El paisaje es uno de los conceptos que en las últimas décadas ha aumentado en popularidad dentro de los estudios en geografía y otras ciencias sociales y naturales. Una tendencia significativa se desarrolla a partir de las exigencias que los problemas contemporáneos han impuesto, esto es, la necesidad de un acercamiento interdisciplinario que considere la complejidad en la que estos se fundamentan.
Desde nuestra perspectiva el mismo concepto de paisaje, que engloba las diferentes formas de concebir, relacionarse y usar el entorno, requiere de un acercamiento que trascienda las disciplinas. El libro que aquí reseñamos es una aproximación encomiable a la integración de las diferentes manifestaciones del concepto de paisaje en China. Además, acerca al lector hispanohablante a una cultura con una larga historia que no siempre es asible, siendo el idioma una de las barreras.
Así, Mezcua propone un acercamiento al paisaje en China (shanshui) y sus diferentes dimensiones durante la dinastía Song (960-1279 d.C). Ello se refleja en los tipos de representaciones y las fuentes que utiliza en sus análisis que van desde la pintura de paisajes, la poesía, la música, la jardinería, la degustación de té y vino, los viajes y los paseos por jardines, hasta las corrientes filosóficas y los estilos arquitectónicos utilizando un importante cuerpo de material de archivo.
Además de ser un trabajo íntegro, considero relevante que el análisis del autor se centre en un aspecto que si bien es el más polémico, es el que abona a la actualización de esta información histórica frente a los desafíos contemporáneos: la devastación de los paisajes. Ello lo consigue a través de un estudio que reconoce e indaga en las contradicciones de la cultura del paisaje. De esta manera, el autor encuentra una afinidad significativa entre
el período Song con la ideología del “desarrollo” incontrolado del libre comercio que impera actualmente y entre la devastación de paisajes durante dicha dinastía y bajo el sistema capitalista actual. Si bien puede parecer arriesgado hacer este tipo de paralelismos el autor lo desarrolla de una manera razonable y prudente teniendo la concepción del paisaje como eje central de la discusión.
Antonio José Mezcua López es investigador de la Universidad de Granada donde actualmente es profesor en el Departamento de lingüística general y teoría de la literatura. Realizó una estancia de cuatro años en China, en la Universidad Normal de Nanjing y en la academia de Bellas Artes de Hangzhou, donde llevó a cabo parte de la investigación de la cual se desprende el libro aquí comentado, además de que se formó como artista plástico en aquel país.
Los estudios de Mezcua sobre el paisaje en China parten de una tesis doctoral titulada Concepto de paisaje en China, a partir de la cual ha publicado cuatro libros desde 2009.1 Así, el trabajo del autor no se restringe al estudio durante el periodo Song, aunque es éste en el que pone mayor énfasis por los procesos sociales y el desarrollo cultural que ocurrieron en aquella época. Por esto, es necesario, si se quiere lograr una comprensión más cabal del paisaje en China, conocer los cuatro trabajos del autor. Inclusive, la lectura del primer tomo, Cultura del paisaje en la China tradicional: arqueología y orígenes del concepto de paisaje, es fundamental para poder transitar por los otros libros con más facilidad, pues establece las bases teórico-conceptuales que permiten entender el paisaje a partir de las principales escuelas de pensamiento en China (taoísmo, confucionismo y budismo) y de diferentes figuras letradas o religiosas de la época (Mezcua, 2009).
A continuación haré un examen sucinto de la estructura y contenido general del libro, siguiendo algunos temas que funcionan como hilos conductores y nos llevan a uno de los aspectos que me parecen más significativos dentro de la propuesta del autor. Antes debo mencionar que el texto es ameno y de fácil lectura, que permite a un lector sin conocimientos previos sinológicos introducirse en la cultura del paisaje chino.2
El libro inicia con un preámbulo sobre la historia de la dinastía Song que es muy útil para comprender el contexto político, social, económico y cultural, en el que se construye el concepto de paisaje. Ello nos lleva a distinguir una serie de personajes que generaron diferentes corrientes de pensamiento relacionadas con las doctrinas budistas, taoístas y confucionistas, y que son claves para comprender la experiencia del paisaje y sus representaciones.
Los siete capítulos del libro pueden ser agrupados en dos secciones principales, la primera, que engloba los capítulos uno a cinco, se centra en la experiencia del paisaje en muy variadas dimensiones. En términos generales cada uno busca responder a ¿cómo era experimentado el paisaje? y ¿cuáles eran las representaciones que esta experiencia arrojaba? Por su parte, que los capítulos seis y siete se centran en las formas como durante la dinastía Song se explotaron elementos del paisaje generando devastaciones en grandes zonas del territorio y se analiza cómo esta experiencia puede ser útil frente a las problemáticas contemporáneas. Examinaré algunos de los aspectos relevantes de los capítulos uno, tres y cuatro, para después centrarme en la segunda sección y presentar los aspectos más sugerentes.
El capítulo primero, titulado “Imágenes del paisaje sobrenatural”, analiza las representaciones de los paraísos de los inmortales y de los espacios sagrados o estéticamente importantes, como las montañas sagradas o las cuevas-paraíso. El autor realiza un rico análisis de las convenciones pictóricas, imágenes y representaciones en la poesía y las descripciones de viajes, así como el valor de la arquitectura dentro de la construcción de paisajes. Aunado a ello, es muy interesante el análisis sobre cómo este pensar/conceptualizar el paisaje desde lo sobrenatural está enmarcado por la colonización y el control territorial por parte de los cultos favorecidos por el imperio en contra de los cultos locales. De manera que se generaron luchas espirituales entre taoístas, budistas y confucianos en contra de las creencias locales de “viejos espíritus y chamanes”, que tuvieron como punta de lanza la implantación de monasterios. Estos pioneros de la ocupación del territorio, como explica Mezcua (2014:55), estaban íntimamente vinculados con el poder: “La corte financiaba los asentamientos budistas y taoístas en las montañas famosas. A cambio, éstos ayudaban al gobierno a controlar la zona frente a los cultos locales salvajes fuera de la ortodoxia... Estos asentamientos religiosos cambiaban completamente el carácter de la montaña en los que se establecían bautizándolos con su propia ideología. Por eso el paisaje quedaba adscrito a los mitos y a la ideología de la religión predominante”.
Así se nos presenta una cuestión relevante: ¿en dónde se manifiesta este concepto de paisaje? En el discurso civilizatorio-colonizador estaba inmersa la concepción de paisaje y, por ende, su contraparte el no-paisaje, que evocaba lo indómito y salvaje. Monjes de las diferentes escuelas estaban a cargo de esta civilización y sometimiento de los cultos y los no-paisajes para “introducir esa tierra devastada y salvaje en la rutina del imperio y la civilización”(2014:77).
Por otro lado, en el capítulo tercero, “Paisaje, armonía social y felicidad humana”, se examina la cultura cortesana de los jardines como una concepción más extendida que la de la “minoritaria y elitista cultura de letrados” y religiosos (Mezcua, 2014:133). En este capítulo el autor se centra en las contradicciones del concepto del paisaje en las clases altas de la sociedad de la dinastía Song. Para ello analiza la dicotomía entre placer y felicidad y cómo la construcción del paisaje estuvo imbuida en un complejo sistema de valorización que llevó, por un lado, a la búsqueda de la armonía individual (cultivo del individuo) y social (el cultivo de lo ético) donde los paisajes y jardines se representaron como ideales de la armonía y la utopía social; frente a la visión más difundida en la cultura cortesana en la cual el ideal de paisaje servía de fachada a la opulencia y la competencia por el prestigio social.
En el primer caso, “la concepción del paisaje [tuvo] como principal meta la purificación mental del individuo, como vía para alcanzar una felicidad que se define por la serenidad y la paz mental” (2014:162). Tanto como “utopía onírica de trascendencia” y como lugar de armonización y crecimiento ético, el paisaje adquirió relevancia entre las tres escuelas y su contemplación fue una de las formas básicas para la práctica ascética, la higiene mental y la educación. Como asevera el autor, además de estas prácticas, la concepción del paisaje enfatizó “el perfeccionamiento y la superación de las facetas caníbales que yacen dentro de la naturaleza humana” (2014:165).
Desde el punto de vista ético, el paisajismo durante la dinastía Song derivó en diferentes direcciones y niveles. Si bien el jardín se concebía como símbolo de armonía individual y de la sociedad entera, también se convertía en escenario de competición, despilfarro y prestigio social. Los paisajes fueron proveedores de distracciones que solo tenían como objetivo la satisfacción a corto plazo de los sentidos.
Como continuación en el capítulo cuarto, “Los espectáculos, la fiesta, los pasatiempos”, el autor examina las prácticas ligadas al paisajismo y la concepción de paisaje que se generaron alrededor de una cultura de consumismo exacerbado.
Si bien existía una larga tradición en la que el emperador, como intérprete de los mandatos del cielo, y su corte celebraban varias fiestas anuales como parte fundamental de los diversos rituales, el periodo Song puede caracterizarse por el derroche en vastas celebraciones, así como el hedonismo de la corte imperial y de las clases altas. Mezcua (2014:180) considera que “el diseño del paisaje sirvió en este contexto como receptáculo para generar una industria del ocio y entretenimiento acorde con esa visión de prosperidad y alegría que el aparato estatal estaba tan interesado en enfatizar”. Así, el autor nos muestra a través de diversas fuentes de la época cómo se llegó a un alto grado de refinamiento cultural y de derroche en la relación de los miembros de las élites cortesanas y letradas con su entorno, el diseño de los paisajes y los usos que hacían de este. Ejemplo de esta multiplicidad de expresiones y experimentación del paisaje fueron las actividades como el tiro con arco, juego de pelota (Cuju), la música, la cultura del té y el vino.
Después de este análisis el texto se enfoca en la siguiente cuestión: ¿cuáles fueron los efectos sobre los paisajes que el avance económico y cultural generaron durante el periodo de estudio? Paralelamente, hay una cuestión que postula el autor y que considero resume de alguna forma la preocupación y los objetivos del estudio: “¿cómo una sociedad con esta intensa relación estética, cósmica y filosófica con el paisaje pudo albergar actitudes agresivas de explotación y desgaste del medio ambiente y la naturaleza?” (Mezcua, 2014:19-20).
De esta manera, el autor analiza las contradicciones que prevalecieron, como la explotación de bosques que irónicamente eran elogiados en la teoría estética, la pintura y las líneas de pensamiento de las tres escuelas. Es sugerente la forma en que el autor expone una serie de procesos y circunstancias que nos hablan de la complejidad con la que deben ser analizadas las actividades humanas en los paisajes.
La deforestación en la China de Song tuvo diversos motivos, desde las guerras con los estados del norte, el desarrollo urbano o como herramienta para suprimir focos de insurrección que encontraban en los bosques su cobijo, hasta las plantaciones de té y arroz y la construcción de monasterios de las diferentes escuelas en las montañas. Así, la apreciación del paisaje, su belleza y el ideal de armonía, convivían con la explotación del entorno bajo un sistema desigual y de consumo desmedido. Desertificación, erosión, inundaciones y sequías se enmarcan en una concepción de paisaje llena de contradicciones como el mismo sistema que le dio origen. De manera que “no podemos sino reconocer que hubo conciencia acerca de las consecuencias que traía consigo la deforestación [fundamentalmente en los círculos vinculados del taoísmo religioso y al budismo]; sin embargo, estas no dejaron de estar ceñidas a una minoría, que tuvo escasa influencia sobre los verdaderos agentes del problema” (Mezcua, 2014:252).
Es interesante la forma de abordar el problema examinando las tergiversaciones, confusiones y las lecturas ahistóricas e ideológicas en las que se basan las nuevas conciencias ecológicas e intervenciones en los paisajes de la China contemporánea. En muchos casos es el período de la dinastía Song al que se le asigna un aura de armonía y equilibrio con los paisajes pero, como demuestra el autor, ello se basa en una lectura parcial. Cabe resaltar el énfasis del texto por demostrar la complejidad y las contradicciones que existieron durante ese periodo en el uso, manejo y experiencia del paisaje, aunque considero que se hace un uso muy laxo de conceptos como “armonía”, “sostenibilidad” y “equilibrio”, o expresiones como “naturaleza virgen” y “actividades poco agresivas”, que requieren de un manejo más fino y crítico.
Por otra parte, como he mencionado antes el autor hace un análisis valioso y notable sobre lo que denomina el “paisajismo imperial” que, a través de la reconversión de espacios, “crea” paisajes que son una construcción de las élites de la época. Este paisaje se concibe e impone a través de su supuesta superioridad en el proceso civiliza- torio, y en el orden y la prosperidad del imperio. Proyectando al mundo contemporáneo el análisis del paisaje en la dinastía Song, el autor indaga las miradas idealizadas que en la actualidad equiparan la “cultura ecológica [con] la cultura del paisaje en China” (2014:263), sin una contextualización y análisis crítico. Se ha creado entonces una imagen del paisajismo y del jardín letrado que terminó cosificándose en fórmulas vacías de significado y en una inútil conciencia ecológica que hace el juego al sistema capitalista contemporáneo.
Coincidimos con el autor del libro en que la interpretación creativa de las ideas y procesos históricos de forma crítica, considerando sus contradicciones inherentes, nos permite la interpretación y apropiación de conceptos e ideas que nos pueden ser útiles en “ciertos aspectos del presente que, de lo contrario, al estar precisamente ocultos en las marañas de la historia, nunca podrían salir a la luz” (Mezcua, 2014:311). En términos generales, la lectura de este libro y los otros textos del mismo autor, son útiles no solamente para aquellos interesados en la cultura china, sino para quienes estén interesados en los estudios de paisaje y las problemáticas actuales de devastación del medio. Es un ejemplo de la gran diversidad y posibilidades que el estudio de los paisajes tiene y su relevancia en los estudios interdisciplinarios.
El primero de esta serie es Cultura del paisaje en la China tradicional: arqueología y orígenes del concepto de paisaje (2009), después le sigue Paisaje en tres dimensiones. Ciudad, jardín y montañas sagradas en la China antigua (2010a), eltercero es Paisajismo en dos dimensiones. Pintura y poesía de paisaje en la China tradicional (2010b), y por último el libroue aquí examinamos (Mezcua, 2014).