“La ciudad y los días”, columna de crítica urbana y arquitectónica del periódico El Informador, de Guadalajara, firmada por Juan Palomar Verea, incluyó en su edición del 26 de mayo de 2017 la siguiente opinión “el paisaje de una ciudad es precioso: es un bien comunitario y esencial, la arquitectura tiene por tanto una gravísima responsabilidad”.
El comentario surgió en torno a la necesidad de construir buenos edificios, justo en el marco de una fiebre verticalizadora que experimenta Guadalajara. Palomar daba cuenta de la edificación de un rascacielos en la Av. Patria, a una calle del cruce con Av. Américas, proyecto a cargo del arquitecto catalán Carlos Ferrater “dueño de una trayectoria original y deslumbrante”. Entre los atributos de la obra se señalaba la adecuación al clima local mediante una celosía de concreto aligerado. La celosía, sabio y añejo recurso para la regulación térmica y para abonar a la estética de las construcciones, parecería reducir su función a manera de componente accesorio pero puede ser también un revelador de la calidad de la arquitectura.
El relato sobre los hechos urbanos que hoy ocurren nos recuerda que la ciudad guarda una rica tradición urbano-arquitectónica que fue capaz de hacer escuela y detonar en un movimiento moderno que trascendió el ámbito local. Por tanto, merece la pena socializar dicho patrimonio para valorar el pasado pero también, como lo hace Palomar, realizar juicios sobre las nuevas propuestas. Como botón de muestra conviene referir algunas de las realizaciones de Erich Coufal, en torno a la década de los sesenta, cuando una de las señas particulares fue precisamente la inserción de celosías que al paso de varias décadas lucen impecables e irradian una discreta belleza.
Como ejemplos del repertorio de Coufal, citamos el Banco Industrial de Jalisco sobre la Av. 16 de septiembre (1962), la Casa de las Artesanías en al parque Agua Azul (1958-1962) o los apartamentos Pérez Martínez de la calle José Guadalupe Zuno (ca. 1960). Tanto la autoría, como la datación y los atributos generales de ese acervo moderno, son consultables en la Guía de Arquitectura. Guadalajara editada por la casa Arquine (2016).
Aunque tarde, en México se produce un movimiento divulgador que da cuenta de la riqueza de nuestras ciudades. La propia Arquine, en colaboración con diversas instituciones públicas, dio a luz la Guía de arquitectura. Ciudad de México (Arquine, 2015). La guía de Guadalajara capitaliza la experiencia de Mónica del Arenal que a través del proyecto “La Ronda” orientó su labor hacia la identificación e interpretación de una parte del patrimonio heredado. Dicha arquitecta realizó en esta entrega el papel de editora al tiempo que es autora de buena parte de los textos, ambas labores realizadas con un cuidado que el lector agradece.
La ciudad contaba con un antecedente, la Guía arquitectónica Zona Metropolitana de Guadalajara, editada y coordinada por Arabella González Hueso (2005) quien también encabezó a partir de 2004 la publicación de la serie Monografías de Arquitectos del siglo XX, que arrancó con la colaboración de Anuar Kasis Ariceaga (2004) sobre Ignacio Díaz Morales. Dicha colección ha incrementado exponencialmente los saberes sobre la cultura arquitectónica local.
La Guía de Arquitectura. Guadalajara es un producto de calidad, tanto por la fiabilidad de sus contenidos como por la presentación. Su formato manual, policromía y organización interna lo convierten en un instrumento útil para obtener textos e imágenes sobre edificios emblemáticos, algunos muy conocidos y otros no tanto. Involucra sitios centrales del conjunto metropolitano, pero también algunos del contorno como los que se emplazan en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga.
El contenido se organiza mediante once zonas diferenciadas a través de un código de color en el margen de las páginas, información que se correlaciona con cuatro mapas desplegables insertos en la cubierta del volumen, así como un mapa general. Un valor agregado es el de dar cuenta sobre las rutas de autobuses y líneas de tren ligero para arribar a los sitios, y cuando los casos lo ameritan, los horarios de acceso, teléfonos de contacto y servicios complementarios. También se incorporó información sobre las estaciones de Mibici, el sistema de bicicletas públicas.
Aunque se señala que la guía presenta “un panorámica exhaustivo de esta ciudad mexicana”, creemos que ocurre lo contrario, se trata de una visión selectiva lo que de ninguna manera demerita el producto. El ejercicio de discriminar para elegir es inherente a la elaboración de un documento de esta naturaleza. Más aún, muestra casi siempre la arquitectura realizada por arquitectos por lo que excluye vertientes relacionadas con obras vernáculas y entendemos que esta lectura emanaría de un proyecto distinto.
Parte del hábitat de la metrópoli ha quedado registrado en esta guía que aporta aire fresco y miradas alternativas que se consiguen a través de las descripciones y de un destacado trabajo fotográfico que introduce tomas aéreas. No se trata necesariamente de fotografías recientes, por ejemplo, la citada Casa de las Artesanías (Arquine, 2016: 84-85) se visualiza desde lo alto, envuelta por la masa forestal del parque Agua Azul. La imagen histórica, en blanco y negro, procede del archivo del arquitecto Coufal y también se incluyen seis fotos a color donde se juega con la escala, desde la fachada del edificio hasta detalles de piezas que revisten el recinto, tales como el mural de mosaicos de Roberto Montenegro, la singular puerta cerámica de Jorge Wilmot y la escultura mural de Carlos Mérida, sin faltar un recorte fotográfico de la celosía de Coufal.
Ojala que la guía invite a descubrir la ciudad a escala humana. Esta se consigue a través del contacto cercano, casi íntimo entre los lugares y la gente. Si esto se realiza mediante la práctica de la caminata o el ciclismo, más humana se tornará la experiencia y en consecuencia ayudara a personalizar la ciudad, a construir miradas múltiples a partir de lugares únicos.
En su relato sobre las ciudades y el nombre que estas reciben, Italo Calvino (2011: 136) escribió “Irene es un nombre de ciudad de lejos, y si uno se acerca cambia... la ciudad para el que pasa sin entrar es una, y otra para el que está preso en ella y no sale... cada una merece un nombre diferente”. La Guía Arquitectónica. Guadalajara es un libro de gramática que invita a leer la ciudad, un diccionario para traducir sus hitos arquitectónicos, un manual que nos orienta para admirar sus celosías y reivindicar sus paisajes.