la ciudad, se nos presenta a través de las sucesivas transformaciones sufridas, y de las percepciones de la incertidumbre y el arraigo de sus pobladores; transformaciones que inician desde la colonia, cuando los nuevos modos de producción provenientes del viejo mundo, transforman la relación de la población indígena con la naturaleza, los modos de vida y los territorios, adquiriendo una nueva fisionomía social y económica. En la actualidad, el aumento de la población y la reducción del espacio para viviendas ha configurado una aglomeración que genera condiciones sociales en permanente tensión. Esta colonia surge a partir del pueblo-hospital de Santa Fe, fundado por Vasco de Quiroga. La presencia del Tata Vasco, también la encontramos en Michoacán, en el actual ex convento de Tzintzuntzan situado en la cuenca del lago Pátzcuaro, donde se desarrolló un proyecto de restauración tanto del conjunto conventual como de los espacios ajardinados y el atrio con especial énfasis en los olivos centenarios, que supuestamente fueron plantadas por orden de Vasco de Quiroga. Si seguimos nuestro viaje hacia el poniente, llegamos a Jalisco, donde encontramos, por una parte, el paisaje agavero declarado patrimonio de la humanidad como paisaje cultural por la UNESCO, con la declaratoria oficial en 2006 de “Paisaje Agavero y las antiguas instalaciones industriales de Tequila”, aquí cabe destacar la azulatría del paisaje, como lo define Luis Felipe Cabrales, donde el cultivo del agave azul (de origen prehispánico) del que se obtiene el tequila, configura un paisaje irrepetible, no exento de conflictos entre agricultura e industria y recientemente con una explotación turística llamada “La Ruta del Tequila” en manos de los grandes corporativos de las industrias tequileras globalizadas, que dejan atrás las promociones turísticas gubernamentales y locales. Se observa que la patrimonialización del paisaje ha operado como factor acelerador de la terciarización económica, configurando una nueva ruralidad condicionados en gran medida por la cercanía a la gran urbe, Guadalajara, la segunda ciudad del país, quedando minimizada la lectura del paisaje agrario y la riqueza de la cultura rural. Esto enlaza con los paisajes del pueblo huertero de Atotonilco el Alto, ubicado en los límites de la zona declarada patrimonio por el paisaje agavero, y donde el autor, José J. Hernández presenta una lectura del paisaje cultural desde la ecología cultural y con enfoque histórico, y nos lo presenta como “un paisaje que no es bien visto”, analiza y cuestiona esta patrimonialización y puesta en valor de algunos paisajes que se consideran tienen características excepcionales frente a los configurados en la cotidianeidad del mundo rural; de forma que la protección de los pri- meros va asociada a la mercantilización de los mismos y al olvido de los segundos.

Hablábamos del deporte del polo practicado en las zonas rurales de la provincia de Buenos Aires, pero también vamos a viajar a los Polos, Norte y Sur, con los valientes y temerarios exploradores que por tierra y mar cruzaron estos paisajes extremos, como nos dice Martín Checa. Del Ártico a la Antártida, del océano surcado por témpanos de hielo del Norte, al área de convergencia de corrientes de los distintos océanos del planeta en el Sur, creando una plataforma de hasta 3 000 metros sobre el nivel del mar y registrando temperaturas próximas a los 50° C bajo cero. Las crónicas de los exploradores, Scott, Amundsen, Payer, Ross… nos cuentan las sensaciones y experiencias en los extremos del planeta.

Hemos recorrido distintos paisajes del mundo de la mano de pintores y escritores, en la literatura y en la academia, donde pinceles y plumas nos han mostrado escenas, costumbres, luces y colores, entre lo real, lo interpretado, lo percibido y lo imaginado. Para concluir nuestro viaje, vamos a trasladarnos a la Tierra Media, siguiendo el camino a Mordor de la mano de Armando García, y gracias a la pluma de J.R.R. Tolkien; vamos a viajar en compañía de hobbits, elfos, magos, enanos y humanos, y a luchar contra orcos y las fuerzas del mal. Es este un viaje por un mundo mitológico de fantasía moderna, a través de la obra magistral de Tolkien, titulada El señor de los anillos, donde se construyen paisajes detalladamente descritos e intrínsecamente ligados a las comunidades que los habitan: la Comarca, las minas de Moria, el valle de Rivendel, Lothlórien, Rohan, Gondor y Mordor, destino final de la aventura. Recientemente, este libro ha sido llevado a la gran pantalla de la mano de Peter Jackson, de forma que los paisajes y escenas imaginados en nuestras mentes durante la lectura, se han materializado en nuestras retinas a través de sus películas, y los paisajes de Nueva Zelanda se han convertido en la imaginada Tierra Media, confirmando la importancia del paisaje en esta historia fantástica, donde sin lugar a dudas, el paisaje es, junto a Frodo, Legolas, Gandalf y Aragorn, uno más de los protagonistas.

A modo de conclusión

Todo lo presentando en esta obra, es tan correcto como cuestionable. Encontramos que el PAISAJE se ha convertido en un término que está en boca de todos, que está de moda, que se ha vuelto popular, casi promiscuo. Está presente en discursos políticos y en la Academia (donde se integra en diversas disciplinas), y se lo apropian tanto las ciencias como las artes, donde se estudia, se analiza, se gestiona y se administra. Hay una tendencia a buscar las diferencias en los enfoques o definiciones, la invitación es a buscar las similitudes y los enfoques comunes, sobre todo complementarios.

Algunos de los capítulos de este libro, ya han sido publicados total o parcialmente en otros medios, pero se considera una oportunidad para la difusión en el ámbito latinoamericano. Pienso que esta obra necesita una reflexión final donde se pongan a dialogar los discursos de los distintos autores, que en algunos casos son similares, en otros complementarios y en otros, contradictorios.

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