Vera S. Candiani es una historiadora argentina, adscrita actualmente al Departamento de Historia de la Universidad de Princeton, quien se enfoca en el estudio de la historia de la tecnología, entendiendo que esto implica el estudio de la sociedad, la economía y el ambiente en conjunto. Su primer libro, Dreaming of Dry Land…, trata de uno de los proyectos de ingeniería ambiental más complejos realizados durante el régimen colonial en la Nueva España: el Desagüe de Huehuetoca en la cuenca de México. Esta obra la hizo acreedora al premio latinoamericano de historia ambiental “Elinor Melville” en 2015, otorgado por The Conference on Latin American History.
Las inquietudes académicas de Candiani abarcan problemas tan diversos como el sentido de los procesos de colonización; las relaciones entre la sociedad y la naturaleza; la creación y modificación del entorno ante situaciones de riesgo, hasta cómo las articulaciones entre las distintas clases sociales pueden explicar todas las anteriores. En este sentido, como historiadora ambiental, Candiani logra lo que pocos al integrar los aspectos geográficos y biológicos que le interesan, con las dinámicas de la sociedad que estudia. De esta forma el paisaje dejar de ser sólo un escenario estático donde ocurrieron eventos históricos específicos, para convertirse en uno de los personajes principales de su libro, junto con aquellos hombres que tomaron la decisión de modificarlo, tanto indígenas como europeos.
La razón para estudiar los proyectos de drenaje y desecación, de acuerdo con la autora, es que estos transformaron la base de los ecosistemas –la tierra y el agua– y, por lo tanto, modificaron radicalmente la forma en que el hombre se relacionaba con la naturaleza. El estudio de Candiani se concentra no sólo en la descripción de los procesos de construcción y ejecución del Desagüe de Huehuetoca, sino en las actividades transformadoras del entorno y cómo estas estarían, hasta cierto punto, determinadas por una serie de conocimientos y supuestos filosóficos sobre la relación hombre-naturaleza de quienes ejecutaron el magno proyecto. Cabe recalcar que esta observación ya había sido realizada por Alain Musset, quien afirmaba que “la desaparición de los lagos se debió tanto a elecciones técnicas discutibles como a una filosofía del agua heredada de Hipócrates y Galeano, para quienes las aguas estancadas eran fuentes de infección” (Musset, 1992: 14).
La línea del tiempo en el estudio de la autora inicia propiamente con la llegada de los españoles y el establecimiento de la capital de la Nueva España en el siglo XVI, cuando la Ciudad de México enfrentaría las primeras inundaciones catastróficas bajo un nuevo régimen de gobierno. Así, parte de la explicación de la tradición hidráulica prehispánica en este medio lacustre, pasa por la necesidad y las primeras ideas acerca del Desagüe en el siglo XVI, y nos conduce hasta el siglo XIX a través de los planes, los cambios de personajes involucrados con el proyecto y la selección de determinadas técnicas de construcción, para finalizar con un epílogo que nos alcanza en el presente.
El texto está estructurado de la siguiente manera: inicia con una introducción en la cual la autora explica cómo el Desagüe tuvo un papel central en el proceso de colonización y ayuda a entender como esta se desarrolló específicamente en la cuenca. Tal vez aquí encontramos, por primera vez en el libro, una de las aportaciones más interesantes de la autora sobre la importancia de dejar de entender los procesos de colonización exclusivamente como el movimiento de personas o naciones hacia nuevos territorios. En su lugar, nos propone que la colonización puede verse como el resultado de las alianzas entre distintos sectores y clases sociales de tal forma que sus decisiones afectaron al medio en el cual vivían.
En el primer capítulo, encontramos los antecedentes históricos sobre las tradiciones de manejo hidráulico de la cuenca lacustre del Altiplano Central por los pueblos indígenas en el periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.) y cómo estas tradiciones pervivieron aún después de la conquista. En este apartado la autora apuesta por explicar que los territorios secos y líquidos no necesariamente eran concebidos por los indígenas en una dicotomía con límites definidos. La concepción del binomio seco/ inundado, que regía la visión de los españoles, nos ha impedido concebir que una sociedad pudiera identificar categorías intermedias o continuas, donde ecosistemas como los humedales cabrían perfectamente. En este contexto, en los últimos cuarenta años se han desarrollado investigaciones que han cambiado radicalmente la opinión académica previamente descrita (Espinosa, 1996). Contamos ahora con cierta certeza acerca de cómo las concepciones del entorno de los habitantes del Nuevo Mundo tenían un papel fundamental en términos de su organización geopolítica y complejidad socioeconómica, las cuales reflejaban su sistema de valores y una interacción integral entre naturaleza y cultura.
El estudio de Candiani nos ayuda a rastrear precisamente dichas concepciones del entorno, cuando nos demuestra que los indígenas del cuadrante noroeste de la capital novohispana continuaron practicando muchas de sus técnicas agrícolas e hidráulicas. Esto lleva a la autora a discutir la pertinencia del uso de palabras como aculturación o transculturación dentro de su marco conceptual, así como de hibridación y mestizaje. En su lugar, la autora propone el uso de la herramienta teórica que envuelve la noción de una selección tecnológica (del antropólogo francés Pierre Lemonier), el cual “hace hincapié en la clasificación de las posibilidades sobre las que el desarrollo de un sistema técnico está basado de facto, aunque generalmente de forma inconsciente y no intencional” (traducción propia, Candiani, 2014: 8).
El segundo capítulo del libro explica cómo la idea del Desagüe surgió en estrecha relación con la tradición hidráulica indígena, pero durante el siglo XVII se concibió como la manifestación material de la consolidación del gobierno español en la Nueva España. El concepto de desecación, como una solución ante las inundaciones en el núcleo urbano, reflejó la forma en que las élites españolas valoraban el agua, la tierra, la biota y la energía invertida (humana o de otro tipo). De esta valoración nacería la idea del Desagüe, y tanto los recursos como las personas que lo construyeron con sus manos son delineados en este capítulo, de tal forma que se nos señalan las consecuencias directas del proyecto sobre la población indígena e hispana.
Los capítulos 3 al 4 presentan los datos históricos del siglo XVII que explican los fracasos, las decisiones, cambios y modificaciones que se hicieron en el masivo proyecto de desecación. El capítulo 5 se concentra en explicar las consecuencias de la participación de los ingenieros militares de la corona española en el proyecto durante el siglo XVIII. En este sentido, mientras que durante el siglo XVII participaron ingenieros y técnicos de distintos sectores de la sociedad novohispana, en el siglo siguiente serían los académicos e ingenieros profesionales quienes intervendrían en el trabajo, de tal forma que la importancia de los métodos y tradiciones hidráulica indígenas disminuyeron considerablemente.
Los capítulos 6 y 7 continúan en este sentido explicando de qué manera las reformas borbónicas tuvieron un fuerte impacto en el proyecto, sobre todo a partir de 1760. Y cómo, a pesar de los intentos por modificar la conceptualización y el diseño del desagüe iniciales, los ingenieros y técnicos oficiales fracasaron en esta tarea. El capítulo 8 profundiza sobre cómo este fracaso por parte de la corona afectó el proceso de colonización del entorno y de las personas. En este sentido se abordan los efectos de los proyectos de desecación en el contexto de un capitalismo prístino que se practicaba en una nación que estaba en construcción.
El epílogo nos ofrece una reflexión sobre cómo el Desagüe representaría para el siglo XIX el fracaso de la fantasía de la élite española por una tierra literalmente seca, libre de inundaciones y de aguas hediondas que les impidieran transitar con libertad por las calles de la Ciudad de México. Y, al mismo tiempo, cómo las labores de mantenimientos del Desagüe funcionaron como un vehículo para la supervivencia de ciertas tecnologías hidráulicas indígenas.
Para finalizar esta reseña, vale la pena enfatizar que la autora elabora un análisis del empalme y reconfiguración de dos formas de creación y concepción del paisaje durante el proceso de conformación de la Nueva España. El estudio profundo del proyecto del Desagüe de Huehuetoca le permite analizar las tensiones que surgieron a partir de la modificación a gran escala del noroeste de la cuenca de México, a partir del análisis tanto las formas de organización social y económica europea e indígena, así como los mecanismos de apropiación y aprovechamiento de la tierra y el agua de ambas sociedades. Las decisiones de llevar a cabo semejante proyecto colosal cayeron en manos de gobernantes, científicos e incluso campesinos y obreros. Serían los intereses económicos y políticos de estos distintos sectores de la sociedad novohispana los que determinarían la ejecución y el éxito o fracaso del proyecto.
Tras la lectura de este libro, y con los acontecimientos de los últimos años, que evidencian que los proyectos del gobierno de la Ciudad de México no han logrado solventar los problemas de inundación, queda más claro que nunca que la historia de nuestra urbe siempre ha estado ligada al agua. Hoy, más que nunca, parece necesario entender la lógica histórica y social detrás de la construcción y deconstrucción de los entornos que nos rodean, sean estos “naturales” o artificiales.